viernes, 28 de junio de 2013

Chandavila. La Hora de la Reconciliación.




Entrada principal al Santuario de Chandavila.

                Chandavila es un lugar especial tocado por la mano de Dios donde, desde hace 70 años que ocurrieron las apariciones,  se respira paz y tranquilidad. Es un lugar de oracíon, donde se viene a ver a la Virgen, a rezarle y para agradecerle los favores que con frecuencia nos concede. 

                   Es un lugar con un entorno bien cuidado y unas instalaciones acordes a las necesidades del Santuario, todo ello gracías a la generosidad de los devotos de la Virgen, los cuales contribuyen a posicionar el nombre de Chandavila a lo más alto de los santuarios marianos de la Comunidad extremeña. 

                    Son tantas las obras de artes acumuladas, que ya se ha construido un museo principalmente con el material aportado por el escultor y mecenas Lázaro Gumiel, del que toma nombre dicho museo. Aparte,  no dejan de llegar nuevas aportaciones. Hace poco tiempo, la familia del escultor fallecido, el extremeño, natural de La Garrovilla,  Antonio Pérez  Cardenal, ha donado dos obras de indudable valor artístico.



Una, “La Cabeza de San Juan Bautista”, y la otra, “Inmaculada Concepción”, las cuales irán a engrosar los fondos del reciente Museo de Chandavila.


Primera imagen sobre el altar bajo el castaño de las apariciones.

                   Los albañiles tampoco paran. Otra de las novedades reciente, es la construcción de la capilla que llaman, “De la Reconciliación”, una palabra que  en Chandavila cobra peso, por ser uno de los mensajes que dio la Virgen a las niñas videntes, en el año 1945.


La imagen de la monja Santa, venida desde Las Palmas


Construir una nueva capilla en este recinto sagrado, ha sido todo un reto inesperado que nadie esperaba, pero las circunstancias arquitectónicas de las obras que a través de los tiempos se han ido añadiendo, quisieron quedar el hueco preciso para, con un presupuesto muy ajustado, la capilla citada haya visto la luz.


La capilla es preciosa. Nada de lujos pero llena de obras de artes. La figura del artista Lázaro Gumiel brilla por todas partes. Paredes con bocetos de sus trabajos a ambos lados y en el fondo imágenes de un valor artístico incalculables, para el gozo de los fieles, adornan los altares.
Jardines del Santuario.

Al presenciar todo cuanto aquí se hace, uno no puedo menos que pensar en otra capilla, no construida,  que tantos dolores de cabeza le ha traído a doctores, políticos, párrocos y ciertas familias,  desde los comienzos de las apariciones.


Lápida sobre la cripta del escultor Lázaro Gumiel.


Personalmente, el nombre que le han dado a la nueva capilla, me parece formidable, pero considero que la reconciliación en Chandavila es una asignatura pendiente sin resolver al día de hoy.



Nave principal del Santuario
        Leyendo

 Afra con sus amigas, un día de romería.

Cuando hablo de una nueva capilla, estamos calculándoles  unas dimensiones de 15x15, lo que son 225 m2, que es lo rayado con el tacón de su zapado, mientras que caminaba de espalda y sin mirar,  por la vidente Dolores Lucio, en pleno éxtasis. Una cifra, al coste, fácil de soportar.

Pozo de agua en el lugar de las apariciones.

Hace casi 70 años, los responsables de construirla, tal como dicen fue el deseo de la Virgen, pusieron como excusa al desplazarla más abajo del lugar,  el desnivel del terreno, por inclinado y abrupto, hoy día fácil de solucionar allanando cuanto fuera preciso.
La Virgen de Chandavila

Pequeña capilla en el lugar de las apariciones

 Imagen de la Virgen situado encima del tronco del castaño donde se apareció.

Ca

El nombre de la nueva capilla, Reconciliación en este lugar quizás suene más que en ningún otro. 

Devotos de la Virgen, un viernes de Dolores, por la vía Sacra.



 Capilla de la Reconciliación


jueves, 27 de junio de 2013

DESCUBRIR OUGUELA Y CAMPOMAIOR


Castillo y fortificación abaluartada de Campo Maior
Moisés Cayetano Rosado
A estas alturas quizás sea una exageración hablar de descubrir Campo Maior, cuando tantos rayanos hemos disfrutado de sus calles engalanadas con flores de papel en las fiestas que -sin una periodicidad exacta- celebran en septiembre. Otros muchos van al cercano Barragem do Caia, amplio y pintoresco embalse, para pescar, bañarse, practicar el campismo, coger espárragos, etc. También algunos disfrutan de sus cada vez mejor acondicionados restaurantes, que hacen la competencia a los de Elvas, sobre todo en la preparación del bacalao, el ensopado de borrego, los asados y los dulces caseros.
Sin embargo, Campo Maior es mucho más. Ya cuando vamos por la carretera que nos lleva desde Badajoz (no el “atajo” que, llegando, se indica a la derecha, sino de frente) tenemos una vista impresionante de su castillo medieval -mandado edificar por el rey D. Dinis en 1310- y de la Iglesia mayor (Igreja Matriz), precioso templo de los siglos XVI-XVII, de altísima fachada flanqueada por dos torres gemelas.
Como hay que dar un amplio rodeo hasta entroncar con la carretera que viene de Elvas, durante todo el trayecto -a mano derecha- nos irá acompañando esta vista de la ciudad dominada por ambos monumentos a cuyos pies se extiende un caserío de tejados rojos y blancas fachadas que emparientan el urbanismo rural alentejano con el extremeño. Delimitando este espacio, tenemos amplios lienzos de muralla abaluartada de los siglos XVII y XVIII; no olvidemos que estamos ante una ciudad fuertemente fortificada, fronteriza, enfrentada tantas veces con España, de la que a principios del siglo XIII (1219) dependió, al ser conquistada a los musulmanes, hasta que en 1297 pasó a formar parte de Portugal, por el Tratado de Alcañices.


