sábado, 3 de diciembre de 2016

LA CASA DEL MIEDO.




Estado en el que se encuentra la Casa del Miedo



LA CODOSERA.- La Casa del Miedo.


 En cada pueblo y en cada lugar existen lugares únicos que son  parte importante de la historia cultural propia. Aquí, en este rincón entrañable de suelo extremeño, no iba a ser diferente,  a pesar de todo eso que se cuenta  que “en La Codosera las cosas son de otra manera”, que va. Aquí como en todas partes tenemos nuestras cosas heredadas de nuestros antepasados, algunas de ellas llevan siglos formando parte del entorno, como por ejemplo, por citar algunas muy importantes, tenemos un Castillo del que no sabemos mucho debido a que la propieda se encuentra en manos particulares y de escavar para ver que hay debajo de las piedras, hasta ahora, ni mijita. En el subsuelo del patio de armas de la fortaleza hay inicios de escaleras sin escavar y por tanto,  sin saber hasta donde llegan. Ni por curiosidad, a nadie le ha dado por sacar un poco de tierra y asi no enteraríamos todos a donde conducen. Eso en cuanto al tema del Castillo. Pero también en el pueblo hay otros monumentos. Existe una iglesia que dicen del siglo XIV, pero que en su piedras talladas hay elementos identificativos que nos dicen que fueron los templarios llegados a Portugal, cuando estas tierras eran portuguesas, quienes la edificaron, por tanto la fecha debe de ser errónea ya que los Caballeros de la Orden del Temple llegaron a Portugal en el siglo XII y se marcharon un siglo después.

Otro de los icono que teníamos y anda por ahí sumergido en las aguas del Gévora, es el puente romano o  medieval que, por su gran belleza fue conocido como un monumento único en muchos kms a la redonda. Pues ahí están las piedras sumergidas en las aguas sin que nadie se acuerde que hay que repararlos para que se conozca por todos  el buen servicio que, durante siglos, dio a los vecinos de estos parajes.

 Bueno, del siguiente caso que a continuación les indico, este ya es para nota. Resulta que el pueblo, como todos los municipios antiguos, tenía su edificio conocido como el  ayuntamiento y situado en la plaza de su mismo nombre, con una fachada documentada tal como consta en la placa de granito colocada en su fachada principal, AÑO 1712, fachada blanca, encalada con  entrada porticada de piedra labrada y balcones de forja. Pues bien, así de golpe, como quien no quiere la cosa, el viejo caserón hace no muchos años que se quedó pequeño y como en otros tantos lugares, se acordó construir uno nuevo y moderno, que diera servicio a las necesidades de la población. El edificio viejo se quedó donde estaba pero, como  no se sabía que hacer con él, ¿que es lo que se ocurrió a los responsables de velar por el patrimonio histórico?,  construir una nueva planta delante de la fachada principal capaz de albergar el Hogar del Pensionista. Así, de un plumazo, los tres siglos de historia quedaron sepultados por el ladrillo con cemento. Ahora si, ahora existe un nuevo balcón que luce la fachada  mayor que los antiguos, todo corrido, una cosa moderna, no como los otros que eran mas catetos. Magnífica idea. De pena diría yo, o para llorar, mejor.

Este pueblo tiene tantas cosas que, a veces, hasta olvidamos que existen. El paisaje es espectacular, de ermitas, desde la época de los romanos, hay tantas, que  pocos pueblos en números nos ganan. Ahí  está tambien la frontera con Portugal, cargada de vivencias y de historias de contrabandistas y, precisamente, ahí en la misma Raya, sobre el riachuelo que la divide, tenemos un puente, pero no un puente cualquiera, es el Puente Internacional mas Pequeño del Mundo. Está situado en el caserio de El Marco,  en las aguas del Abrilongo. Un bello puente de madera que ha sustituido a tantos otros que hubo, primeros con una simple tabla de madera y despues metalicos, casi clandestinos, que formaron parte del comercio de contrabando que por alli deambulaba. 

Para los lectores que no conozcan el pueblo os dareis cuentas de la cantidad de cosas que tiene. Y ahí vamos.   Existe un lugar que ha dado mucho que hablar en el pasado y sobre el que se han escrito en los medios ríos de tinta. Me refiero a la Casa del Miedo.

La Casa del Miedo se corresponde con una vieja construcción, abandonada desde hace bastantes años,  situada en una encrucijada de caminos, distantes de la población a poco mas de 2 kms. Y muy próxima a la raya fronteriza con Portugal. Sobre esta vieja vivienda, los medios de comunicación, prensa, radio y TV, han escrito y emitido sus programaciones desde hace varios años y, últimamente, con bastante más frecuencia. Este lugar es pues un foco de atención interesante para los amantes de los temas de misterios por resolver.  Sea como fuere, el caso es que los antiguos habitantes de la vivienda en su dia decidieron abandonarla y, desde entonces, nadie ha osado habitarla. Por que, según las leyendas que se cuentan sobre ella, los hechos no solo han ocurrido en el interior, si no que incluso vecinos del pueblo que frecuentemente pasaban por sus inmediaciones han sido sorprendidos por los llamados espíritus que velozmente salían de la casa y los agredían. Dicen que, incluso las caballerías que cruzaban frente a la vivienda, en determinados casos, se ponían nerviosas y era imposible dominarlas.


