miércoles, 30 de enero de 2013

A la Fuente.


                            La provincia de Badajoz se encuentra entre las tierras del sur del pais conocidas dentro de la llamada " España Seca". Ello es consecuencia  un clima con temperaturas muy acusadas en verano y con inviernos irregulares en cuanto a precipitaciones.

                         Gracias a las inversiones realizadas ultimamente en construcciones de pantanos, la mayoría de los pueblos extremeños cuentan con los embalses necesarios para cubrir las necesidades de sus ciudadanos, a excepción de unos pocos, como La Codosera, que durante todo el año se surte de aguas fluviales, cuyo caudal permanece activo en cualquier estaciòn anual.  Pero estas circunstancias corresponden a la actualidad, no hace muchos años, en la mayoría de los pueblos de España, no había ni saneamiento ni agua corriente y era una practica habitual  ir a buscar  el agua a las fuentes para el consumo diario. Esta necesidad del hombre hizo que los pueblos nacieran en aquellos lugares donde el agua estaba cercana. Por este motivo, en la zona de La Codosera, el núcleo urbano se fue desarrollando alrededor de la gran fuente, lo mismo que en las viviendas y caseríos de la campiña, que se construyeron junto a las fuentes esparcidas por todo el territorio municipal. 

                        Sobre la fuente del pueblo, de la que estamos escribiendo, con motivo del asedio a que fue sometido por los portugueses en el año 1648, el doctor Aires Varela la describía "como una fuente con agua abundantísima, que fertilizaba a cantidad de huertas, las cuales eran agradecidas generosamente con sus habitantes" .
                          Por la importancia que las fuentes tuvieron en el pasado, cantidad de artistas, literatos y pintores, escribieron y pintaron hermosas doncellas portando sus cántaros camino de la fuente.
    Plaza de la Fuente, (La Codosera), , en la actualidad, con el manantial en el centro

                        Es éste un municipio rico en aguas de manantiales,  como el que fluye en la Fuente de La Rabaza, que con sus aportes, aumentan el caudal  del Gévora, el rio principal que cruza este territorio. Además de esta fuente,  hay otras muchas catalogadas, cada una con nombre propio, como la del Potril, Huerta Barroco, Fuente Arriba, La Tojera, etc.etc.,  pero hay una que destaca sobre las otras por su popularidad y situación, me refiero a la que antaño llamaron Cantarrana, apelativo que perdió hace decenas de años, pasando a ser conocida popularmente como la Fuente a secas. Tan importante llegó a ser que, que junto a é,l floreció una hermosa plaza sobre lo que tiempo atrás  había sido un llano, transformándose posteriormente en un mercado de abastecimiento muy  importante.

 Imagen de la misma fuente tal como fue antes de ser adecentada.
                           La fuente fue creciendo y junto a ella surgieron otras instalaciones  para dar mejor servicio a los vecinos. Que tengamos constancia, fue reformada en el año 1924,  siendo alcalde don Francisco Barroso Palacín  tal como consta en la placa conmemorativa que figura en los altos de la cornisa central. Unos años después, otro alcalde, don José del Solar Matador, por iniciativa suya, se plantaron los famosos y robustos árboles, llamados plátanos, que dan sombra a la plaza.


           Fuente de La Tojera, un caserío situado en la misma frontera portuguesa.
Fuente de La Rabaza, reformada recientemente.