 
Callejear por su zona antigua es una delicia. El entramado medieval de la misma, lleno de rincones, calles que se estrechan o ensanchan, que se ondulan, que suben la cuesta hasta el castillo (visitable, de hermosas vistas al territorio circundante y caserío en anillo, de amplias chimeneas) nos trasporta en el tiempo y nos envuelve con su serenidad, su remanso de paz.
Son de garantía sus pequeños restaurantes, en muchos de los cuales han recuperado la artística bóveda extremeño-alentejana, y sus pastelerías, con buenos -y muy azucarados- dulces y café. De garantía son también, en el Jardim -la plaza principal-, sus terrazas, donde podemos comer unos deliciosos caracoles a precio más que asequible, y deambular entre la densidad de su arbolado, arbustos y parterres.
Entre este Jardim y la Iglesia principal está la Plaza del Ayuntamiento (Câmara Municipal), que al medio tiene uno de los Pelourinhos (Picota o Royo, en español) más hermosos de la Península. Y al lado de esta Iglesia –de magníficos altares de mármol-, una capilla (Capela dos Ossos) forrada de huesos humanos de la que sólo existe otro modelo en todo Portugal, en Évora; recordatorio tétrico y pintoresco de que “todos tenemos que morir” y de que “los huesos que aquí estamos, por los vuestros esperamos”. En fin, siempre es un alivio poder seguirlo viendo...
Diversos museos completan el aliciente de la visita, como el del Lagar, el de Arte Sacra, el Museu Aberto do Quartel do Assento o el del Café.
Entrada a la fortificación de Ouguela


A siete kilómetros en dirección noreste se encuentra una pequeña aldea que recomiendo conocer: Ouguela, con 140 habitantes, castillo de la misma época que el anterior. La misma está reforzada por asombrosa fortificación de la Edad Moderna, que una vez más nos hablan de la importancia estratégica de la zona en las guerras con España. Una amplísima vista de la campiña hasta Alburquerque hace las delicias de cualquiera. Incluso desde ahí se puede ir, por buena carretera, a esta ciudad española, con la que tantas relaciones siempre tuvo, a pesar de los polvorientos caminos en las épocas del contrabando con que tanta gente humilde se ganaba la vida.
http://blogs.hoy.es/lostesorosdelaraya/2013/06/27/descubrir-campo-maior/

domingo, 23 de junio de 2013

SAN JUAN NOCHE DE HOGUERAS Y DE AGUA.


Esta noche fuego y agua se conjuran en una mágica donde la diversión y superstición se dan la mano
Miles de hogueras iluminan la noche de San Juan y el aire se impregna del delicioso olor que llega desde las parrillas. Se cultiva el culto al cuerpo, pero bien entendido. Que no falte de nada.
Todos los años, el 23 de junio a las 12 de la noche, los más supersticiosos y los más fiesteros realizan varios rituales para aprovechar las energías mágicas de la noche de San Juan. Pero, ¿de dónde viene esta magia? Todo se relaciona con San Juan el Bautista y el solsticio del 21 de junio.
San Juan: noche de magia y hogueras
A. CORDA
 
En decenas de playas se encienden hogueras
El 24, se celebra el nacimiento de San Juan, quien preparó a la humanidad para la llegada de Jesús. Su nacimiento ocurrió en una fecha muy cercana a un solsticio (de invierno para el hemisferio sur, y de verano para el hemisferio norte), lo que quiere decir que lo que está en juego son poderosas energías solares actuando en la Tierra.
Pasar por encima de las hogueras que se encienden esta noche o meterse en el mar y saltar olas, son sólo algunas de esas leyendas que permiten, según se dice, que se cumplan algunos de los deseos que pedimos durante esta noche tan llena de magia.
El fuego dará protección todo el año a aquellos que se atravan a saltar por encima de las llamas. En Galicia el ritual marca que es necesario saltar nueve veces mientras que en Alicante y Valencia siete es el número mágico.

Si cuando se está saltando al fuego se arroja una trenza hecha con flores o cintas de colores a la persona amada y esta la recoge antes de que caiga, habrá felicidad entre ambos y buena fortuna.
El agua es otro elemento importante. Darse un baño en el mar durante la noche de San Juan, asegura salud para todo el año. Si se saltan nueve olas dando la espalda al mar, se consigue también la eliminación de energías negativas y aumentar la fertilidad femenina.
En Andalucía la gente se lava la cara a medianoche con la intención de mantenerse sanos o guapos (según las versiones) todo el año. Un detalle: esa noche nadie puede mirarse al espejo después de bañarse si se quiere que el hechizo sea efectivo.

Las plantas juegan un papel importante en esta noche de rituales. En Galicia se recogen plantas aromáticas de varias clases que se dejan en agua para lavarse en la mañana siguiente; se le atribuyen propiedades terapéuticas y limpiadoras. También se hacen dibujos o manchas de tinta para adivinar el futuro, ya que esa noche todo es posible.

Otros rituales para tus propósitos

La tradición nos proporciona varios rituales mágicos relacionados con la noche de San Juan. Estos son algunos de ellos:
Para conseguir un deseo pon bajo tu almohada una rama de hiedra común y un papel blanco con un mensaje positivo escrito. Antes de irte a dormir enciende una vela blanca, deja que se consuma. Introduce junto al papel y la hiedra la cera que haya quedado y acuéstate. Al día siguiente quema el papel y entierra todos los elementos bajo tierra para que haga fructificar tus esperanzas.