Sea como fuere, el caso es que la historia está ahí y la casa también. Y a esto último me quiero referir. Que es una lastima el estado de casi ruina que presenta la vivienda sin que nadie se ocupe de reparar los desperfectos que ocasionalmente se van produciendo como consecuencia del paso de tiempo.  Igual cuando pasen algunos años se haya derrumbado y solo quede el recuerdo de lo que allí hubo. Quizás ya no vengan periodistas y técnicos de televisión y el pueblo haya perdido una de sus leyendas. Lo mismo algo se puede hacer y adecentar un poco la vivienda. Igual no tiene ni dueño y es cuestión de verlo y estudiar la forma de recuperarla. A La Codosera que es un pueblo turísticos y que sus habitantes apuestan por fomentarlo,  no le vendría mal incorporarla en una de sus rutas.  

lunes, 14 de noviembre de 2016

UNA MIRADA DESDE EL CASTILLO

LA CODOSERA. Una mirada a traves de la fotografía.

A veces deambulamos por las calles del pueblo,  absortos en nuestros pensamientos, sin darnos cuenta de la belleza que tenemos a nuestro alrededor.




La Codosera. El pueblo de las tres torres, la del Campanario, la del Santo y la del Reloj.


Sin embargo, cuando en alguna ocasión, hasta nuestras manos llega una fotografía, como esta que os inserto, le solemos prestar atención y perder un momento de nuestro tiempo para analizar cada detalle del lugar que contemplamos. 


La Codosera, año 1950

                                La panorçamica esta tomada en la década de los años cincuenta, la fecha en la cual el fotógrafo captó la instantánea de este bonito pueblo,  La Codosera, la cual vamos a comentar, no el resto de fotografìas que ilustran el preente comentario, y, ¿que es lo que vemos en ella?, nos preguntamos. Si la fotografía fuese en color, diríamos que el verde destacaría sobre los demás. En esta ocasión, al ser en blanco y negro y sus matices, sobre el gris destaca el color blanco de sus fachadas encaladas


La Codosera en la actualidad.


                                A pesar de que en  esta fecha,  el censo superaba los 4.000 habitantes, el casco urbano era muy reducido y por lo tanto un pueblo con una importante densidad de población.

                                     Si la fotografía la estudiamos de arriba a abajo, a la izquierda, en solitario junto al cauce del río Gevora, contemplamos el Cortijo de la familia del Solar y, a la derecha, podemos ver la via que, partiendo desde el pueblo, conocida desde siempre con el nombre de  La Carretera,  pasaba justo, en el Cruce con la carretera de Alburquerue,  junto  al Quiosco de Ramón Macias, cuya imagen tambien se vislumbra.


La Carretera, hoy Avda. Agustin Gómez del Solar. 

Antigua Carretera, hoy calle Ramón y Cajal


               A la izquierda del Quiosco, en pleno campo, observamos la formación de cepas  perfectamente alineadas, correspondientes a la viña de los Brigidines, hoy convertida en una gran urbanización. La carretera llegaba hasta el Paraje del Puente, la zona industrial, donde se encontraban asentadas, desde los primeros años del siglo XIX,  la central eléctrica, la fábrica de harinas, la panaderia, una de la aserradoras de maderas y una moderna almazara. 


Paraje de El Puente

                               Otro  punto que llama nuestra atención es el acceso al  alto donde se ubica el Cementerio, cuyo interior se divisa desde cualquier rincón de la población y, bajando hasta el núcleo urbano, se distinguen casi todas las calles, de las catorce que formaban el conglomerado. Son nombres populares y fáciles de pronunciar. Partiendo desde las laderas del castillo y, siempre buscando la llanura, así se llamaban, la calle Rica, la calle Alta, la calle Ventosa, la calle Nueva, la calle Santa Maria, la calle Cantarrana, la calle Arrabal, la calle de la Luz, (conocida tambien como Las Casitas de Tierra),  con su travesia de igual nombre, la calle Otero, ( nombrada popularmente como El Lutero), la calle de la Fuente y la Carretera. Cuatro plazas o llanos tenía, la plaza Alta, la de la Iglesia, la de la Fuente y la de la Estación del Calvario. Pero además tenía dos barrios, el de San Miguel y el de la Luz, ambos con sus capillas y sus santos correspondientes y junto a ellos, dos ejidos, el del Potril y el de la Luz.


