No hace mucho tiempo, la Junta de Extremadura, a nivel
turístico, vendía la imagen de nuestra Comunidad con el slogan, “Extremadura
Verde”. Y es cierto, la mayor parte de
los meses del año, a vista de pájaro, la
vegetación impera sobre los campos extremeños.
Y en este apartado, La Codosera tiene mucho que vender de
cara al turismo, no solamente interior, si no también fuera de nuestras fronteras, toda vez que ya habitan entre nosotros ciudadanos venido de
otras partes del mundo. Alemanes, belgas, rusos, chilenos, colombianos y
portugueses, ya viven entre nosotros gran parte del año, disfrutando de nuestro paisaje natural, nuestra gastronomía, nuestras fiestas y tradiciones y, sobre todo, nuestra hospitalidad.
Sin duda
alguna, el patrimonio más importante del municipio sean el agua y sus ríos. Si
al Guadiana los romanos le llamaron “el Rio de los Ánades”, el Gévora debería
de ser “el río del canto de las aves”.
Procedente de La Codosera, el Gévora, a la izquierda de la fotografía desembocando en el Guadiana a su su paso por Badajoz.
De pequeño aprendí cuan importante era vivir junto a la ribera, como entonces se le llamaba, hoy rio
Gévora, tan cercano al casco urbano. El río, que irrumpe en las tierras de La
Codosera, entra por La Rabaza procedente de Portugal, donde tienes sus fuentes, cercanas al pico de San Mamede en el paraje de Sete. Hasta la misma frontera, llega bravo y encallejonado, conformando un relieve fluvial dinámico y
sorprendente, recibiendo el aporte de pequeños riachuelos, algunos de los
cuales formando bellas y sorprendentes cascadas.
Con la llegada del buen tiempo, la mayoría de los niños de mi edad pasábamos gran parte de nuestro tiempo libre con los pies dentro del agua, lanzando guijarros para cortar la superficie de una corriente de aguas transparente y cristalina que bajaba desde la sierra cercana. A nuestro alrededor había peces, de vez en cuando veías alguna culebrilla escurridiza y te gustaba escuchar el croar de las ranas escondidas entre los juncos. Bañarse en sus aguas tan frías en verano, era una delicia refrescante y una forma de compartir amistad y juego con compañeros y amigos.
Además, el rio ha sido su columna vertebral para el municipio. Esto se ha traducido en un esfuerzo constante de sus habitantes para aprovechar sus aguas vivificantes. La progresiva conquista de su cauce a base, primero de molinos harineros y almazaras y posteriormente pequeños y rudimentarios embalses y canales
Paraje del Molino el Duque.
Con la llegada del buen tiempo, la mayoría de los niños de mi edad pasábamos gran parte de nuestro tiempo libre con los pies dentro del agua, lanzando guijarros para cortar la superficie de una corriente de aguas transparente y cristalina que bajaba desde la sierra cercana. A nuestro alrededor había peces, de vez en cuando veías alguna culebrilla escurridiza y te gustaba escuchar el croar de las ranas escondidas entre los juncos. Bañarse en sus aguas tan frías en verano, era una delicia refrescante y una forma de compartir amistad y juego con compañeros y amigos.
El Gévora a su paso por La Codosera
Además, el rio ha sido su columna vertebral para el municipio. Esto se ha traducido en un esfuerzo constante de sus habitantes para aprovechar sus aguas vivificantes. La progresiva conquista de su cauce a base, primero de molinos harineros y almazaras y posteriormente pequeños y rudimentarios embalses y canales
No abundan tantos pueblos españoles con un número tan
importante de ríos, regatos y riachuelos, como aquí, para disfrute de sus
habitantes y forasteros. Aguas para
beber, para regar o para albergar fauna y flora bellísima, sobre todo en los
meses de primavera y verano.