Si lo que deseas es encontrar el amor antes de las doce de la noche de San Juan enciende dos velas rojas en tu dormitorio. Escribe en un papel tu nombre y el de la persona a la que deseas atraer. En el caso de que no conozcas a nadie concreto pon las iniciales A. G. (alma gemela). Luego pon a cocer hasta llegar a ebullición: tres partes de milenrama, tres partes de lavanda, tres partes de verbena, 12 pétalos de rosa roja y una parte de jengibre. Una vez hecho esto, cuela la infusión y déjala enfriar. Después rocía con ella tu dormitorio. Dobla el papel con el resto de la cera y guárdalo bajo la almohada. Es posible que tengas algún sueño profético sobre tu futuro sentimental.
Para tener sueños proféticos recoge 9 flores de cualquier clase y colócalas bajo tu almohada. Acuéstate y pide que el sueño te revele algún aspecto que desees conocer sobre tu futuro.
Pide un deseo: pon muérdago bajo tu almohada y se convertirá en realidad.
El agua de manantial recogida la mañana siguiente a la noche de San Juan tiene propiedades curativas y ahuyenta el mal de ojo. Asimismo, lavarse la cara y el pelo con esta agua o la de rocío de la noche de San Juan asegura salud y belleza para el resto del año.
Hacer una cruz en los árboles a medianoche hace que las promesas hechas junto a ellos se mantengan toda la vida.
Para conseguir que un deseo se cumpla la víspera de San Juan se planta una hortensia en una maceta. Si florece, las aspiraciones se harán realidad.
La fertilidad de la tierra se consigue enterrando en ella un pedazo de vela que haya ardido durante la noche de San Juan

LO DIVINO, PAGANO Y GASTRONÓMICO EN LA NOCHE DE SAN JUAN.




Colabora la Guia Repsol, Digital Hoy.:




Desde Galicia hasta Alicante, pueblos y ciudades rinden tributo al santo con hogueras y fiesta


Lo divino, pagano y gastronómico de la noche de San Juan
J. C. SOLER
La noche de San Juan es paradójica. Por un lado se trata de la más corta del año, por la posición de la Tierra respecto al Sol, y sin embargo la intensidad con la que se disfruta la convierte en una de las noches más largas. En su festejo, no puede faltar un buen fuego para prolongar la luz y ritualizar la quema de todo lo malo acontecido en los últimos doce meses. A partir de ahí, son tan variadas como coloridas las manifestaciones de alegría que tienen lugar a lo largo y ancho de España.
El ritual de San Juan se perpetúa. En toda España comienzan a almacenarse cartones y maderas, prestos a ser prendidos junto al arrullo del mar o en los espacios habilitados a tal fin. La noche del 23 de junio es una de las citas más mágicas del almanaque, a la que consagran cuerpo y alma los espíritus festivos. El día pertenece al santo. Misas mayores honrando a San Juan, fiestas populares, música, bailes y degustaciones culinarias se suceden durante la mañana y la tarde. La noche, se debe al rito ancestral, tan antiguo como la humanidad misma. Cuando los días eran cada vez más cortos, se creía que el sol no recuperaría su pleno esplendor. Por esta razón, los antepasados rendían tributo al astro rey con el fuego, en torno al cual se celebraban ritos de toda índole para devolverle energía.

Alicante en llamas

Lo divino, pagano y gastronómico de la noche de San Juan
En Alicante los festejos por San Juan anexionan y concilian todas las tradiciones, dando forma de conjunto a las que son las fiestas oficiales de la ciudad. Declaradas de Interés Turístico Internacional, comienzan el día 20 de junio con la lectura del pregón de fiestas. A lo largo de la jornada, se instalan en la vía pública las Hogueras o Monumentos, figuras artísticas de cartón y madera, muy satíricas y tan hermosas como efímeras.

Como no podía ser de otra manera, las figuras están avocadas a ser pasto de las llamas cuatro días más tarde. Y es que en Alicante las Hogueras se queman durante la noche del 24 de junio, un día después de San Juan, tras un espectáculo pirotécnico que se lanza desde el cerro del monte Benacantil.
Entre el pregón oficial y la quema de las Hogueras, Alicante ofrece un conjunto de eventos para todos los gustos. Se suceden desfiles, pasacalles, cabalgatas, ofrendas, corridas de toros, mascletás, actuaciones musicales, campeonatos deportivos? En las barracas se puede degustar la típica coca con atún y las brevas; y si las fallas valencianas tienen a su fallera mayor, Alicante elige cada año a su Belleza del Fuego (Bellea del foc).

San Juanito en Tenerife

Lo divino, pagano y gastronómico de la noche de San Juan
En Punta del Hidalgo la innata dulzura de los tinerfeños es tal que a San Juan le ha salido un apelativo cariñoso: para los punteros es San Juanito. Antes de oscurecer, una pequeña comitiva recoge la figura del santo de la iglesia y la traslada a hombros hasta un lugar en la orilla del mar al que llaman el Güigo. La imagen llega a la pequeña ermita costera en solemnidad romera, acompañada de rondallas lugareñas. Al anochecer, se encienden las hogueras en un ambiente embriagador de misticismo y se aguarda, entre tragos de vino, chanzas y rituales, los albores del nuevo día.

Fogueiras de San Xoán en Galicia

Lo divino, pagano y gastronómico de la noche de San Juan
Hay una tierra donde reinan las meigas, donde la magia es un ingrediente más de puchero, donde las mayores joyas son las tradiciones que se transmiten intactas de generación a generación. Ese lugar lleva por nombre Galicia, donde San Xoán da nombre incluso al mes de junio. Dicen los gallegos que el día de San Juan es una puerta abierta al mundo de Alén (más allá) con el terrenal presente, y por tanto, el momento idóneo de librarse de los malos espíritus en San Xoán meigas e bruxas fuxirán». Las hogueras se encienden pasada la media noche, llegado ya el día 24. A estos fuegos se les atribuyen facultades de protección y buena fortuna. Para ser beneficiario de sus virtudes, el ritual manda saltar sobre la hoguera un determinado número de veces que varía según localidades.
Al abrigo del fuego, se asan los típicos cachelos -patatas asadas con su piel, que se retira luego -y las sardinas asadas.

