domingo, 23 de diciembre de 2012

Expresiones extremeñas



Voy a reproducir aquí (y perdón de antemano si no cito a sus autores por obvios motivos de espacio) algunos de esos ‘tuits’ que llamaron mi atención. Todos con el pie forzado de ‘no eres extremeño si…’ Por ejemplo:

- No eres extremeño si no utilizas ‘bicho’ y ‘cacharro’ como sinónimo de cualquier objeto.

- Si no utilizas, por supuesto, los diminutivos terminados en ino: chiquinino, guapino, gatino…

- Si no has llevado a alguien de fuera de Extremadura a cazar gamusinos.

- No eres extremeño si no sabes lo que es la ‘manteca colorá’, la ‘cachuela’ la ‘patatera’ o en qué consiste una ‘pitera’.

-No eres extremeño, si no te suena más familiar la pronunciación ‘Badahó’ que Badajoz.

-Si no dices alguna vez ‘acho’ o ‘chacho’.

-Si no llamas ‘calzonas’ a los pantalones cortos.

-Si no has soltado alguna vez un: «Olé tus guevos »

- No eres extremeño si habiendo nacido en algún pueblo de las vegas del Guadiana, por ejemplo, no alargas la última palabra: «¿Eres de Don Benitoooooooo?».

- No eres extremeño si no entiendes cuando tu abuela dice: «Velahile» y ‘Velahí».

- O si cuando ves a alguien caerse no exclamas: «Cacho ‘ostia’ que ha metío el bicho».

- No eres extremeño si no te has parado a pensar que la ‘s’ de Cáceres sobra, "soy de Cacere".

- Está claro que el habla nos define. Más de un tuitero coincide en señalar que no eres extremeño si no has utilizado o has oído alguna vez expresiones como ‘arrecío’, ‘arrejuntarse’, ‘arrepío’.

- Si no dices ‘caer’ algo en vez de tirarlo; ‘quedar’ por dejar o ‘entrar’ por meter.

- No eres extremeño si no has dicho ‘añurgarse’ en lugar de atragantarse.

- Si no sabes lo que es «ser un modorro perdío».

- Si no has jugado a los ‘bolindres’ en vez de a las canicas.

- O si no has utilizado nunca la unidad de medida «mijina».

- No eres extremeño si no te has pegado una ‘tupa’ de algo.

- Si alguna vez no te ha dicho tu abuela: «¡Métete los jarapales por dentro que vas hecho un farraguas!».

- Si ‘dejas’ las llaves en casa y no las ‘quedas’.

- Si dices «he soñado» en vez de «me he soñado».

- O si nunca has hecho una matanza al grito de «¡Uñas al guarro!».

- No eres extremeño si de pequeño no has montado en los ‘coches chocones’, en vez de en los autos de choque.

- Si no sueles contestar: «¡poh tu verah!

O no sabes lo que significa ‘cagoendié’

A continuación os indico una serie de expresiones extremeñas para que las recordemos y no caigan en el olvido.






miércoles, 19 de diciembre de 2012

RESEÑAS


                             



                                       RESEÑAS

Amigos.-  Aquí os dejo uno de los comentarios, esta vez publicado en el Diario Hoy,  referentes a mi libro



"La Codosera, un Pueblo con Raíces y Costumbres Rayanas"

por -MANUEL SIMÓN VIOLA MORATO

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"José Luis Olmo Berrocal (La Codosera, 1945) ha dedicado su vida profesional al mundo comercial en el ámbito industrial ocupando puestos de responsabilidad en varias empresas multinacionales.


Tras su jubilación, Olmo Berrocal ha reunido una amplia documentación histórica, testimonial y gráfica (la obra incluye 192 fotografías actuales y antiguas) de La Codosera y su entorno que ahora entrega en este trabajo que, como afirma en el prólogo, no pretende ser un trabajo académico ni un estudio antropológico: “He querido escribir algo entretenido, no de una manera académica, sino más flexible y cercana, con historias y anécdotas agradables explicadas a mi manera”. Pero el resultado supera ampliamente estos modestos propósitos. Dividido en cinco bloques (El entorno, Tradiciones, Fiestas y entretenimientos, Profesiones y oficios y Semblanzas), la obra es un magnífico medio para acercarse al paisaje y al paisanaje de este rincón singular de Extremadura.