Esta constante del agua regando sus tierras, hizo que, desde siempre, el hombre se afincará laborando sus tierras, allí donde la carencia del líquido elemento no era problema. De esta forma surgieron tierras cultivadas, transformadas por el esfuerzo humano y, junto a ellas, en pequeñas parcelas, la vivienda para habitar. Casas blancas, encaladas, gracias al yacimiento cercano de La Calera, donde cada año los obreros y el horno no paraban de sacar las piedras necesarias para blanquear las paredes, tanto exterior e interiores de los hogares de este lugar y de otros muchos municipios de la región .
Casa rural de Lavarse
Esta constante del agua regando sus tierras, hizo que, desde siempre, el hombre se afincará laborando sus tierras, allí donde la carencia del líquido elemento no era problema. De esta forma surgieron tierras cultivadas, transformadas por el esfuerzo humano y, junto a ellas, en pequeñas parcelas, la vivienda para habitar. Casas blancas, encaladas, gracias al yacimiento cercano de La Calera, donde cada año los obreros y el horno no paraban de sacar las piedras necesarias para blanquear las paredes, tanto exterior e interiores de los hogares de este lugar y de otros muchos municipios de la región .
Y así nació la campiña en este rincón fronterizo, conocido
como La Raya, primero portuguesa y luego castellana y española, donde se mezclan el terreno secano con el
regadío, la arboleda abundante entre las
tierras fértiles, en un campo salpicado de casas blancas con altas
chimeneas, que alegraban, y aun lo siguen haciendo, el verde paisaje de este lugar.
Santuario de la Virgen de Chandavila
Jardines de Chandavila
Amanecer en Chandavila
Esto ocurrió asi durante muchos años, quizás siglos.
Atendiendo al topónimo de cada lugar, observamos que sus raíces son puramente
portuguesas, igual que lo fueron estas
tierras hasta el Tratado de Alcañices. Como ejemplo solo hay que fijarse en algunos, como Chandavila,
(Chao da Vila, suelo de la villa) Bacoco (Vao Covo, baden de la cueva),
La Varse (A Varzea, la vega) , La Rolera,( la tórtola), Los Bastos, Gevorete (Sourete), Valdepontes,
Cardeira, etc., etc.,
A La Codosera, la historia le guardó en mas de una ocasión,
una mala pasada por su posición geográfica, situada en los confines de dos reinos
opuestos, de la que, casi siempre, salió mal parada. Pero sin embargo, si que jugó un papel importante como moneda de cambio en las negociaciones entre el reino de Castilla y Portugal para negociar un acuerdo y conformar la frontera que hoy todos conocemos. No hay duda que, de no haber sido por sus ríos, el pueblo hubiese desaparecido,
como lo hicieron otros núcleos cercanos, o existiría de otra forma diferente.
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Consultado el mapa topográfico de La Codosera y su entorno,
es sorprendente la cantidad de nombres de parajes que figuran reflejados y que a continuación os indico:
Quizas los mas conocidos son los
siguientes:
Chandavila, El Marco, La Tojera,
La Rabaza, Bacoco, Lavarse, La Centena, La Sierra del Lugar y La
Peña la Niña.
Estos y el resto que les
indico, forman el conjunto del paisaje
natural codoserano. Cada uno de ellos, con sus singularidades particulares,
ayudan a enriquecer al resto y entre todos conforman el mapa de este rincón entrañable de una comarca que comienza a
tener peso en el panorama turístico, conocida como La Raya y que son:
Paraje de Los Castañales
-Pan de Trigo, Buenavista, Los
Barcias, La Galera, La Calera, Nave
Redonda, Valle Seco, Valdevino, La Herrumbrosa, La Breña, Los Baldios, Valdemoros,
La Mina, Los Bastos, Monte Viejo, Los Barrancones, La Rolera, Las Caserita,
Valle Seco, Los Castros, La Changarrilla, El Puente, Valdelorenzo, Los
Zahurdones, La Fábrica, Los Millares, El Batán, Valongo, La Borranchona,
Cardeira, La Quinta el Café, El Molino del Duque, Los Castañales, Majada Alta,
Valdepontes, Los Toriles y El Boquerón de Jola.
Rio Abrilongo a su paso por El Marco
Paraje de Pan de Trigo