Calle Cantarrana, conocida tambien como del Regato, hoy Primo de Rivera 


                            Entre los edificios que sobresalen, tenemos la fachada del Ayuntamiento en un primer plano y la Torre del Reloj, muy semejante a las que existen en el mundo árabe y, a la derecha la gran fachada de la zapatería de Manuel Gómez, escuela de aprendizaje desde donde salieron los mejores zapateros de la época. Mas a la derecha y ya en  la otra plaza, la fachada de la Iglesia con la espadaña o campanario, sustitución de la Torre original desaparecida en la Guerra de la Independencia, que los portugueses llaman de Restauración, y  que mantuvimos con ello y, a la izquierda del templo, observamos una gran fachada blanca donde estuvo ubicada la delegación del Gobierno o sede de la Policia, cuando el pueblo era puerto seco y aquí se tramitaban los asuntos fronterizos. Y por ultimo, resaltando sobre los demás, la fachada blanca, al final de la calle Cantarrana, el casoplón  propiedad de la familia Rubio-Barroso, deshabitado y en un estado decadente casi de abandono desde hace décadas y en espera de que alguién lo compre (podía ser el Ayuntamiento, (puesto que la propiedad la tiene en venta),  y le devuelva el esplendor que antaño tuvo. 

                           ¿Que más observamos que llame nuestra atención?. La distribución del tejido urbano. Calles largas en paralelo con sus travesias correspondientes y casi en el centro, como obstaculizando el camino, una huerta, la de los Meros y, a la derecha, cruzando la calleja, una gran masa de arboleda sobre una tierra fértil, la Huerta de los Nogales,  de la que dijo el cronista portugués, Aires Varelha, alla por el año 1641,  "Tem aquelha vila uma abundantisima fonte que fertiliza a muitas e agraçadas hortas, que acomodam con regalos aos moradores"




domingo, 6 de noviembre de 2016

LA FAMILIA DE JAVIER SAMA



LA FAMILIA DE JAVIER SAMA



La Codosera, año 1950

                     Los recuerdos que guardo de esta familia son muy entrañables por cuanto formaron durante años, aquellos de los que guardo una grata memoria, parte del vecindario de mi calle.



En la fotografía el matrimonio de churreros formado por Dolores y Joaquín, que aquí les muestro con los preparos necesarios para fabricar los buñuelos, mas o menos como los del matrimonio Sama. 


               Saturnino Sama, el siñó Saturnino, el Biñoloro,  junto con su mujer, la señora Francisca la Biñolora, eran churreros de profesión, tal como diríamos ahora, aunque a los churros de entonces, en el pueblo con su forma singular de hablar,  se les llamaba biñuelos. Vivían a mitad de la  calle Arrabal, la que hoy es General Navarro, por encima de José el Barbero y más abajo del bar del señor Manuel Silva, una de las calles con más actividad comercial. En la misma acera, al final, estaba el bar del señor Malaque, más abajo la bodega de la familia Rubio, la casa de Ramón Macias, por bajo de ellos, donde tenía su coche de viajeros, mis padres, a continuación, con la panadería y vendiendo y comprando todo lo que caía por allí. Agustín Costo, el alcalde, con el único despacho de vinos a granel que por entonces había y, abajo del todo, en la esquina, la señora Paula Barroso con su ultramarinos.



La Codosera año 1960

                        Era esta una calle perfectamente empedrada donde cada año el ayuntamiento reclutaba a los obreros en paro para arreglar los desperfectos que se hubieron producido en la calzada. Si alguna señora manifestaba que su marido estaba trabajando en las décimas se sabía que era este tipo de trabajo por cuenta del ayuntamiento. Lo de décima era que el dinero recibido en el ayuntamiento no llegaba para dar jornales a todo el mundo y por ello, listado en mano, cada uno trabajaba diez días, lo que dio lugar a llamarlo así, décim



Parte de la familia de Javier Sama. 

                              La casa del matrimonio Sama disponía de un zaguán en donde, cada mañana,  instalaban los utensilios necesarios para hacer los buñuelos pero, si el tiempo lo permitia, la anafre con la lumbre, la mesa, la leña y todo lo demás,  se colocaba en mitad de la calle, un lugar donde no estorbaba, ya que los coches apenas había, algún carro solía pasar de vez en cuando, o bestias y reses camino de la fuente, pero sin problemas, había espacio libre de sobra.  La buñolora era la siñá Francisca y su marido el pinche. Y así era como cada mañana, muy temprano, la calle se llenaba de clientes, plato en mano para transportarlos, a comprar los buñuelos calentitos.



Javier Sama arriba el primero por la izquierda, alumno de la escuela de música municipal.