Como una guía de viajes pueden leerse los capítulos del primer apartado (El entorno), en el que describe no solo el propio pueblo sino también los caseríos de las proximidades: La Rabaza, La Varse, Bacoco, Pan de Trigo, La tojera, La Vega (la mayor parte de ellos con artículo siguiendo el uso portugués que lo exige ante nombre poopio). Especialmente pintoresco resulta El Marco, español y portugués, separados por el arroyo Abrilongo y unidos por el puente internacional más pequeño del mundo (durante años un pontón de madera de unos dos metros de longitud). Próximos se encuentran asimismo el santuario mariano de la Virgen de Chandavila, los castañares, La Sierra de la Lamparona (con su faro, hoy en desuso) o el río Gévora, nacido en Portugal, en la Sierra de San Mamede, que fluye por el término entre alisos que mantienen sus aguas frías hasta el punto de que es el único río truchero de la provincia de Badajoz y permite la formación de unas extraordinarias piscinas naturales a imitación de las que pueden verse en el río Sever en Pontazgo, cerca de Marvao.


Al perfil del estudio antropológico se aproximan los capítulos del segundo y tercer bloque. Es cierto que muchas de las tradiciones y fiestas que recoge son comunes a otros entornos rurales de Extremadura, pero la mayoría presentan rasgos específicos: los mayos (una celebración pagana y satírica), la dúa (la explotación comunal de ganadería porcina), las mariquillas (coplas humorísticas que se cantaban por la noche cerca de la vivienda de las parejas que vivían juntos sin pasar por el altar), las campanillas (toda la población la madrugada del domingo de Resurrección acude a la iglesia con campanillas y cencerros y salen en procesión en medio de un estruendo ensordecedor), una costumbre que ha contrariado a varios párrocos.


Los capítulos de “Profesiones y oficios” y de “Semblanzas” pueden leerse como estampas costumbristas que nos hablan de la lucha por la supervivencia de estas áreas periféricas en los años difíciles. Y es que la frontera más antigua de Europa nunca supuso un muro entre Portugal y España; al contrario, imantó a la población de ambos lados, atrajo a personas menesterosas por la posibilidad de ganancias rápidas, como es el caso de los mochileros organizados en cuadrillas al mando de un manijero, que cobraban según el peso que podían portar de café “torrado a la española” (elaborado en Arronches, La Esperanza, Campomaior, Elvas…) huyendo siempre de guardinhas (menos peligrosos pues solían estar “tocados” por los empresarios), carabineros y guardia civiles.


El estraperlo funcionó mientras hubo cartillas de racionamiento (entre 1940 y 1952) y fue la respuesta a la requisa de alimentos que las autoridades impusieron tras la guerra civil. Los campesinos trataron de ocultar y vender en el “mercado libre” sus productos: trigo, pan, aceite…, perseguidos por la temida fiscalía de tasas, un servicio de inspección fiscal que trataba de impedir que los productos fueran vendidos en el mercado negro (en donde se llegaba a pagar hasta siete veces más). Era preciso, por tanto, ocultar parte de las cosechas, esconder el ganado en el monte, moler el grano de noche en varios molinos, prensar la aceituna en casa…


El resultado es una obra diversa, amable con el lector, en que no faltan, en fin, alusiones a las peculiaridades lingüísticas de esta franja mestiza y bilingüe en que a los hombres y mujeres la vida les enseñó desde niños a callarse en dos idiomas".



LA CODOSERA "Un pueblo con raíces y costumbres rayanas"


José Luis Olmo Berrocal


Badajoz, Tajo-Guadiana A. G., 2012, 245 págs.


Prólogo de Manuel Vilés Piris, alcalde de La Codosera y Diputado Provincial.



lunes, 17 de diciembre de 2012

LA CODOSERA , las castañas, los difuntos y el Halloween.

   

Una tradición millonaria. 