                        Refiriéndonos a estas magníficas instalaciones, les diré que la fuente tiene tres caños o  chorros que vierten  sobre un pilón central. Junto a ella,  los árboles dieron sombra al Llano pero también raíces, obstaculizando las correnteras de aguas subterráneas que bajaban desde la Sierra. Por este motivo, cada año, los obreros levantaban el empedrado y limpiaban de residuos el subsuelo. De camino, reparaban los baches y hoyos del empedrado. Este tipo de trabajo lo solían hacer jornaleros en paro en los meses de invierno por ser una época en la cual apenas había faenas agrícolas que realizar en el campo.  Además de limpiar las conducciones del venero, los obreros a las órdenes del alcalde, reparaban el empedrado de esta plaza y de otras calles , siempre hasta donde llegase el dinero disponible. Se tenía en cuenta el remanente en caja y también el número de trabajadores que había en paro, tratando que el reparto de faenas llegase a todos por igual. Para ello, el Ayuntamiento  aplicaba la fórmula  que a cada trabajador se le contrataba  diez días al mes y así, de esta manera, serían más obreros los que recibirían la ayuda. A los diez días le llamaron décimas, y al trabajo también. De esta forma se popularizó que trabajar en las décimas era arreglar las calles.

                            Además de esta estupenda fuente, cuyas aguas brotaban a flor de tierra, en las casas con corral, lo mismo  las que había en el casco urbano como aquellas esparcidas por el campo,  solía haber un pozo con brocal, del cual, utilizando una polea, una soga y un  cubo galvanizado, extraían el agua precisa para todos aquellos menesteres que no se necesitase que fuese potable.



Una noria.

                     Aunque en aquellos años los hombres iban  a por agua a la fuente, como los panaderos que la necesitaban para amasar el pan cada día,  este trabajo en su mayoría,  lo hicieron las mujeres. Ellas fueron las encargadas de acarrearla en botijas, cantaros metálicos, cubos y botijos o porrones,  hasta que llegó el agua corriente y se instalaron los grifos en las viviendas. Era un trabajo duro, y mayor aún para aquellas jóvenes y señoras que sus casas estaban situadas en la parte mas alta del pueblo, con lo que subir las cuesta ya era realizar un esfuerzo mayor. Lo que no hay duda es que, haciendo este trabajo, aprendieron a caminar erguidas, como verdaderas modelos de pasarelas, aguantando el equilibrio de los cántaros apoyados en sus cabezas, con el único soporte de un rodete almohadillado

 Un niño bebiendo con  las manos de un manantial.

                     Complementario a la fuente, en las mismas instalaciones, situado en la parte de atrás del paredón central, había un lavadero, un gran pilón cuadrangular con lanchas inclinadas en sus rebordes, que, durante el día,  utilizaban las mujeres para frotar la ropa, y en verano, al atardecer, los muchachos para saltar de un extremo al otro del cuadrado. Solían retarse para ver quienes eran capaces de hacerlo, ya que la distancia era mucha. Enseguida se agrupaban más jóvenes entre los que no faltaban las chicas, y comenzaban los saltos. Como las piedras estaban inclinadas hacía el exterior, al poner el pie, éste rebotaba hacía atrás, y algunos que otros caían al agua.  A los que superaban la prueba les aplaudían y la otra cara de la moneda era que el que caía dentro se tenía que marchar a su casa para cambiarse de ropa.

El regato de la Fuente.



                    Con el agua sobrante de la Fuente, se formaba un regato que cruzaba algunas calles del pueblo, a veces por corrales de casas particulares y otras a cielo abierto, como en la calle Cantarranas y  Santa María para, después de llegar a la Calleja de los Nogales, comenzar a regar algunas huertas.

                    El recinto de la Fuente era el punto de encuentro de amigos, compañeras y conocidas. Entre los muros que la conforma y con el murmullo del agua de fondo, se confiaban secretos, se pedían favores y se concertaban citas para enamorados. También iban los muchachos para jugar y divertirse con el agua. Una de los entretenimientos consistía en echarse bochinches de agua los unos a los otros. Este juego tenía sus riesgos al tener que llenarse la boca de agua bebiendo desde los caños, mayormente  los pequeños, que por lo ancho del pilón, apenas, con las piernas abiertas y apoyadas, una en el caño y la otra en el bordillo, podían coger el agua con las manos y otras veces absorbiendo, por lo que, no siempre, pero a veces, se resbalaban  y terminaban con el cuerpo dentro del charco. Del susto que se llevaban, algunos iban llorando la calle abajo hasta llegar a sus casas, donde se cambiaban de ropa después de llegar pingando.
                  Además de los mencionados pilones, había otros. Uno lo utilizaban como abrevadero las vacas y el otro las caballerías. Llamaba la atención observar a los muleros encargados  de los animales, silbando  apenas comenzaban a beber, porque dicen  que el sonido del silbido los tranquilizaba y evitaban que se atorasen.

