viernes, 15 de noviembre de 2013

Las Infantas Portuguesas




Juana la Beltraneja


                      En La Codosera el nombre de Juana la Beltraneja es muy conocido. El castillo del pueblo lleva su nombre, porque dicen que aquí estuvo encarcelada, por mandato de su tía Isabel la Católica, una vez derrotado su ejército por las tropas isabelinas. Tambien existe una asociación de mujeres con el nombre de la reina castellana. 
Dibujo del Castillo de la Beltraneja.

                     Juana la Beltraneja es un personaje histórico muy importante de nuestra historia, que jugó sus cartas en su tiempo, perdió y derrotada marchó al exilio, a Portugal, no antes de intentar casarse con el heredero al trono de aquel país cuando apenas contaba un año de edad. Así era la vida de entonces de reinas, infantas y princesas. Juana la Beltraneja fue coronada reina de Castilla, oficialmente hija de Enrique IV  y de doña Juana, infanta portuguesa, hija de Don Duarte de Portugal. La Beltraneja fue considerada por muchos hija de los amores adúlteros de su madre con don Beltrán de la Cueva, primer ministro de su marido y Señor de La Codosera, entre otros títulos nobiliarios. 



Mapa de Extremadura

                             Al igual que lo hicieron las infantas portuguesas, en La Codosera, por la proximidad con Portugal, los matrimonios mixtos entre parejas, desde siempre, han sido frecuentes, la única salvedad es que, las infantas lo hicieron por intereses de estado y las codoseranas se casaron por amor. A algunas el cortejo iba a esperarlas antes de la boda, en Badajoz, junto al río Caya. En La Codosera, los invitados llegaban hasta El Marco, pasaban el regato del Abrilongo recogían a la novia y contentos, todos juntos, regresan al pueblo, donde el cura los casaba.  


Iglesia primitiva de La Codosera

                   Recientemente se ha publicado un libro por una periodista española,  destacada en Lisboa como corresponsal, llamada Belén Rodrigo donde cuenta la vida de once infantas portuguesas que, por matrimonio, fueron reinas españolas. 

                        A los que os guste un poco la historia y conocer los motivos por los cuales se casaron todas ellas, aquí os dejo una reseña que espero sirva para entreteneros y conocer algo más a nuestros vecinos los portugueses. 

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                         Fueron hijas legítimas de los reyes portugueses que se casaron con príncipes herederos o reyes de otros reinos peninsulares, convirtiéndose en reinas de León, Castila, Aragón y España. En total fueron once infantas lusas que entre 1165 y 1816 subieron al trono español. A lo largo de setecientos años contribuyeron, gracias a su matrimonio, a estrechar los lazos ibéricos y sus nombres quedaron asociados a acontecimientos de relevancia. La historia de alguna de ellas ha tenido mayor destaque que las restantes como es el caso de las madres de Isabel la Católica y de Felipe II, ambas procedentes de la realeza lusitana. Otras han sorprendido a michos, como la de Juana de Portugal hija de Duarte y hermana de Alfonso V, que se casó con Enrique IV de Castilla protagonizando un raro episodio de la época. Fue la primera reina católica que cometió abiertamente adulterio y concibió un hijo del amante.
Sin embargo, hay que reconocer que las historias de estas infantas, salvo algunas excepciones, son bastante desconocidas. “Ello es así porque la historiografía suele interesarse más por las reinas propietarias. Y estas mujeres, siendo consortes, en el mejor de los casos, obtuvieron el poder por delegación. A pesar de que algunas surgían de un “humus” cultural muy sofisticado”, explica a ABC el historiador italiano Marsilio Cassotti, autor del libro “Infantas de Portugal. Reinas de España”. “Es el caso de la esposa de Fernando IV de Castilla, la infanta Constanza de Portugal, cuya madre, santa Isabel de Portugal, nacida infanta de Aragón, se había llevado a tierras portuguesas a su dama de compañía, Vetaxa Lascaris, nieta de un emperador bizantino. El matrimonio de Constanza introdujo en Castilla el uso del nombre Isabel”, puntualiza.