                               El matrimonio tuvo cuatro hijos, Isabel, Javier, Juan y Quico. Isabel y Francisco emigraron y Javier y Juan se quedaron a vivir en el pueblo, Juan de jornalero y Javier con un trabajo estable dentro del Ayuntamiento, ya que fue uno de los cinco municipales que habia en plantilla, compañero de Quico el Aguacil, Tito Bolo y José el de las Datas, además de un cabo al mando de todos ellos. Fue municipal y músico ya que, según observamos en la fotografía que les inserto, era el encargado de tocar el tambor. Así pues, municipal, músico y pregonero. Si, si, pregonero pero de los antiguos, ya que se necesitaba tener una buena y potente voz y recorrerse, cada vez que la ocasión lo requería, las plazas y esquinas de las calles del pueblo para lanzar el pregón, bien comunicando al vecindario los bandos del Ayuntamiento o con las novedades que cualquier industrial necesitaba publicitar al vecindario, como por ejemplo la fecha y hora con el título de la película que se proyectaba en el cine, el teatro ambulante ofreciendo su espectáculo o las mercancías frescas, como las sardinas,  que recién llegadas a la plaza, era necesario vender cuanto antes, ya que frigoríficos no había. 



Javier Sama, el primero por la derecha. 


                             Fueron tiempos duros para las familias numerosas con pocos recursos, de las muchas que por entonces había, como la de Javier, que se casó con Antonia y tuvieron ochos hijos, ocho bocas que alimentar, como se solía decir.  Si, porque los hijos no se programaban como ahora, que una pareja puede decidir la cantidad. Por entonces nacían los que tuvieran que nacer y las parejas los aceptaban así, sin mas, entre otras cosas porque los niños de entonces incordiaban poco, por eso estábamos en la calle de pequeños y, cuando crecíamos, cuando ya teníamos fuerzas para subir a los árboles, la calle se nos quedaba pequeña y nuestro era todo el campo existente alrededor de la población y nunca ningún niño se perdió, todos sabíamos volver solos a casa cuando las primeras luces del alumbrado público se encendían.


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Javier Sama, el primero por la derecha en uno de los balcones del Ayuntamiento.



                                   En la fotografía que Ana nos ha facilitado están representados sus padres, sus hermanos y ella, es pues una foto de familia numerosa de las que por entonces era obligatorio presentar ante el Organismo Oficial para tener derecho a cobrar los puntos, una especie de subsidio por hijos nacidos. Ana, siendo un bebé, la tiene su madre en brazos y a continuación los hermanos mayores, Paula, Paca y Antonio. En algún momento de sus vidas todos los hermanos han emigrado, menos Paula que siempre ha vivido en el pueblo. En la parte de abajo están Dioni, Joaqui, Enrique y Molina, este último fallecido este verano. Es pues el prototipo de familia codoserana, cuyos hijos han tenido que emigrar a distintos lugares de España, a ciudades como Azpeitia, Málaga, Madrid, Badajoz o San Vicente de Alcantara, como ha sido su caso.  Hoy la vida no es como ayer y las separaciones, el dejar la tierra que nos ha visto nacer, menos dolorosa, todo ello gracias a que tenemos buenas comunicaciones para desplazarnos de un lugar para otros y a los medios audiovisuales que nos permiten estar en contacto directo con familiares y amigos. Bendito progreso. 



La familia SAMA. 





jueves, 21 de julio de 2016

La Feria de La Codosera

Nos vamos de Feria a LA CODOSERA.


                Cada año por estas fechas nos acordamos de lo próximo que está la feria del pueblo. Cierto, apenas faltan días.. Es cuestión de que preparen  las maletas, los que viven lejos de nosotros y emprendan el camino de regreso a su casa. Si, su casa, porque el pueblo en estos dias recibe a sus hijos emigrantes con los brazos abiertos, agradeciéndoles a todos ellos el gran cariño que sienten por su pueblo. 



La torre del reloj.

                     Que La Codosera es un pueblo muy antiguo, ya lo sabemos, y que antes que español fue portugués?, eso ya no lo sabe todo el mundo. Pero si, efectivamente. Cuando el rey castellano, Alfonso IX, conquista la ciudad de Badajoz y sus pueblos limítrofes en el año 1240, La Codosera, Codiçeira, ya formaba parte del reino de Portugal, como lo atestigua este mapa que os inserto fechado en el año 1226. 





La Codosera portuguesa. Año 1226

                      Os comento este dato dirigido sobre todo a los paisanos que nos visiten estos dias para que os lleveis un bonito recuerdo de lo importante que fue nuestro pueblo y el papel estratégico que jugó como moneda de cambio cuando se configuró la frontera con Portugal en el año 1297. 



Piscinas naturales en La Codosera.


                      Al igual que a nuestros antepasados les tocó adaptarse a las normas de otro país diferente al que, hasta entonces, consideraban el suyo, a los vecinos del pueblo, a través de los tiempos, también a ellos  les ha tocado adaptarse a vivir de una forma diferente.

                      Por supuesto que todo cambia, pero viviendo el día a día apenas nos damos cuenta. Acordándome de estas cosas, busque en mis archivos algo que hacía tiempo que habia llegado hasta mis manos. No era ni mas ni menos que un programa de la feria del pueblo, de La Codosera, correspondientes al año 1978. De esto hace ya bastantes años, 38, si las matemáticas no fallan.