Cerdo, sí en todas sus versiones

Lo divino, pagano y gastronómico de la noche de San Juan
Las fogatas también puede regalarnos sabrosas experiencias gastronómicas en torno a la lumbre. Así que, os proponemos unas sencillas y suculentas recetas para no desaprovechar las ascuas y su peculiar aroma de leña encendida.
Las chuletitas de cerdo son un clásico en cualquier barbacoa. Lo ideal es tenerlas aliñadas algunas horas antes de asarlas. Nuestros grandes aliados serán unos dientes de ajo, salsa de soja, pimienta negra y aceite de oliva virgen extra.
Aprovechando la gran variedad de embutidos que nos da la geografía española, podemos llenar nuestra parrilla de morcillas de arroz, tan típicas en Burgos; choricitos y salchichas caseras, incluso mejor con un toque picante; sin olvidar las sabrosas chistorras. Esta variada barbacoa hará las delicias de los más exigentes, mucho más si lo acompañamos con un buen pan.

El pan, la mejor compañía

Lo divino, pagano y gastronómico de la noche de San Juan
El gran acompañante de la celebración es el pan. Es exquisito apenas pasado por las brasas (recordemos que el plus lo dará el sabor de madera quemada). Con ajo, aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal, será un acierto.
Valgan también como aderezo a nuestra barbacoa, por ejemplo, cebolla a la plancha, tomate, calabacín, pimiento, berenjena con vinagreta? Cabe todo lo que se nos ocurra.

A la brasa, sin pensarlo

Lo divino, pagano y gastronómico de la noche de San Juan
En la costa, y sobre todo en la mediterránea, son imprescindibles los pescados y mariscos. Las sardinas no pueden fallar en las celebraciones autóctonas ¡y qué buenas están! Basta con limpiarlas bien e impregnarlas con abundante sal. Conviene que estén enteras, con todas sus vísceras. En Galicia dicen: por «San Xoán a sardiña pinga o pan», y que así sea. En las playas de Málaga, son muy comunes los espetos de sardinas, que se hacen al calor de las brasas y ¡están riquísimas! No está mal tener a mano unas cuantas rodajas de limón para aderezarlas.
Las brochetas (entendidas como producto ensartado en palitos de metal o madera) resultan una buena manera de degustar gambas y langostinos. Basta con intercalar una gamba con un langostino (limpios), rociarlos con aceite de oliva, limón, sal, pimienta y ajo. Cuando ya estén listos, añadir perejil fresco, finamente picado, y ¡listo para comer!

¡Y la queimada!

Lo divino, pagano y gastronómico de la noche de San Juan
Como si de conjurar hechizos y ahuyentar malos espíritus se tratara, en Galicia hay una costumbre muy arraigada durante la noche de San Xoan: la queimada. Se trata de una suerte de poción mágica preparada con aguardiente, frutas (naranjas y limones, mayormente) y azúcar y que el maestro de ceremonia enciende y vierte en porciones mientras la llama está encendida.

sábado, 22 de junio de 2013

EL PATRIMONIO ETNOGRÁFICO DE LA CODOSERA.


 
(Un tesoro a rescatar, valorar y transmitir).





Colabora y Escribe:
Luis-Alonso Rubio Muñoz.



"Vivimos hoy en día, por desgracia, inmersos en una vorágine que nos hace, en muchas ocasiones, olvidarnos de quiénes somos nosotros mismos y, por supuesto, de quiénes nos precedieron en el tiempo. Al igual que la sucesión ordenada de las páginas de un libro, desde la primera hasta última, refleja el hilo que recoge su argumento, lo mismo ocurre con las generaciones humanas que, desde los orígenes del Hombre hasta nuestros días, se han venido sucediendo a lo largo de la Historia. Al final, no somos sino el resultado de lo que, las diferentes civilizaciones, han ido aportando.

 

Lo considerado moderno o innovador ha desplazado siempre, y con desigual fortuna, a lo tradicional. A pesar  de ello, y soportando con heróica resistencia los embates de lo que los nuevos tiempos han ido acarreando, muchos de estos retazos de lo que un día fuimos han logrado llegar hasta nuestros días. Su pervivencia ha sido más fácil y arraigada en aquellas zonas que, por la razón que fuese, permanecieron al margen de las corrientes modernizadoras. Es decir, que en los territorios habitualmente aislados debido a motivos muy diversos, las tradiciones han permanecido vivas aunque quienes las mantuvieran fueran grupos observados por los demás como atrasados e, incluso, objeto de desconsideración por creerlos  depositarios de un modo de vida arcaico y hermético.


La zona geográfica en la que se encuentra ubicada La Codosera ha sido, tradicionalmente, uno de estos territorios en los que lo tradicional encontraba acomodo, y se perpetuaba ante la escasez de elementos nuevos que pudieran llegar de fuera. A ello contribuye tanto lo accidentado de su orografía (que la convertía en zona de escaso interés económico, del que sólo escapaba su abundancia en minerales), el alejamiento de las principales vías de comunicación que, desde la Prehistoria, surcaban el Occidente peninsular y, mucho más tarde, su posicionamiento junto a la frontera de Portugal que, por ser teatro habitual de enfrentamientos bélicos entre éste reino y el de Castilla, convirtió la zona en poco recomendable para el asentamiento de una comunidad humana estable. Gracias a ello, y mientras que en otras zonas el bagaje cultural sufría constantes alteraciones que suponían la pérdida, por sustitución, de las más rancias muestras de sus seculares señas de identidad, en el territorio circundante a La Codosera se fueron manteniendo, con auténtico mimo (con el mismo con el que se guardan los objetos más preciados o los recuerdos  entrañables) multitud de elementos culturales cuyos orígenes, en muchos casos, se remontan a la Edad del Hierro e incluso antes.


