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Marcelina Barroso muy joven,
Nacida el dia 10 de enero del año 1935. En aquellos años, cuando la fotografía en no estaba tan desarrollada como ahora, y fue vista por primera vez por el periodista del Diario Informaciones de Madrid, José de la Cueva, quien la describía como una niña rural, de cara redonda, un poco baja para su edad, de nariz un poco respingona, como si fuese una de las niñas que en cuadros pintara el conocido artista extremeño, Eugenio Hermoso, boca graciosa, ojos mas bien pequeños pero bonitos y vivos, pelo negro y peinada como una niña de su edad, pues aquella niña, hoy dedicada a la vida contemplativa cumplirá dentro dos meses los noventa años de edad y, aunque actualmente no resida en el pueblo, todo el mundo la recuerda y la quiere, no solo los de aquí, si no en otros muchos lugares, dentro y fuera de nuestra región extremeña, pues su vida está relacionada con las apariciones de la Virgen María en Chandavila, cuando contaba diez años de edad. Esta que les inserto, es la historia que todos conocemos y que, ahora, a los casi ochenta años transcurridos de aquellos momentos vividos, en los cuales fue la primera protagonista, los hechos recobran una dimensión mundial dentro del mundo católico, pues todos hemos recibido con júbilo como, la Santa Sede ha reconocido a través de una carta dirigida al Arzobispo de Mérida-Badajoz, Monseñor José Rodríguez Carballo, la riqueza espiritual que supone el Santuario de Nuestra Señora de los Dolores de Chandavila, en la localidad de La Codosera. La carta, que lleva por título “Una luz en España", está firmada por el Papa y por el cardenal Víctor Manuel Fernández, Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. En ella, tras referirse a las “experiencias espirituales que Marcelina Barroso Expósito y Afra Brígido Blanco vivieron separadamente”, anima a que “el Santuario de Chandavila, heredero de una rica historia de simplicidad, de pocas palabras y mucha devoción, siga ofreciendo a los fieles que quieran acercarse, un ámbito de paz interior, consuelo y conversión". Esta es la primera declaración oficial de la Iglesia, en sus más altas instancias, acerca del Santuario de Ntra. Sra. de los Dolores de Chandavila, después de casi ochenta años en que surgió esta devoción en el entorno de La Codosera, a partir de las experiencias espirituales de estas dos mujeres sencillas y tras décadas en que se ha consolidado esta popular devoción a la Virgen, que ha convertido este lugar en un verdadero foco de peregrinaciones. Esta es la historia de,
las aparicones marianas de la codosera.
en el paraje denominado Chandavila, cerca de la población
pacense de La Codosera, distante algo mas de dos kms.donde, en 1945 se
produjeron las apariciones milagrosas que acapararon la atención de los vecinos
de la época y de gente venidos fuera de nuestras frontera, incluso desde
Portugal, los testigos de estas apariciones marianas fueron dos
niñas, Marcelina y Afra.
A las tres de la tarde
del 27 de mayo de 1945, Marcelina Barroso, de diez años de edad, iba camino del
caserío El Marco junto a su prima, Agustina González para cumplimentar un
encargo de su madre. No habían recorrido más de dos kilómetros, cuando,
al pasar por la zona conocida como Chandavila, Marcelina reparó en un
extraño y oscuro bulto que se divisaba a unos sesenta metros sobre un castaño.
No haciéndole demasiado caso pensó que a la vuelta repararía si aquel extraño
objeto continuaba allí. A la vuelta la pequeña Marcelina muerta de curiosidad
volvió a mirar sobre el mismo castaño y cual fue su asombro al distinguir claramente
a la Virgen María, con manto negro, se encontraba envuelta en unos rayos
luminosos y elevada sobre la mitad del tronco, estaba de perfil mirando hacia
el pueblo con las manos juntas y un rostro bellísimo reflejaba una divina
tristeza. Desaparecida al cabo de unos segundos la visión Marcelina echó a
correr hasta el pueblo, junto a su prima, a pesar de que Agustina no había
visto nada. Al llegar a casa, pensó en guardar silencio, pero no pudiendo
tenérselo callado se lo contó a su madre y el hecho se extendió como la pólvora
por todo el vecindario.
Lejos de olvidarse
aquel extraordinario acontecimiento, ocho días después, el 4 de junio por la
mañana volvió a aparecerse la Virgen a Marcelina pidiéndole que volviese por la
tarde, ya que tenía que hacer un sacrificio en presencia de los vecinos.
Habiéndose corrido la voz tras esta segunda aparición más de un millar de
personas de La Codosera y alrededores se congregaron en Chandavila. Sucedió que, estando
Marcelina a unos sesenta metros del castaño, pronto se manifestó en el cielo
Nuestra Señora de los Dolores, que, poco a poco fue descendiendo hasta posarse
delante del árbol, como lo hiciera la primera vez.
La Virgen invitó
a Marcelina a que caminase de rodillas hasta llegar a Ella, pero la niña al ver que el
suelo estaba lleno de piedras de punta, espinos y terrones resecos puso
reparos, la Virgen le dijo que no temiera y le aseguró que por el camino que
fuera andando iría colocando una alfombra de juncos y hierbas. Marcelina
comenzó a avanzar de rodillas abriéndose camino entre la multitud y se paró
frente al castaño, donde permaneció unos diez minutos arrodillada en estado de éxtasis.