                       En los años setenta cambiaron muchas cosas en España. La muerte de Franco, la coronación de Juan Carlos I, la llegada de la Democracia, y una forma nueva de pensar.  Mientras que todo esto transcurría, en el pueblo preocupaba muy mucho el tema de la emigración, un tema que por aquellos años  se encontraba en pleno apogeo. Entre los vecinos  que comenzaron a emigrar a finales de los años 50, y el goteo que no paraba de sangrar en estas fechas, el pueblo ya no era lo que fue. Todo se fue trasformando a pasos de gigantes. 

Plaza de la Fuente

                 A muchos de nosotros nos llevaron, ni siquiera nos consultaron los padres si queríamos irnos, cuando nos dimos cuenta ya estábamos camino de otra ciudad. Otros se quedaron para seguir trabajando y tratar de lograr arreglar un montón de problemas. Por ejemplo, gracias a los emigrantes, se cambió la fecha de la feria de agosto. Del día 28 del mismo mes, festividad de San Agustín, el santo del antiguo alcalde, Agustín Costo, se trasladó al dia 10 de igual mes. El motivo, a finales de mes terminaban las vacaciones de los forasteros y tenían que marcharse unos días antes, sin poder quedarse a la feria. Por ello, se propusieron los días 10, 11 y 12 y posteriormente se modificó, trasladándola nuevamente al fin de semana mas cercano a dicha fecha.



Fachada antiguo ayuntamiento. Hoy desaparecida.



                              Volviendo al cartel del programa de feria del año 78, en la portada observamos que los responsables de imprimirlo eligieron una bonita estampa goyesca, complementada con un festejo taurino, tan del gusto de nuestros vecinos portugueses, muy a tener en cuanta ya que su asistencia a cuantos festejos que, desde siempre, se han celebrado en el pueblo, ha sido notoria.







            Leyéndolo es cuando uno se da cuenta de muchas cosas. Por ejemplo, ni por asomo se imaginaban los lectores que, cuarenta años después, las madres ya no sacarían del arcón el traje nuevo de sus hijos para irse a divertir a la feria del pueblo. Ni tampoco que ellas no lo plancharían. Faltaria más. La juventud de hoy està preparadísima para planchar lo que haga falta, y de un único traje ni mijita. Por ropa que no sea. Ahora se viste a la moda, y llevar un traje en la feria lo que daría es mucho calor, mejor ir de sport, mas fresco y moderno.  



 
Tres años antes hubo toros en el pueblo. 


Año 1975

                   Lo que si era cierto es que la juventud de entonces, los codoseranos en edad de trabajar, eran gente que se dedicaba a cultivar el campo. Eso si ha cambiado mucho. Nos encontramos ante una generación bien formada y preparada para asumir nuevos retos.  Los jóvenes del pueblo pueden presumir de tener un buen nivel académico, incluso aportando cada año nuevos universitarios. Esto en aquellos años era impensable. Asi que, el tema de labrar el campo ya queda lejano. 




Así vieron los toros, encima de las carretas.

                         Y sobre la forma de celebrar el inicio de la feria tomando un vaso de vino, pues tampoco. El vino ya no forma parte de la cultura de la juventud.  Quizás tomarlo en la comida queda bien, pero para divertirse, ni mucho menos. En las casetas de feria, en los bares y en donde sea, lo normal es tormase, por la mañana, las cañas. Cervezas fresquitas, que entran solas y, por la tarde, ya entrada la noche, para ponerse a tono y celebrar lo que haga falta, los cubatas. Esto tampoco se lo imaginaban  los del año setenta y ocho que iba a ser así. 

  


La banda municipal de antaño.


Componente de la banda de musica en la actualidad

                   La feria en aquellos años, mayormente los hombres, era beber y cantar, a veces acompañado por el sonido de un buen acordeón. Beber vino de garrafa, peleón, eso si, acompañado de buenas presas de carne, lo que aquí llamábamos “rambollas”, carne guisada en la cacerola que el tabernero servía al cliente pinchada en un palillo y que el consumidor debía de guardarlo en la cinta del sombrero para, al final de las consumiciones,  a la hora de pagar, conocer el número de copas que se había tomado.


En la plaza Alta


                  Si. es cierto que la llegada de la feria era un acontecimiento que la juventud principalmente esperaba con anhelo. Los bailes estaban de moda y en el pueblo la música no paraba de sonar, por la mañana con el matiné, por la tarde vestidos en plan de fiesta y, para rematar la jornada, por la noche, hasta que el cuerpo aguantase.Tres dias completos dando vueltas y mas vueltas alrededor de la pista era demasiado, pero que había chicas que, hasta por la mañana, cuando iban con el cántaro a la fuente, lo dejaban aparcado y entraban en la sala de baile, como solían decir, a echar una pieza. 