 


A finales del primer milenio antes de Cristo, se documenta en el alto valle del Gévora (limitado en sus flancos por la Sierra de San Pedro y las estribaciones de la Serra de Saô Mamede), población de origen indoeuropeo (célticos y lusitanos) que será la responsable, en gran manera, de lo que podemos considerar primer sustrato cultural de verdadera importancia debido a los aportes que llevará a cabo, si bien tampoco debe olvidarse la presencia, con anterioridad,  de comunidades situadas cronológicamente en la Edad del Bronce.

 

La existencia de cultos astrales (a los astros, principalmente el Sol y la Luna), orolátricos (dirigidos a elementos tales como montes, cuevas, rocas de tamaño o características singulares, etc...), dendríticos (a los árboles) o acuáticos (tomando como objeto de veneración el agua de ríos y fuentes) se constata en la zona de La Codosera de manera evidente.

 

Traspasando el umbral del tiempo, los cultos lunares se perpetuaron en La Codosera, a pesar de ser considerados como paganos por la Doctrina y los concilios de la Iglesia, llegando hasta nuestros días. La creencia en la influencia de la Luna se mantiene todavía en nuestro pueblo, sobre todo entre las personas de mayor edad, en detalles tales como los cuidados que se toman para no exponerse en exceso a su luz, la atribución a su influjo de determinados síntomas de malestar (sobre todo en los niños de más corta edad), la conveniencia o no de realizar determinadas labores agrícolas (podas, injertos y cortas de madera) o domésticas (matanza del cerdo y preparación de sus derivados), efectos sobre la climatología (cambios del tiempo meteorológico con la mudanza en la fase de la Luna) e, incluso, sobre el nacimiento y la muerte de las personas (la Luna nos trae y la Luna nos lleva”).

 

Los cultos al Sol se mantienen enmascarados, parcialmente, en la celebración de los dos solsticios del año,  de invierno y verano, coincidentes, respectivamente, con las celebraciones de la Nochebuena y San Juan. En el primer caso, la ceremonia familiar (cena copiosa en la que, además, se consume un menú especial, entonación de villancicos o cantos específicos, la quema del denominado “leño de Navidad”, etc...), coincide en mucho con lo que fueron los antiguos cultos a la divinidad oriental conocida como Mitra o Deo Solis Invicto. La celebración de San Juan constituye otro claro recuerdo de los primitivos cultos paganos, en este caso aderezado, también, con elementos tan antagónicos como el agua y el fuego o los ritos de fertilidad.

 

Es posible atribuir, a tenor de lo documentado en otras zonas de la península Ibérica, relación entre una de las principales piezas arqueológicas aparecidas en La Codosera y los cultos astrales. El conocido como Thymiateria (quemador de esencias o perfumes) de La Codosera, hoy depositado en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz,  representa en su tapa la figura de un ciervo tendido. El ciervo es, en la mitología céltica, un elemento de culto en relación con las creencias astrales, asimilado con el dios Cernunos.

 

Por su singularidad, cabe destacar en La Codosera y su entorno más inmediato, tanto a uno como otro lado de la frontera, la existencia del culto a las aguas. Este se documenta arqueológicamente por la aparición, en el caserío de La Varse, de una inscripción de época romana, dedicada a ARPANICEO. Se trata indudablemente de una divinidad de origen céltico, relacionada muy posiblemente con el culto a las aguas. Estos cultos se constatan en la vecina localidad de Valencia de Alcántara (Sierra Fría) y en la Sierra de San Pedro (Los Gaitanes), pero sobre todo, y a través de la interpretación de una importantísima inscripción del siglo I antes de Cristo o I después de Cristo, aparecida en la heredad de Ribeira da Venda (Campo Maior), muy cerca de la frontera española. Se cita en ella el nombre de varias divinidades prerromanas (entre ellas REVE y BROENEIAE) a las que se les ofrece el sacrificio de varios animales. Se atribuye también a un  posible culto acuático, u orolátrico, el primitivo santuario que ocupó lo que, con el tiempo, pasó a convertirse en Ermita de Nossa Senhora da Lapa, en la falda de la Sierra de La Lamparona. El descubrimiento en el año 2010, por parte de un equipo de investigación dirigido por el profesor Jorge de Oliveira (Universidade de Évora) de un conjunto de pinturas rupestres esquemáticas pertenecientes a la Edad del Bronce, en el interior de la cueva que se oculta tras el muro del altar de la ermita, aporta datos más que suficientes como para considerar el lugar como espacio de singular importancia religiosa desde la Prehistoria. Los cultos a las aguas se perpetúan en La Codosera, hasta la actualidad, en el conjunto de celebraciones que adornan la Noche de San Juan (patrono del pueblo) y que giraban, en parte, en torno a las numerosas fuentes repartidas tanto por su término como por el casco urbano (Arriba, La Sierra, La Vega,...)