                Los pilones también tuvieron otros usos. Por la proximidad de una taberna cercana,  el dueño, cuando llegaba el verano,  introducía las cajas de cervezas para refrescarlas, y la señora Angelita la Godoa, sumergía el saco de altramuces bajo los caños, una palabra nunca aquí empleada, ya que siempre les hemos llamado chochos,  para quitarles el amargor, que se decía endulzarlos.

Aguas del río Gévora próximas al pueblo

viernes, 25 de enero de 2013

NACIMIENTO DE LA RAYA


                       



1933 Construcción de un nuevo puente sobre el Gévora.

 Cuando nos referimos a la Raya española o portuguesa, además de a una línea fronteriza, estamos hablando de una comarca bien delimitada a ambos lados de cada país, que nació como consecuencia de unos acontecimientos políticos que marcaron a parte de una población determinada durante siglos.

Para conocer los motivos por los cuales nació dicha frontera y haciendo un poco de historia, nos remontaremos al siglo XVI, concretamente al 4 de Agosto de 1578,  fecha en la cual Felipe II de España  se autoproclamó Rey de Portugal. Los acontecimientos sucedieron cuando, tras la muerte sin descendientes del rey don Sebastián de Portugal en la batalla de Alkazarkivir, en Marruecos,, , Felipe II se convirtió en candidato al trono, al ser hijo de Isabel de Avís, y nieto del rey portugués  don Manuel I. De esta forma y por primera vez en la historia, la Península Ibérica estuvo bajo el mando de una sola Corona, y por lo tanto las fronteras territoriales en nuestra región dejaron de existir.




 Guerra de Restauración. Asedio a La Codosera por las tropas portuguesas 1648.


                      Así, portugueses y españoles,  estuvimos tranquilos hasta el año 1640. El 1 de diciembre de este año, un grupo de conspiradores asaltó  el Palacio de Lisboa y deportó a la Duquesa de Mantua, la gobernadora española, comenzando una guerra con España con el fin de lograr su independencia. La Guerra de Restauración duró 28 años y al final España perdió las cinco batallas que se libraron, por lo cual y según el Tratado de Lisboa de 1668, los portugueses obtenían la independencia y España tuvo que devolverles todos los territorios de Ultramar, fruto del acuerdo, nacía la frontera. Tenemos que decir que todos sus posesiones anteriores, menos la ciudad de Ceuta, que optó por seguir siendo española, de acuerdo con un referéndum que celebraron sus habitantes previamente.


Caserío de La Rabaza. A la derecha, el Gévora entrando en España.
En la parte inferior de la fotografía, en la carretera, se aprecia por donde va la raya fronteriza.


                Unos de los puntos del citado Tratado, establecía el derecho de los ciudadanos de ambos países a circular libremente por los dos Estados, así como también el libre comercio y, en cuanto al límite fronterizo, no se trazó el lugar exacto por donde iría la frontera, dejando una zona indeterminada entre ambos territorios a la que llamaron tierra de nadie. De esta manera nacía también la comarca de la Raya. Un lugar donde los residentes no estaban sujetos a jurisdicción alguna. No eran ni españoles ni portugueses y pasaron a ser rayanos en España y raianos en Portugal.