Posteriormente contó que durante el tiempo que estuvo ese tiempo vio como se
entreabrió el castaño y apareció detrás de él, adornada de lámparas preciosas,
una hermosa iglesia, en su altar se hallaba la Virgen María que le indicó que
mojase sus dedos en la pila del agua bendita y se santiguase. Tras esto la
aparición bajó del retablo y le preguntó si quería irse con ella. Al
contestarle: "Sí, Señora, ahora mismo", la Santísima Virgen la
sonrió, la abrazó y la besó en la frente, sintiendo la niña sobre su cara el
roce del manto de la Madre de Dios. Además, le expresó su deseo de que en el
mismo lugar se levantase en su honor una capilla. Al volver del éxtasis,
Marcelina, no tenían señal ni rasguño alguno en sus rodillas a pesar de haber
caminado sesenta metros por el suelo pedregoso. Ella fue la única persona de
los presentes que pudo contemplar a la Virgen, debido a su estado de éxtasis.
Marcelina, posteriormente tuvo más encuentros con la Virgen, en unas ocasiones
estuvo acompañada de su maestra, doña Josefa Martín y en otras de su amiga
Afra.
De forma paralela a
estos hechos narrados, se produjeron las visiones de Afra Brígido Blanco. Afra,
de diecisiete años, a las tres de la tarde del 30 de Mayo de 1945 (festividad
del Corpus) fue con sus amigas al paraje de Chandavila. Era la misma hora en
que Marcelina vio la aparición. Nada más llegar al lugar le pareció ver, entre
unas nubes, algo que parecía una capilla y una silueta con la forma de una
cruz. No dándole demasiada importancia, volvió al día siguiente y a esa misma
hora se sentó frente al castaño de las apariciones, y vio salir de entre las
nubes un objeto oscuro, que al irse acercando, dejó perfilada la imagen de la
Virgen Dolorosa, con el rostro vuelto hacia la derecha. A causa de la fuerte
impresión, Afra, se desmayó y al volver en sí, muy asustada corrió hasta su
casa. A los pocos días de sucederse este hecho falleció su abuela paterna, Afra
se vistió de luto y durante unos días apenas salio a la calle. Pero la
insistencia de sus amigas la convencieron para volver a Chandavila Era el 17 de
Junio, y sentada al pie de uno de los castaños volvió a ver la aparición de
forma idéntica a la vez anterior. Entró en éxtasis y comenzó a andar de
rodillas en dirección a la Virgen por el regato. La Virgen le pidió que se
levante, y continuase andando hacia Ella. Al llegar allí se arrodilló,
y entabló una conversación con la Virgen. Ésta le dijo que siempre estaría
a su lado, le comunicó un secreto, le predijo grandes sufrimientos y al final
le mandó un beso para Marcelina (que estaba allí presente), y le pidió que se
persignase. En otras apariciones posteriores, la Virgen pidió el rezo del Santo
Rosario y la construcción de una ermita en aquel lugar, así como que cantara en
la misa solemne del día 4 de Septiembre.
Posteriormente, desde
el domingo, 21 de Julio, hasta el 24, víspera de Santiago, Afra estuvo junto a
unas amigas, entre las que se encontraba Marcelina, en Villar del Rey
visitaron la ermita de Nuestra señora de la Encarnación. Durante varios días
acudieron al templo mañana y tarde, en una de sus visitas, concretamente en la
que se produjo el lunes, día 22 y cuando estaban realizando el Vía Crucis, Afra,
entró en éxtasis en la XI estación, delante de un cuadro de la Santísima
Trinidad, colocado al lado de la Epístola, casi en el centro de la ermita, y
vio el calvario de Nuestro Señor Jesucristo y su crucifixión, sintiendo un
dolor muy agudo en las palmas de las manos. A raíz de este hecho le salieron
unas llagas en las manos, con incisión en el centro, después otras llagas en el
costado, que chorreaban sangre, produciéndole un dolor insoportable, y
finalmente llagas en los pies. Las llagas de manos y pies con el tiempo fueron
haciéndose más grandes. La sangre le brotaba principalmente los viernes, Afra
fue sometida a exámenes médicos y a diversas curas por parte de un enfermero,
sin conseguir que las heridas cicatrizasen. Cuentan que era curioso el olor
que despedían las llagas, un olor perfumado y agradable.
A pesar de que,
como hemos visto, las apariciones en Chandavila comenzaron a
"oficializarse" en 1945, ya setenta y cinco años antes se había
producido una posible aparición. En aquella época, concretamente en junio de
1870, una niña aseguró ver a la Virgen en "Valleseco", cerca de
Chandavila. Con tal motivo, los vecinos del pueblo acudieron al lugar, muy
cerca de donde ahora se levanta el Santuario de Chandavila y el párroco de entonces,
Agustín Rubio Mero, ofició una misa de campaña en el lugar de la presunta
aparición.
Tras ver estas
apariciones Marcelina estuvo en un colegio de religiosas de Villafranca de Los
Barros para posteriormente ingresar como religiosa, en la Congregación de
Hermanitas de la Cruz, el 2 de Agosto de 1.975, en Sevilla, dedicándose al
cuidado de enfermos, huérfanos, pobres y ancianos, tomando como nombre Sor
María de la Misericordia de la Cruz. Por otro lado, Afra vivió y trabajó en un
hospital, en Madrid, dedicándose a obras de caridad, hasta su muerte el 23 de
Agosto del 2008, a la edad de 80 años, tras una larga y penosa enfermedad.
Las obras de la construcción
del Santuario, sufragado con aportaciones de los fieles devotos, comenzaron el
27 de Mayo de 1.947. El complejo religioso está compuesto por una pequeña
capilla que cubre y encierra el tronco del castaño donde se manifestó la Virgen, y un santuario presidido por la imagen de Nuestra Señora de Chandavila.
El santuario de Chandavila, actualmente es el templo posicionado en segundo lugar mas visitado dentro de Extremadura, detrás del de Ntra Señora de
Guadalupe.