      
Bailando en la feria del pueblo



                   Esto ha cambiado muchísimo. Esta juventud de hoy día, de bailar nada de nada. Les encanta la música, pero solo escucharla. En la actualidad, se divierten a tope pero de una forma totalmente diferente. Se liga mucho, se comparten ideas entre ellos, se tocan todos los temas, lo que sean necesarios, no solo en la fiesta del pueblo si no en todos los lugares de los alrededores donde se celebran festejos.



Baile en el Centro de Mayores de La Codosera

 La culpa no es otra que la llegada del automóvil, que en 1978 eran pocos los privilegiados que tenían acceso a su propiedad y hoy día es considerado como una herramienta de trabajo asequible por cualquier trabajador.






                
                      Los que utilizamos internet, que cada dia somos más usuarios,  esperamos con interés que el programa de la feria de este año se publique cuanto antes en la red, para ver que novedades trae con respecto a años anteriores. Supongo que los vecinos de la década de los setenta les pasaría mas de lo mismo, pero tardarían mas tiempo en enterarse. De esto tambien tiene la culpa lo rápido que ahora va todo. 


              “El Programa Oficial de Festejos”, de aquel año despejaba, como pasará dentro de unos días, cualquier duda. 

                Mención aparte era el anunciado “Mercado de Ganado” en el recinto de El Potril, al que acudían merchanes venidos de los pueblos de los alrededores




Los árboles de la Fuente.


            Otro punto importante de la feria de aquellos años era el llamado Rodeo.Las ferias de ganado nacieron como punto de encuentro, consecuencia de la necesidad de los productores por vender su ganado, mayormente reses y equinos y el deseo de los intermediarios para adquirirlos. Este mercado era muy importante para la economía del pueblo, de ahí que la feria fuese un éxito económico, cuando las transaciones dinerarias fuesen abundante. El dinero se notaba en la calle y en los bares. Pero, ¿ que ha pasado para que en El Potril ya no haya este mercado? Es debido a que el ganado equino, lo mismo en los transportes como en las tareas agrícolas, ha sido sustituidos por vehículos y maquinaria agrícola para cuantas tareas son necesarias.  Influye también la forma de vender o comprar, lo sustituye el teléfono en unos casos e internet en otros, utilizados por compradores con vendedores para cerrar cualquier operación. Los ejidos perdieron su razón de ser y los responsables del gobierno municipal dispusieron del terreno para construir en ellos los edificios que la sociedad local iba necesitando. Y así fue como en estos terrenos comenzó a construirse el nuevo Ayuntamiento, el Colegio público, el Centro de Salud, la Casa de la Cultura o una abonita plaza pública, todo ello  en el Ejido de la Luz y el polideportivo con su campo de futbol, en el Potril. Con tantas construcciones, el pueblo se quedó sin sus mejores espacios abiertos, así que pendiente queda, y esto si que es una asignatura no resuelta por alcaldes anteriores, que en la actualidad el pueblo tenga un lugar adecuado donde celebrar su feria anual y otros eventos, como lo tienen la mayoría de pueblos de los alrededores.


Unos contribuyeron con más y otros con menos. 


          Aquel año del 78 el ayuntamiento no debía de estar muy allá de fondos y así lo comprobamos por la nómina de industriales, profesionales y personas generosas que, con sus aportaciones, hicieron posible que la feria y fiestas  de aquel año  resultaran del agrado de todos. Sin dinero no se va a ninguna parte y aquí el Ayuntamiento de turno, rogaba a los vecinos que cada uno colaborara económicamente al sostenimiento de las fiestas de acuerdo con sus posibilidades. Con 15.000 pesetas destaca la aportación de Vito, cuando regentaba el Bar Los Compadres en la plaza de la Fuente, y con 10.000, la de Jacinto, (q.e.p.d), propietario del Bar La Golondrina, en la calle Casitas de Tierra.

Bar Los Compadres


 Mención aparte la aportación del Ayuntamiento con 50.000 pesetas, lo que hoy  al cambio serían 300 euros.      

   Tambien hubo cambios importantes en el ayuntamiento.


                Treinta y ocho años en plena actividad es mucho tiempo para aguantar al pie del cañón, como suele decirse. Las empresas donantes ya no están las que fueron y los profesionales al frente de sus negocios, en la actualidad, son otros, faltan tantos que, de la nómina que os inserto y que aparecen en el programa, solamente un par de ellos permanecen activos. El tiempo no perdona y por eso han de ser las generaciones jóvenes los que tiren del carro y creen riqueza con su trabajo, sus ideas y, casi siempre, aportando su  crédito o capital.