Esta forma de vivir en desamparo, creo no pocos problemas a los habitantes rayanos, debido a que no sabían a qué tribunales habrían de ir cuando necesitaban la protección de los gobernantes. Por ello en el año 1864, reinando en España Isabel II, y en Portugal, Luis I,  se firmó el Tratado de Lindes de Lisboa, mediante el cual, se fijaron definitivamente, en parte, las fronteras vigentes actualmente entre Portugal y España, desde la desembocadura del río Miño hasta la desembocadura del río Caya en el río Guadiana (los marcos fronterizos desde ahí hasta la desembocadura del Guadiana quedaron por determinar en este primer tratado de límites, ya que Portugal no reconocía la soberanía española sobre Olivenza.
Sierra de La Lamparona. El punto más alto del pueblo, lugar por donde pasa la raya portuguesa.




                    Así pues, no hace tanto tiempo que nació la raya y a partir de ese momento las reyertas desaparecieron y los bienes y propiedades de los habitantes rayanos estuvieron algo más protegidos. En cuanto a la zona de La Codosera, concretamente la parte del territorio que partiendo desde el pueblo nos acercas a la frontera,  si nos fijamos en la mayoría de los nombres de sus caseríos, su ascendencia es portuguesa. La Tojera, La Rabaza, La Varse de la Noguera, Los Bastos, Chandavila o la Quinta del Café, confirman este dato.

jueves, 24 de enero de 2013

LIBROS RAYANOS PUBLICADOS RECIENTEMENTE.





LIBROS Y REVISTAS RAYANOS PARA COMENZAR 2013, Por Moisés Cayetano Rosado

 

                      Afortunadamente, la crisis económica general que nos paraliza en tantos órdenes no está pudiendo con nuestra capacidad de investigación y divulgación intelectual,  que a finales de 2012 ha dado a la imprenta producciones de alto interés para nuestra región -Extremadura-, para el ámbito transfronterizo y, en definitiva, para todos, por la trascendencia y ejemplaridad de lo tratado.

                       Así, ahora, comenzando 2013, nos llegan publicaciones tan interesantes como las que paso brevemente a enumerar, recomendables para todos pues, pese a la profundidad y rigor del tratamiento, se caracterizan por su accesibilidad, agradable lectura y transparencia expositiva.

                    Quiero recomendar tres libros “locales” y dos “regionales”, que por supuesto no agotan la oferta, pero que nos pueden acompañar muy provechosamente en este comienzo de año, lluvioso, que invita al recogimiento:

LA CODOSERA, UN PUEBLO CON RAÍCES Y COSTUMBRES RAYANAS, de José Luis Olmo Berrocal. Con 245 páginas en que desgrana, a lo largo de cinco capítulos, los siguientes apartados: El entorno; Las tradiciones; Fiestas y entretenimientos; Profesiones y oficios, y Semblanzas de personajes inolvidables. Todo ilustrado con fotografías actuales y antiguas, que contribuyen a rescatar la historia, vida, latir de un pueblo rayano de especial significación para España y Portugal.

BADAJOZ, 1811-1812. LOS ASEDIOS A TRAVÉS DE LA CARTOGRAFÍA, libro de Carlos María Sánchez Rubio, editado por el Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Badajoz, con 185 páginas, a las que acompaña un CD-ROM con los planos de los asedios que comenta en autor. En él nos da conocimiento de los cuatro asedios que sufrió la ciudad en esos dos años terribles: el primero francés (que llegó a ocuparla) y los otros tres aliados, hasta que en abril de 1812 fuera liberada, si bien padecería la población civil un brutal saqueo por parte de sus “libertadores” y otros que aprovecharon el “río revuelto” para su beneficio.

AJUDA, EL ÚLTIMO PUENTE-FORTALEZA DE EUROPA, de Luis Alfonso Limpo Píriz, editado por Indugrafic. Impresionante obra con 361 páginas, fruto de 20 años de investigación, donde el autor analiza los factores espaciales, históricos, comparativos con otras realizaciones similares de Portugal, España, Europa…, acompañado de apéndices documentales, cronología comparada y fuentes, que hacen de esta publicación un auténtico monumento, como lo es ese puente destruido definitivamente durante nuestra Guerra de Sucesión (1709), pero que queda ahí como legado histórico y patrimonial de alto valor artístico.