 

La necesidad, entre las culturas primitivas, tuvo a bien convertirse en virtud. Debido a lo limitado de los recursos, estos grupos humanos aprovecharon siempre lo que la Naturaleza ponía a su alcance para resolver las necesidades cotidianas. La sabiduría popular, atesorada a través de la tradición, ha permitido que lleguemos a conocer un número muy elevado de remedios curativos que basan su práctica en el empleo de ingredientes naturales entre los que las plantas ocupan un lugar fundamental. Estaríamos  así ante el estudio de lo podemos denominar Medicina Popular. Antaño fue muy frecuente en La Codosera recurrir a ingredientes de origen vegetal para la elaboración de remedios curativos, algunos de los cuales aún se continúan utilizando. Tanto  la recolección de las plantas, como la elaboración de los preparados, estaban sujetos a un proceso transmitido oralmente de generación en generación. Su poder sanador no siempre estaba demostrado ya que, en ocasiones, su empleo estaba ligado a la superstición sin que existieran razonamientos científicos para su uso. Puestos a emplear ingredientes, estos eran muy variados ya que también los había de origen animal y mineral.La práctica de este tipo de medicina, cuyo origen hay que buscarlo en ocasiones en tiempos muy remotos, buscaba todo tipo de recursos a fin de hacerla más efectiva. De ahí que, junto al uso de fórmulas y rituales de innegable origen precristiano (considerados habitualmente paganos), se procediera también al recurso de la religión, buscando con ello hacer más poderoso su efecto curativo.

 

Lo mismo puede decirse, en cuanto a la pervivencia de tradiciones muy antiguas, de la arquitectura tradicional que, todavía hoy, es posible observar en La Codosera. El empleo de los materiales propios del terreno, fundamentalmente la piedra para la construcción de los muros y las ramas de árboles y arbustos para las cubiertas, remonta su origen a  momentos anteriores a la presencia de la cultura romana en esta zona, existiendo aún hoy modelos constructivos que resultan muy similares (cuando no idénticos) a los empleados en la Edad del Hierro. Estaríamos hablando, por tanto, de la vigencia de soluciones constructivas que, en algunos casos, cuentan con más de dos mil años de antigüedad.

 

 
El catálogo de elementos que pueden incluirse en este estudio de nuestro patrimonio cultural resultaría muy extenso. Tengamos en cuenta que, sobre un sustrato que se inicia en elementos de origen prehistórico, se fueron superponiendo las aportaciones culturales que, a lo largo de los siglos, dejaron los diferentes pueblos que por aquí pasaron (indoeuropeos, romanos, germanos, judíos, musulmanes...). Lo que hoy conservamos es, no quepa duda, el resultado de la mezcla en el tiempo de todo ello. Cualquier aspecto de la vida cotidiana resulta susceptible de estar sometido a estas influencias que, lejos de constituir lo que podríamos llamar un saber académico o avanzado, no es ni más ni menos que la consecuencia de la puesta en práctica, de manera cotidiana, de una manera de vivir y de saber estar. La tradición oral se ha encargado, en la mayor parte de los casos, de transmitirnos ese tesoro cultural que nuestros mayores, a su vez, recibieron de los suyos. Los diferentes oficios, las máquinas y herramientas para el trabajo, la gastronomía, los cuentos, las celebraciones de tipo religioso, los acontecimientos sociales, el modo de vestir, los juegos tanto de niños como de adultos, etc... constituyen las señas de identidad de un pueblo. Olvidarlos supone renunciar a la propia identidad de una civilización. Sería, por decirlo de una manera simple, como renunciar a los apellidos que indican nuestra pertenencia a determinada familia. Por tanto, tenemos la obligación moral de transmitir, con la mayor pureza posible y procurando evitar alterarlo, ese legado recibido".

 

 

martes, 18 de junio de 2013

La Noche de San Juan


La Codosera es un pueblo rico en tradiciones milenarias, cuyos orígenes y significado en la mayoría de los casos, son poco conocidas.
 
La semana próxima es la festividad de San Juan, una fiesta que se celebra en uno de los barrios del pueblo porque así lo han querido sus vecinos.
 
Otra de las particularidades de esta fecha actualmente, la protagonizan los jóvenes con el agua. Recordando a los ritos paganos, cuyo texto nos ha sido facilitado por Alonso Rubio y que podeis leer a continuación, la Noche de San Juan es la noche del agua y del fuego, una tradición que han querido mantener la gente joven sacando los cubos llenos  a la calle y echársela encima al primero que pase por la puerta. Una fiesta de risa, de jolgorio y de cabreos, que es lo que sienten algunos de los transeúntes que no están conformes con que los refresquen por la noche.  

 

              Es la Noche de San Juan, junto con la Nochebuena,   las noches  del año cargadas de mayor significado. En ambos casos se trata de celebraciones de origen pagano, relacionadas con la observación astronómica,  desde muy antiguo. Los solsticios, el de invierno y el de verano, marcaban en la Antigüedad momentos de especial importancia y coincidiendo con ellos se celebraban ritos de muy distinto significado que con el tiempo, por su innegable sentido pagano, fueron cristianizados aunque no perdieron en su totalidad el valor original. La Nochebuena actual es el resultado de la cristianización de la festividad del Deo Solis Invicto, momento en el cual el Sol, sometido por las sombras y el frío del invierno, renace y cobra vida de nuevo.

               En el caso de la Noche de San Juan ocurre algo similar, cristianizándose los cultos paganos vigentes durante miles de años. Su sentido original, ligado al Solsticio de verano, es decir, el momento del año en el que el Sol permanece durante mayor tiempo sobre el firmamento, constituyó un motivo de cultos muy arraigados. Tradicionalmente estos cultos llevaban aparejados el uso de elementos opuestos tales como el agua y el fuego, ligados a ritos de fecundidad y purificación.


                                                                      Si bien en el pueblo  el fuego no tuvo un papel protagonista (posiblemente, como ocurre en otras zonas, por el peligro que suponía encender hogueras coincidiendo con la época de la cosecha, que hubiera podido ocasionar incendios), si lo ha tenido, desde siempre, el agua, más en una zona, como la nuestra, en la que se documenta el culto a las aguas desde, al menos, el siglo I d.C.

