Interior del Santuario.
Cuando escribo este comentario estamos en el primer día de la primavera de este mes de Marzo del 2016. El viernes de esta semana, antes de ayer, pórtico de la Semana Santa, conocido también por los creyentes con el nombre de VIERNES DE DOLORES, para muchos de los devotos es un día señalado en el calendario para hacerle una visita a la Virgen de los Dolores, la misma que se apareció en este Santo Lugar hace ya, de aquello, la friolera de setenta años. Muchos años son y muchas cosas, desde entonces, han ocurrido a nuestro alrededor. Al observar las fotografías que se han publicado sobre los actos celebrados esta semana en Chandavila, y que algunas de ellas os inserto en este comentario, nos quedamos un poco asombrados de como, a pesar de la tarde lluviosa que se presentaba, utilizando diferentes medios de transportes, algunos en autobuses y la mayoría en automóviles particulares, con gran afluencia de público, los actos religiosos programados, se celebraron.
Los fieles bajo la lluvia.
Este comportamiento no es normal. Aquí
estamos acostumbrados que, cuando el tiempo no acompaña, como dicen algunos
carteles, y si el tiempo si lo impide, cualquier evento se suspende. Eso aquí
no sucedió. Ya lo veis. Bajo los paraguas y soportando un día totalmente
desapacible, la gente vino.
Repartiendo la comunión a la intemperie.
Otro momento de la liturgia.
Una minoria pudo cobijarse en los soportales.
Los fieles vinieron a rezarle a la Virgen, aquí a Chandavila, junto a la frontera con Portugal, un lugar situado en la comarca llamada de La Raya, situado a unos 500 metros del Marco, un caserío atravesado por un riachuelo, el Abrilongo, donde las autoridades de la época marcaron, de esto hace ya unos 165 años, la línea o raya imaginaria a la que nos referimos. Algunos se desplazaron para pasar la tarde y darles
gracias a la Virgen por los favores recibidos y otros a contarles sus penas, de las que tantas
hay en cada casa de vecino.
Aqui aparcaron algunos de los autobuses
Vinieron españoles y también
portugueses, porque esta Virgen es tan nuestra como suya. No de ahora, si no
desde los más de setenta años que han pasado de aquel de 1945. Lo que ocurre que, entonces, era casi verano, finales del
mes de mayo, y el calor que suele hacer en Extremadura en esos días es para
quitarse la chaqueta, la chaqueta o la rebeca. Entonces vino mucha gente, tal
como narran los medios informativos de la época y, desde entonces, los fieles
no han parado de acercarse a Chandavila. Por eso este lugar ha crecido tanto,
para intentar alojar y dar descanso a cuantos visitantes lo necesiten.
Los fieles, bajo un mar de paraguas rezan por la Via Sacra
Como os comentaba al principio, observando las imágenes citadas, apreciando la cantidad de gentes que suele venir en cualquier
fecha del año y, sobre todo, cada vez que se celebran actos litúrgicos importantes, habrá que
ir pensando en hacer más grande la casa. Seguramente que más de uno de vosotros también lo habrá lo creerá así.
Impresionante, soportando la lluvia.
Ocurre en cualquier familia numerosa, cuando ésta crece, hay que
pensar en buscar una vivienda mayor.
Muchos de los files que se desplazan hasta aquí son gente que necesitan protección. Habrá
que acordarse de ellos y ver que se puede hacer. Todo es comenzar, cuajar la idea
y ponerse manos a la obra. A ver que pasa.
El Santuario totalmente repleto
No creo que el proyecto fuere difícil de conseguir. Todo es ponerse. Si nos remontamos en el tiempo, recién terminada la Guerra Civil, en 1945, lograr algo si que era tarea casi imposible, y sin embargo así se construyò la primera capilla en este lugar. Primero un simple altar de mamposteria y sobre el mismo colocaron una imagen pequeñita de la Virgen, donada por un devoto madrileño, un hecho que hizo sentirse feliz a los habitantes del pueblo, ya que se conformaban con muy poco.
La ermita.
Interior de la ermita.
En estos casos siempre surge el líder y en esta ocasión, el alcalde de entonces, Agustín Costo, un joven herrador, alto y fuerte, con voz de
mando, metido a político, tomó las
riendas del asunto. Dinero no había, pero carros y carretas, los que quisieras.
Construirse un carro no era difícil y entre los artesanos de la época existían
los navegones, buenos profesionales que se encargaban de construirlos, utilizando las maderas de los bosques, abundantes en el entorno. Así que el señor alcalde, utilizando los medios a su
alcance, el pregonero oficial, publicó el correspondiente bando citando a los propietarios
de carros y carretas para que asistieran a una reunión en el Ayuntamiento.
Había
que contribuir generosamente y cada uno tenía que llevar las piedras al sitio de
Chandavila. Piedras de pizarra que solo había que sacarlas de las pedreras
de las muchas que abundan por aquí. Y el camino de la Sierra se llenó de carretas con bueyes
y carros con mulas. Para este menester contó con la colaboración de la Guardia
Civil, que dinero no había pero de números de la benemérita, el pueblo estaba
lleno. Hasta una compañía de civiles llegó haber en el pueblo, y fueron éstos los que vigilaron que los trabajos se hicieran con honestidad y sin problemas.
Y así comenzó la aventura de levantar las
paredes. Pero como siempre sucede, surgen gente buena, benefactores
altruistas, que aquí no faltaron. En el tema de la capilla fueron muchos los donativos llegados mas allá de las fronteras del municipio, aunque aquí también todo el pueblo se volcó aportando cada vecino lo que buenamente se pudo, unos con limosnas y otros con piedras extraídas por jornaleros de las pedreras, aunque hay que destacar la generosidad de una mujer, la señora Francisca Pérez, quien generosamente pagó a los albañiles, de su bolsillo, los jornales que se necesitaron para construirla.