EXTREMADURA DE 1960 A 1975, obra colectiva que coordinan Guillermo León Cáceres y José Hinojosa Durán y que recoge las Actas del VI Encuentro Historiográfico del Grupo de Estudios sobre la Historia Contemporánea de Extremadura, editado por la Diputación de Badajoz Contiene dieciséis aportaciones, a lo largo de sus 401 páginas,  primando el estudio de la evolución económica, demográfica y migratoria de una región, como todas las del sur europeo y cuenca mediterránea, caracterizada por fuerte dependencia productiva agraria, propiedad concentrada en pocas manos, mísera vida campesina y amplia emigración en busca de un porvenir menos sufrido en el norte nacional y Centroeuropa, de expansión industrial en esos años desarrollista, de desenvolvimiento desigual norte-sur.

POLÍTICA Y SOCIEDAD DURANTE LA GUERRA CIVIL Y EL FRANQUISMO: EXTREMADURA, otra obra colectiva, coordinada por el profesor Julián Chaves Palacios y editada igualmente por la Diputación de Badajoz, que nos presenta en sus 635 páginas, las consecuencias de la Guerra Civil, enfrentamientos y represiones sostenidas en una larga posguerra, con cuatro apartados: “Metodología e historiografía”, con tres estudios; “Exhumaciones y represión”, con nueve aportaciones; “Antecedentes, frentes de guerra y retaguardias”, con siete, y “Biografías”, con otras siete presentaciones de casos concretos de vivencias y represiones llenas de emotividad.

Lecturas provechosas donde el arte, la historia, el patrimonio, la ciencia, la vida, la memoria, nos sumergen en nuestro propio mundo para su mejor conocimiento, desde el tratamiento comprometido y ameno.

domingo, 20 de enero de 2013





JOSÉ SENA
 
 
,  18-2  (hace dos días), ha dicho....
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José Luis, parabéns pelo teu novo blog. Está muito bonito e muito bem
apresentado. Continua porque La codosera é um pueblo que merece, com
enormes raizes locais e raianas com Portugal, principalmente com
(Esperança). Muitas Felicidades e um grande abraço. José Sena
.

viernes, 18 de enero de 2013

LA RAYA




                                                                   
        L A   R A Y A.

                                                     Puente fronterizo sobre el río Abrilongo,

Los que hemos nacido junto a la Raya portuguesa, de la que dicen que es la frontera más antigua de Europa, quizás hemos aprendido  a convivir entre nosotros de una forma diferente al resto de los habitantes de otros pueblos.

Yo nací en los años cuarenta, una etapa de la historia española donde, preguntar a las personas de más edad alguna cosa,  era casi un delito. Los mayores, muchos de ellos viejos soldados curtidos en las trincheras de una guerra fraticida, aplicaban el dicho  dirigido a los niños de, “ tu niño , ver, oir y callar”.  Así pues nos enseñaron a callar en español y a los de la campiña, en los caseríos cercanos al pueblo, en portugués. Efectivamente, porque en el pueblo se hablaba castellano, y si alguien se le ocurría hablar portugués lo mismo recibía la visita de algún agente llamándole la atención.  Sin embargo, aquellos paisanos residentes en caseríos o cortijos situados en territorios cercanos a la frontera, su forma de hablar natural, siempre fue el idioma portugués. Estamos hablando de una población como La Codosera, la cual en estos años que menciono tenía censados más de 4.000 habitantes, de los cuales, aproximadamente, el 50% residía fuera del casco urbano.

Hay que tener en cuenta que toda esta gente su forma de vivir era diferente a la de los vecinos del pueblo. Con distancias a recorrer de hasta  7 u 8 kms, en algunos casos y careciendo de carreteras, tenían que transitar por caminos pedregosos,  atravesar por badenes cuando las aguas de los ríos se lo permitían, y cuando no, quedaban aislados de la civilización hasta que los temporales amainaban.  