 

 
                                                        Los ritos unos eran de carácter petitorio para lograr de los dioses que sus cosechas fuesen abundantes, para que garantizaran evitar las épocas de hambre, y otras tuvieron una importancia singular al tratarse de ritos de origen céltico, consistente en una ofrenda de carácter vegetal, y con clarísimo significado de fertilidad, llamada la Enramá, que los mozos hacían a sus novias. Se perdió esta tradición hace ya muchos años en La Codosera, pero existe constancia de su celebración en la época de nuestros abuelos.



 En La Codosera se tiene a San Juan como su santo patrón, y por tal motivo, desde sus comienzos cristianos, terminada la Reconquista, cada año y en su honor por el 24 de Junio, se celebraba la feria. Después vino la Guerra Civil y el pueblo tenía ganas de olvidar sus penas y la feria creció. La antigua plaza del Ayuntamiento se quedó pequeña y el alcalde de entonces, Agustín Costo, buscó otro lugar, la plaza de la Fuente, bajo cuyos árboles frondosos, se trasladó, y también la fecha se cambió. Junio era un mes donde los labradores y ganaderos  todavía no habían hecho caja, pues las cosechas aún reverdecían en los campos y el ganado, con pocas carnes, todavía no estaba para venderlo. Agosto fue el mes elegido, la última semana, por San Agustín. Como en la iglesia no había esta imagen, se compró, porque los tiempos determinaban que no podía haber fiestas sin procesión. Después llegó el fenómeno de la emigración y casi la mitad de las familias se fueron. Pero pasaron unos años y de nuevo volvieron. Esta vez de vacaciones. Bien arreglados, lustrosos y muchos de ellos con sus vehículos en propiedad y sobre todo con dinero, que gustosamente se gastaban en bares y establecimiento. Los industriales se dieron cuenta y pidieron al Ayuntamiento cambiar la fecha de la feria. Los últimos días de agosto muchos de ellos ya se habían marchado de vuelta a su trabajo, y así fue como se consensuó que la feria había que celebrarla en el segundo fin de semana del mes de Agosto.



 

 La Noche de San Juan, la NOCHE DE LOS PRODIGIOS, hasta hace no muchos años, tuvo en el pueblo un significado e importancia muy grandes. Aquel día, al caer la noche, algunos lugares cobraban especial significado, hasta el punto de convertirse en centros de concurrencia de personas de diferentes edades. Esto ocurría en los alrededores de las fuentes donde la vegetación abundaba y las mimbreras florecían. La del Potril, la de Arriba, la de Barroco, la Tojera, Bacoco, La Rabaza, La Vega, la Burranchona y otras muchas, cobraban protagonismo.

 


Cuando apenas la cirugía era conocida en España, las madres con niños herniados utilizaron ritos para tratar de sanar a sus bebés, cuya antigüedad en el tiempo desconocemos. Dicen que la Luna de San Juan es una de las que más alumbra, aunque para los niños estaba vetado que sus ojos la vieran, quizás por ser mágica, por mil historias que se contaban, algunas de las cuales hablaban que se llevaba a los más pequeños, que las madres protegían con amuletos para que no se los arrebatara.

 


 

De la cantidad de fuentes que siempre en el pueblo hubo, había tres con mimbreras cercanas a las que la tradición popular siempre le atribuyó un especial sentido milagrero relacionado con la Noche de San Juan. Las tres estaban situadas en huertas privadas, cuyo paso para el público, los dueños cedían gustosamente.  Estas fueron, la que había en uno de los extremos de lo que antiguamente era conocido como "Corralón de los Brígidos" (junto a la antigua Calleja de los Nogales), otra existente en la Calleja que daba acceso a la tapada de las Huertas (que parte de la esquina donde hoy se ubica la Churrería de Fareo) y otra que estaba entre la Huerta de Barroco y la fuente de Arriba, cerca del Castillo.  Algunas de estas sensaciones debieron de sentir las personas que en grupos no muy numeroso, a media noche,  emprendían el camino de las huertas buscando el preciado líquido. Los padres de un niño pequeño acompañados de una pareja de jóvenes conocidos del pueblo, obligatoriamente, uno llamado Juan y la otra  María, mezclaban creencias y religiosidad en un rito, poniendo a San Juan por testigo,  para lograr que el bebé curase de la hernia que padecía. El silencio de la noche roto por los sonidos de libélulas en libertad, un cielo estrellado y el ¡crack! de una vara de mimbre que se parte, mientras el agua correteaba laderas  abajo de la huerta.  Atar, rezar y callar. Usar el silencio como cómplice de este rito y volver a casa. La vara rota se empalmaba de nuevo y se esperaba que, pasado cierto tiempo y, para que el niño sanara, era necesario que en la rama rota, brotase un nuevo tallo. En caso contrario, si se secaba, el niño seguía herniado.

 
ENTRADAS:

Manoli Rolo ha escrito:

 " En la noche de San Juan, me contaba mi madre que, antes que saliera el sol, se cojian las flores de san Juan que sirven para  la piel. Antiguamente  que no había medicamentos ni casi de nada ,se curaban las heridas con ciertas hierbas y flores, igual que  las grietas en las manos ocasionadas por el   frio y el trabajo tan duro, debido a que la mayoría de las faenas eran artesanales  hechas a mano

Se fríen en aceite de oliva  y con ese aceite se frotan las manos como si fuera una crema. Creo que esta receta hay gentes que  todavía  la utiliza. "
 
 

jueves, 13 de junio de 2013

Ad Septem Ara


Los Siete Altares de La Codosera


Tejada Vizuete hace pocos días que acaba de publicar el libro, “Historia Eclesiástica  de la Ciudad y Obispado de Badajoz”, donde se indica que en La Codosera, durante la época de la dominación romana en la Península Ibérica, estuvo asentado el poblado de “Ad Septem Ara”. Eso quiere decir que hace veinte siglos  en el mundo exterior éramos conocidos como poseedores de Siete Altares.