En la plaza del Ayuntamiento

                     Lo mejor de todo, es comprobar que el espíritu alegre de las gentes de este lugar permanece inalterable. Mucho ha llovido desde aquellas primeras ferias, cuyas referencias hasta nosotros han llegado, las cuales se celebraban en honor al patrón del pueblo, San Juan, a finales del mes de Junio. Esto fue así hasta que los árboles del Llano de la Fuente dieron sombra, a principios de los años cuarenta, recién terminada la Guerra Civil Española. Hasta entonces los festejos se celebraban en las dos únicas plazas que en el pueblo había, ambas unidas por unos escalerones peligrosos, por cuyos peldaños más de uno salió rodando. Una es la plaza de la Iglesia y la otra la plaza Alta. En este recinto, que hoy consideramos ajustado, acontecían todos los actos. La procesión del Santo Patrón, todo tipo de concursos, actuaciones musicales por la banda de música de Alegrete y por la noche fuegos artificiales, sin olvidar la verbena popular a la que asistían las jóvenes acompañadas de sus respectivas madres. No faltaban los puestos, especies de sombrajos que montaban los taberneros locales, y otros de dulces, caramelos y refrescos para aliviar los calores.

                   Así hemos llegado a nuestros días, la celebración de una fería diferente que en muy poco se parece a las que hemos comentamos. Hoy la feria es un medio de diversión importante, pero lo es más como nexo de unión para los que por necesidad se fueron y hoy vuelven a su pueblo para reencontrarse con sus raíces. Pasear por el real de la feria en las noches codoseranas, es reencontrarse con la historia personal, y la de tantos y tantos emigrantes locales que en estos días nos visitan. Para muchos, la feria es sentir un mar de sensaciones al encontrarnos con rostros queridos y saber de ellos. Preguntarles como están, donde viven y que proyectos tiene. Muchos, la mayoría, nos dirán que allí donde viven actualmente, nacieron sus hijos y otros, lo mismo  anuncian, que cuentan con varios nietos, algunos de los cuales venidos con ellos. Serán días de convivencias y alegría, de ir a comer a los restaurantes del pueblo, que en nada tienen que envidar a los existentes en la gran ciudad de donde proceden, y de prolongar las sobremesas sin parar de preguntar y preguntar, ya que son muchas las cosas que unos y otros han de decirse. Para los jóvenes, poco hay que señalar de como piensan pasárselo estos días. En líneas generales nuestro país es bien conocido por la forma de organizar fiestas, y estas de las ferias es una mas. Los forasteros, aprovechando que han acompañado a sus padres, convivirán con nosotros, irán a disfrutar a las piscinas naturales y,  por la noche, se lo montaran a lo grande. A unos y otros desearles que lo pasen lo mejor que puedan. Que disfruten de este año, donde parece que la crisis ya ha tocado fondo, y sobre todo que vuelvan pronto, que nos volvamos a encontrar, saludarnos, reírnos y pasarlo bien todos juntos.





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                                     Interesante es terminar este reportaje deteniéndonos en el anuncio de la Caseta Municipal que, como tantas cosas, no volvieron a instalarse. Con los versos de un poeta anónimo cerramos estas lineas, no sin antes desearos a todos los lectores, a lo que vengan a la feria y a los que no puedan venir, unas felices vacaciones. 

domingo, 5 de junio de 2016

Parajes de La Codosera.






LA CODOSERA, año 1974




Paraje del Puente, año 1952




Rio Gévora en primavera

     No hace mucho tiempo, la Junta de Extremadura, a nivel turístico, vendía la imagen de nuestra Comunidad con el slogan, “Extremadura Verde”.  Y es cierto, la mayor parte de los meses del año, a vista de pájaro,  la vegetación impera sobre los campos extremeños.  


Calleja de la Sierra

     Y en este apartado, La Codosera tiene mucho que vender de cara al turismo, no solamente interior, si no también  fuera de nuestras fronteras, toda vez que ya habitan entre nosotros ciudadanos venido de otras partes del mundo. Alemanes, belgas, rusos, chilenos, colombianos y portugueses, ya viven entre nosotros gran parte del año, disfrutando de nuestro paisaje natural, nuestra gastronomía,  nuestras fiestas y tradiciones y, sobre todo, nuestra hospitalidad.




Procedente de La Codosera, el Gévora, a la izquierda de la fotografía desembocando en el Guadiana a su su paso por Badajoz. 


 Sin duda alguna, el patrimonio más importante del municipio sean el agua y sus ríos. Si al Guadiana los romanos le llamaron “el Rio de los Ánades”, el Gévora debería de ser “el río del canto de las aves”.



Rio Gevorete

     De pequeño aprendí cuan importante era vivir junto a la ribera, como entonces se le llamaba, hoy rio Gévora, tan cercano al casco urbano. El río, que irrumpe en las tierras de La Codosera, entra por La Rabaza procedente de Portugal, donde tienes sus fuentes, cercanas al pico de San Mamede en el paraje de Sete. Hasta la misma frontera, llega bravo y encallejonado, conformando un relieve fluvial dinámico y sorprendente, recibiendo el aporte de pequeños riachuelos, algunos de los cuales formando bellas y sorprendentes cascadas. 