    Preparando la lumbre


 La Codosera es un pueblo rico en fiestas y tradiciones y una de ellas es la que, desde siempre, se celebra el  1 de Noviembre, antesala del Día de los Difuntos. Antes de la cristianización de la Península Ibérica, esta fiesta, de origen  pagano, era conocida con diferentes nombres en cada lugar,  aunque los motivos de su celebración era los mismos, festejar el final de la cosecha y festejar la llegado del año nuevo de origen celta, con una  manifestación popular que el pueblo expresaba encendiendo hogueras para alejar a los muertos, al existir la creencia que éstos podían salir de los cementerios y apoderarse de los cuerpos de los vivos para resucitar y que, para evitarlo, se embarraban las fachadas de las casas y se decoraban las paredes con huesos, calaveras y murciélagos, para que los muertos pasaran de largo.  Con el descubrimiento de América, fueron muchos los extremeños que em emigraron y por tanto ellos los que transportaron a dicho continente nuestras costumbres, entre ellas ésta,  que, pasados un montón de años, los americanos nos devuelven la celebración con el nombre de Halloween.


La fiesta de Halloween 


    Cuando yo era pequeño y se comentaban nuestras costumbres ancestrales, casi nadie hablaba sobre el culto a los muertos y, si alguna persona era conocedora, se limitaban a encender una vela en su casa, la cual permanecía encendida toda la noche, hasta que, por la mañana, con el doblar de las campanas, comenzaba la festividad del día de Difuntos. Fue la iglesia católica la que hizo desaparecer estas creencias y para ello instituyó la Fiesta de Todos los Santos para suplantar la que hablamos. La festividad religiosa en el santoral,  se celebraba el 13 de mayo hasta que, en el siglo VIII, la iglesia católica decidió trasladarla al 1 de noviembre para combatir la fiesta pagana, y aquí fue donde se inició la mezcla de tradiciones de cada una de las celebraciones, sin dejar de expandirse cada vez mas,  la Fiesta de los Muertos Vivientes, a la que llamamos Halloween. 


    El vecindario llora por sus muertos, seres queridos y ríe cuando Cristo resucita. Vean la cara de felicidad de todos los presente con el templo abarrotado celebrando "La Fiesta del Aleluya"--------------------------------------------------------------------------------


 Aunque el contenido pagano desapareció, si permaneció en el sentimiento de la fiesta el estado de tristeza que imperaba en cada hogar al oír doblar las campanas y ver en cada hogar velas encendidas por el alma de los seres difuntos, seres queridos.


    Los vecinos se desplazan a Los Castañales. 

 


    Para los críos la fiesta consistía en salir desde por la mañana en compañía de los amigos a pedir los "Santos", que los dueños de las casas  regalaban con productos de la tierra, como, castañas, nueces, higos pasas, peros, camuesas o manzanas y algunas que otras perrillas, éstas últimas eran las mas apreciadas por los chiquillos. Llegada la tarde, una vez reposada la comida, las familias solían salir al campo, llegando hasta la finca de "Los Castañales", una propiedad comunal donde los castaños florecían.

 
    Volteando la sarten con las castañas. 





     El convenio con los vecinos era que por este día festivo de Noviembre, los propietarios deberian de conservar en el suelo, desde unos dias antes, sin apañar, castañas suficientes para que llegasen para todos los que deseasen asarlas en el citado paraje. Previamente ya el alcalde solía publicar un bando recordándoles este compromiso para con los vecinos, el cual se cumplia a rajatabla año tras año. las familias que vivían en el pueblo lo hacían desplazándose hasta la finca comunal de los Castañales para asar las castañas que generosamente los dueños de los árboles permitían cogerlas del suelo. La fiesta se convertía en el centro de diversión de los jóvenes, que se solían mascarrar la cara para hacer mas el gamberro, tambien las madres con sus hijos, que enseñaban a éstos el arte de asar castaña con las brasas de la lumbre sin quemarse y, por último, la fiesa del beber aguardiante o anís, directamente desde el garrafón, hasta que el cuerpo aguantase. Por la noche los mayores, las jovenes, sus parejas y sus pretendientes, iban todos al baile para rematar la fiesta. 


    Alrededor del fuego.