 
Francisco Tejada Vizuete

Mucho ha llovido desde entonces pero en el aspecto religioso creo que poco ha cambiado en el carácter de los codoseranos.



Vista aérea de La Codosera 1974
 

Alonso Rubio, escritor conocido por todos, en un trabajo realizado sobre las ermitas que el pasado hubo en el pueblo nos indica lo siguiente:
 
Asedio a La Codosera por las tropas portuguesa 1642.
 

“De las que en su día existieron, tan sólo la de Nª. Señora de la Luz, aneja al Cementerio, se conserva en uso y en buen estado de conservación.

Dibujo de como pudo ser la parroquia antes de ser destruida su torre en 1642.

La actual Iglesia parroquial no es seguro que se erigiera sobre otro edificio anterior, ya que su fundación se debe a la iniciativa llevada a cabo para desalojar a la población del recinto murado del castillo (cerca amurallada y barbacana) propiciando con ello la expansión del primitivo nucleo habitado fuera de la zona en pendiente que rodea a la fortificación.
Edificio parroquial y plaza.


 No existen por tanto, por el momento, datos que permitan ubicar bajo el actual edificio parroquial otro anterior, aunque esta circunstancia no sea del todo excluyente.
 
 
Dibujo del castillo tal como pudo ser antes de ser destruido en 1642.
 
 
 
La ermita de San Pedro se encontraba en el antiguo camino de Arronches, (la cuesta del Lagar de Carilla), el mismo que, durante mucho tiempo, sirvió para acceder, desde La Codosera, a Chandavila y Portugal, saliendo del pueblo por la calleja de la Alberquilla, para dirigirse luego, junto a la Tapada de Don Tomás y Valleseco hacia el Sur. Hoy día, desacralizado el edificio y después de haber servido de almazara, recinto ganadero y otras funciones, el edificio se encuentra en mal estado.

Ermita de San Pedro derruida.







La ermita de Los Mártires, o San Sebastián, fue, junto con la del Potril (primitiva de San Miguel), posiblemente la de mayor tamaño. Antes de su transformación en vivienda, todavía en la década de los años sesenta del siglo anterior era visible su estructura interna, dividida en dos naves, que hacía fácil su identificación como antiguo lugar de culto. Se erigió junto a otra de las salidas del pueblo, (cerca del restaurante Quinto Cono), el denominado Camino de Alegrete.



San Isidro (Lavarse)




La primitiva ermita del Potril, posiblemente levantada en honor de San Miguel quien, a su vez, da nombre al barrio, ha desaparecido completamente. Se encontraba ubicada tambiñén a la salida del pueblo, a la izquierda del camino que, desviándose del que da servicio al Barrio de San Miguel, se dirige al Potril. Allí, apenas cincuenta metros pasados de la confluencia con el camino del Barrio de San Miguel (donde actualmente se encuentra la pequeña esmita o templete) estaba esta ermita. Su estructura arquitectónica era muy similar a la de Los Mártires, pero algo más reducida en tamaño.

Ermita de San Miguel

 
 
 En su interior,perdida su función religiosa, se conservaron, hasta su demolición para contruir sobre ella una vivienda, esgrafiados de carácter geométrico que, a modo de cordón o banda decorativa, recorrían la parte superior de los muros laterales, justo antes de iniciarse la techumbre.
 
Restaurante cerca de donde estuvo la ermita de San Sebastián.
 

Existe constancia de la existencia de otra ermita, pérdida en su totalidad en nuestros días, en las proximidades de la Quinta del Café, a la derecha de la carretera, según se sale del pueblo, y muy cercana a la que en otros tiempos fue conocida como "Tapada de las Eras". Fue esta, posiblemente, una de las más antiguas del pueblo o, por lo menos, en su construcción se utilizaron materiales (granito, algunas piezas de mármol y fragmentos de teja y ladrillo más antiguos, algunos incluso de época romana, en la mampostería) reaprovechados de edificaciones anteriores, lo mismo que ocurre con la obra del Molino del Duque.
 
Vía Crucis delante del paredón de la plaza.
 
 
Los restos de esta ermita desaparecieron como consecuencia de la expansión del núcleo urbano en esa dirección, si bien, en algunas de las tapias que se levantaron en sus inmediaciones, y que aún no han sido destruidas, pueden verse materiales constructivos posiblemente procedentes de este antiguo edificio.
 
Paisaje codoserano

La estructura constructiva de todas estas edificaciones resulta muy similar, empleandose en su erección mampostería de piedra (filitas, esquistos pizarrosos, cuarcitas fragmentadas y cantos de río) y, puntualmente, ladrillos de fabricación tosca procedentes, sin duda de hornos locales, tales como los que existieron en las proximidades de Los Castañares o en Los Barranciones, por citar sólo algunos de los que, hasta ahora, he podido localizar.
 
Altar en la calle el día del Corpus.

Parece verosímil, del mismo modo, la existencia de otra edificación, de características muy similares a las anteriormente citadas, en "El Cabezo", como puede deducirse de los restos que, aunque en muy mal estado de conservación, aún son visibles en ese lugar”.



Santuario de Chandavila
 

Aparte de las mencionadas, en el pueblo en la actualidad no han dejado de construirse otras nuevas, en los años cuarenta del siglo pasado, la de la Virgen del Carmen en Lavarse, y la de la Virgen de los Dolores, en Chandavila.

 

Via Sacra en Chandavila