Paraje del Molino el Duque

  Con la llegada del buen tiempo, la mayoría de los niños de mi edad pasábamos gran parte de nuestro tiempo libre con los pies dentro del agua, lanzando guijarros para cortar la superficie de una corriente de aguas transparente y cristalina que bajaba desde la sierra cercana. A nuestro alrededor había peces, de vez en cuando veías alguna culebrilla  escurridiza y te gustaba escuchar  el croar de las ranas  escondidas entre los juncos. Bañarse en sus aguas  tan frías en verano, era una delicia refrescante y una forma de compartir amistad y juego con compañeros y amigos.




El Gévora a su paso por La Codosera

      Además, el rio ha sido su columna vertebral para el municipio. Esto se ha traducido en un esfuerzo constante de sus habitantes para aprovechar sus aguas vivificantes. La progresiva conquista de su cauce a base, primero de molinos harineros y almazaras  y posteriormente pequeños y rudimentarios embalses y canales


Escudo de La Codosera

    No abundan tantos pueblos españoles con un número tan importante de ríos, regatos y riachuelos, como aquí, para disfrute de sus habitantes y forasteros.  Aguas para beber, para regar o para albergar fauna y flora bellísima, sobre todo en los meses de primavera y verano.



Casa rural de Lavarse

 Esta constante del agua regando sus tierras, hizo que, desde siempre, el hombre se afincará laborando sus tierras, allí donde la carencia del líquido elemento no era problema.  De esta forma surgieron tierras cultivadas, transformadas por el esfuerzo humano y, junto a ellas, en pequeñas parcelas, la vivienda para habitar. Casas blancas, encaladas, gracias al yacimiento cercano de La Calera,  donde cada año los obreros y el horno no paraban de sacar las piedras necesarias para blanquear las paredes, tanto exterior e interiores de los hogares de este lugar y de otros muchos municipios de la región .


En la ermita de la Virgen de Lavarse. 

    Y así nació la campiña en este rincón fronterizo, conocido como La Raya, primero portuguesa y luego castellana y española,  donde se mezclan el terreno secano con el regadío, la arboleda abundante entre las  tierras fértiles, en un campo salpicado de casas blancas con altas chimeneas, que alegraban, y aun lo siguen haciendo,  el verde paisaje  de este lugar. 


Paisaje de Chandavila



Santuario de la Virgen de Chandavila



Jardines de Chandavila 



Amanecer en Chandavila


  Esto ocurrió asi durante muchos años, quizás siglos. Atendiendo al topónimo de cada lugar, observamos que sus raíces son puramente portuguesas,  igual que lo fueron estas tierras hasta el Tratado de Alcañices. Como ejemplo solo hay que fijarse en algunos, como  Chandavila,  (Chao da Vila, suelo de la villa) Bacoco (Vao Covo, baden de la cueva), La Varse (A Varzea, la vega) , La Rolera,( la tórtola),  Los Bastos, Gevorete (Sourete),  Valdepontes,  Cardeira,  etc., etc.,


Al fondo, el pico de La Lamparona.

    A La Codosera, la historia le guardó en mas de una ocasión, una mala pasada por su posición geográfica, situada en los confines de dos reinos opuestos, de la que, casi siempre, salió mal parada. Pero sin embargo, si que jugó un papel importante como moneda de cambio en las negociaciones entre el reino de Castilla y Portugal para negociar un acuerdo y conformar la frontera que hoy todos conocemos. No hay duda que, de no haber sido por sus ríos, el pueblo hubiese desaparecido, como lo hicieron otros núcleos cercanos, o existiría de otra forma diferente.

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Panorámica del pueblo, visto desde la Peña La Niña


    Consultado el mapa topográfico de La Codosera y su entorno, es sorprendente la cantidad de nombres de parajes que figuran reflejados y que a continuación os indico:


Quizas los mas conocidos son los siguientes:

Chandavila, El Marco, La Tojera, La Rabaza, Bacoco, Lavarse, La Centena, La Sierra del Lugar y La Peña la Niña.

            Estos y el resto que les indico,  forman el conjunto del paisaje natural codoserano. Cada uno de ellos, con sus singularidades particulares, ayudan a enriquecer al resto  y entre todos conforman el mapa de este rincón entrañable de una comarca que comienza a tener peso en el panorama turístico, conocida como La Raya y que son:





Paraje de Los Castañales



                -Pan de Trigo, Buenavista, Los Barcias, La Galera, La Calera,  Nave Redonda, Valle Seco, Valdevino, La Herrumbrosa, La Breña, Los Baldios, Valdemoros, La Mina, Los Bastos, Monte Viejo, Los Barrancones, La Rolera, Las Caserita, Valle Seco, Los Castros, La Changarrilla, El Puente, Valdelorenzo, Los Zahurdones, La Fábrica, Los Millares, El Batán, Valongo, La Borranchona, Cardeira, La Quinta el Café, El Molino del Duque, Los Castañales, Majada Alta, Valdepontes, Los Toriles y El Boquerón de Jola. 


Rio Abrilongo a su paso por El Marco



Paraje de Pan de Trigo