Hablar de la Raya, de esta raya situada en el término de La Codosera, es hablar de penurias, olvidos y abandono por parte de los gobernantes.

Puente sobre el río Gévora en el año 1955
 
 
Para tratar de aliviar la forma de vida de los habitantes de esta zona fronteriza, en la visita que hizo al pueblo, en el año 1791,  el enviado del Rey Carlos IV, el señor Ynguanzu, después de estudiar detalladamente la forma de vida y el patrimonio del que disponían los habitantes en dicha fecha, entendía que eran necesarios construir varios puentes en los ríos, cuyas aguas discurren por el término, ya que al carecer de los mismos en los caminos reales, se habían producido desgracias personales. Estamos hablando del siglo XVIII, pues bien, a este señor no le hicieron caso, y supongo que a las autoridades que vinieron por aquí posteriormente, igual.  Tuvo que pasar mucho tiempo para remediar el mal. Hasta los últimos años setenta, los puentes no se construyeron.


Aguas del Gevorete, afluente del Gévora



Para hacernos idea de los problemas que tuvieron sufrir los habitantes de esta parte de tierra extremeña, os voy narrar un caso ocurrido en los años sesenta, que incluso, por su dureza, tuvo eco en la prensa regional.

"En estos años que les cuento,  automóvil ya se había implantado en pueblos y ciudades, mayormente conducidos por taxistas, de los que en el pueblo había unos cuantos. Manolo Rabazo era uno de ellos, y hasta él llegó una tarde otoñal, después de comer, el ATS y comadrón, don Mariano, para, como en tantas otras veces, lo acercaran hasta el caserío de La Varse, distante a unos 7 kms aproximadamente  de la población, donde una señora embarazada se había puesto de parto y requería sus servicios.

Vistas desde la Lamparona
 
 
El tiempo estaba lluvioso y amenazaba tormenta, permitiéndoles todavía cruzar riachuelos y badenes hasta llegar al destino sin contratiempos. Al llegar a la casa, el conductor esperó en la puerta de la casa a que el comadrón hiciera su trabajo. Pero el tiempo pasaba, la lluvia arreciaba y el buen hombre no salía. Manolo se desesperaba oyendo los gritos de la señora y temiendo que la noche se les echase encima. Por fin la puerta se abrió y la voz de don Mariano le comunicó que volvían al pueblo debido a que el parto venía en mal y se necesitaba los servicios del médico, por lo que la señora y el marido se venían con ellos. Como pudieron se acomodaron en los asientos y emprendieron la marcha hasta llegar al badén por donde habrían de cruzar el río. Misión imposible debido a que el nivel de las aguas había subido por la lluvia que no cesaba. A pesar de ello, el conductor ante la grave situación en que se encontraba la embarazada, arrancó el motor y se lanzó a la aventura de cruzar las aguas, que casi cubrían las ruedas, con tan mala suerte que, en mitad de la crecida y debido al encontronazo con una piedra, el motor se caló y no hubo forma de arrancarlo. La situación era desesperante, mientras la noche agravaba la situación oscureciendo el ambiente. Había que hacer algo y lo normal en estos casos era acercarse a un cortijo cercano donde solicitar que alguien los sacara de allí con una yunta de bueyes. Efectivamente, la yunta, una carreta y una cama salieron de la finca camino del río. A la pobre mujer la acotaron en la cama con idea de traerla hasta el pueblo pero, con tantos movimientos, el parto se adelantó y un hermoso niño nacía en medio de la tormenta. Los bueyes hicieron su trabajo y la carreta los acercó hasta el pueblo y, gracias a que tenían familiares que los acogieron, allí pudieron pasar la noche la madre y el recién nacido. "


 

jueves, 17 de enero de 2013

 
 
Hablar de La Codosera 
 
 
 
 
 

                                                
                 A pesar que la frontera española con Portugal es la mas vieja de Europa, observando este viejo mapa, podemos ver que presenta variaciones con respecto a la actual división.  Siguiendo la línea del Guadiana, la población de Olivenza estaba situada más allá del citado río, y portuguesa fue hasta el 1811 que, con motivo de la Guerra de las Naranjas, fue incorporada a la Corona española.
 
                 Este grabado que aquí os traigo, os diré que   fue realizado en la ciudad de  Ámsterdam en el año 1616, por un impresor llamado Petrus Bertius. Su interés para nosotros radica  al ser uno de los más antiguos que conocemos donde aparece reflejada la región de Estremadura atravesada por el río Gua di AnásRío de los Patos. En este año de 1616, Portugal, señalada de color verde,  era una condado integrado dentro del reino de España, cuya independencia conseguirían 56 años más tarde. . Otro dato importante nos indica como la división administrativa actual de nuestra región extremeña aún no existía, y por tanto La Codosera aparece integrada en la región de Castilla la Nueva. Con respecto a los nombres de los pueblos, comparándolos tal como figuran en la actualidad, la mayoría de ellos presentan algunas diferencias. Por ejemplo, Leiseda, por Aliseda. Torre de Mexía por Torrejía. V.N.de Barcarrota por Barcarrota. Campo de Alcocer por Puebla de Alcocer. Santa María de Guadalupe por Guadalupe o Codesseira por La Codosera.
 
 
 
 
Codeseira es una palabra portuguesa referida a  lo que es un terreno poblado de codesos, cuyas plantas abundan en los alrededores del pueblo. Estos arbustos que, cuando florecen sus ramas se llenan de pétalos amarillos arriñonados, son conocidos por aquí  vulgarmente con el nombre de escobas, debido a que, con sus ramas una vez secas y preparadas, se confeccionaban los escobones necesarios para barrer calles, plazas o corrales y corralones.







viernes, 4 de enero de 2013

EL AGÜINALDO



 
Pedir el Agüinaldo.
 
 
 
   Acabamos de estrenar  Año Nuevo y despedir  al 2012 el cual no ha dejado cosas buenas y otras no tan de nuestro agrado. Atrás hemos quedado también la Nochebuena, una celebración familiar que perdura en nuestra cultura a través de los tiempos y que deseamos que continúe por mucho más.
 
   Hablando de tradiciones, me he permitido traer a este blog tres fotografías facilitadas por Fefy Morro, una de las componentes del ya famoso grupo "Las Cabritinhas", que con su alegría y buen humor aportan en cada ocasión su granito de arena en cuantas celebraciones importantes se desarrollan a lo largo del año en nuestro pueblo, como la Feria o la Semana Santa, en donde la presencia de todos sus componentes se hace de notar.
 
   Como la reportera gráfica manifiesta, esta vez, han querido recuperar una tradición ya perdida en la Nochebuena, que consistía en agruparse las parejas y salir  esa noche a recorrer las calles del pueblo, portando zambombas, panderetas o almireces con que  acompañar a sus voces mientras se cantaban villancicos.
 
   El grupo o los grupos de jóvenes, en su recorrido, entraban en los domicilios de aquellas personas con las que tenían mas afinidad para felicitarle las Navidades, y éstas les obsequiaban ofreciéndoles los productos típicos de la cena de aquella noche, la bota de vino para los caballeros, y dulces caseros con una copita de licor, para las damas. En agradecimiento, los cantores, entonaban los villancicos  más representativos de la Nochebuena, letras por todos conocidas y que cada año se repetían por la misma fecha. Pero quizás, el más del agrado de los dueños de la casa, era aquel en el cual se cambiaba una de los estrofas en atención a la profesión del dueño de la casa, que solía variar en cada vivienda. Por citar un ejemplo:
 
Esta casa es alta y baja
 aquí vive un panadero,
tiene a una mujer bonita
los hijos como luceros.
 
Deme el aguinaldo
señora por Dios,
que venimos cuatro
y entraremos dos.