                               La vida y el destino de las once infantas fueron muy diferentes
Cassotti se interesó por la vida de estas infantas mientras investigaba un tema relacionado con la monarquía en España. “Me di cuenta de que, desde el nacimiento del reino de Portugal hasta comienzos del siglo XIX, once infantas portuguesas (doce, si se considera a una que vivió poco tiempo) fueron reinas consortes de León, Castilla, Aragón y, finalmente, España”. Destaca además que se trata de la nacionalidad más importante, desde el punto de vista numérico, de entre todas las consortes de origen extranjero que detentaron coronas hispánicas.

                                     La vida y el destino de estas once mujeres fueron muy diferentes en algunos aspectos. Las bodas de las tres primeras (Urraca, Teresa y Mafalda) sirvieron para sellar alianzas y alcanzar la paz en un momento en el que Portugal luchaba por consolidar el reino. Todas ellas sufrieron la humillación y las dificultades que conllevaba la separación matrimonial impuesta por el Papa, porque el Código Graciano prohibía la unión entre parientes consanguíneos hasta el séptimo grado. Cassotti recuerda además que ser reinas españolas “casi nunca sería una tarea fácil para ellas”. A comenzar por la infanta Urraca de Portugal, casada en 1166 con el rey Fernando II de León, con la finalidad de que dos territorios unidos hasta hacía poco hicieran las paces. “Después del nacimiento de un heredero el matrimonio de Urraca fue anulado y ella tuvo que retirarse a un convento de por vida”, explica el historiador italiano.

Matrimonios pactados

                                 Fueron todos matrimonios pactados y hasta el siglo XVI, el acento estaba puesto, sobre todo, en la mejora de las relaciones entre las dos partes, “desgastadas de tanto en tanto por el intento de recuperación de la antigua unidad territorial”, dice Cassotti. Algo que resulta evidente en el matrimonio de Isabel de Portugal con Juan II de Castilla. “La unión de los padres de la futura Isabel la Católica intentaba reparar los daños producidos después de que, en el reinado anterior, los castellanos invadieran Portugal”. Más tarde, tras la instauración de la casa de Braganza en Portugal, a mediados del siglo XVII, el nexo de las uniones dinásticas se encuentra también, en la búsqueda de soluciones a conflictos ambientados en los territorios coloniales americanos.
      
Adaptadas a su papel de reina

                                 El hecho de que la mayoría de las madres de esas infantas portuguesas fuera de origen español (gracias a la institución de los “dobles matrimonios”: una infanta portuguesa se casaba con un rey o un príncipe heredero español y viceversa) hacía que sus hijas, por lo general, conocieran la lengua y las costumbres del país de adopción. “Muchas veces los servidores de una reina consorte portuguesa eran hijos de la nobleza que había servido a su madre en España de soltera”, subraya Cassotti. Un caso singular caso de “inadaptación” se produjo cuando la infanta María de Portugal, esposa de Alfonso XI de Castilla, después de ser testigo de varios homicidios perpetrados por su hijo, Pedro I el Cruel, o sus acompañantes, ante el temor de convertirse en la próxima víctima, decidió regresar a Portugal.

                               Pero lo verdaderamente importante en la vida de estas mujeres es que cumplieran bien su papel y el principal cometido de una reina consorte era dar descendencia a la corona. “Y este fue cumplido por casi todas las de origen portugués. Una de las notables excepciones fue Bárbara de Braganza, culta y abnegada esposa de Fernando VI de España, protagonistas de un caso de amor conyugal; de hecho, el marido enloqueció después de la muerte de la reina”, recuerda e historiador. Bárbara no tuvo hijos porque el rey era estéril pero cumplió con otros deberes característicos de las consortes regias de su época, el patrocinio de instituciones religiosas, la fundación conventos, en su caso el de las Salesas Reales de Madrid y el mecenazgo a artistas, como Domenico Scarlatti, maestro de música particular que ella se había traído de Portugal.

La felicidad de las reinas

                               La vida privada de todas ellas está llena de sorpresas. Sus bodas, embarazos, rivalidades con la reina madre y con las amantes del rey sin olvidar la educación de los príncipes o la lucha por el poder con las nueras. También fueron mecenas de pintores, músicos y arquitectos sin olvidad sus vocaciones religiosas. Y al final ¿fueron felices estas reinas? “Si por felicidad se entiende ser bien tratada por el rey y honrada por los cortesanos, es probable que la infanta Beatriz de Portugal, segunda esposa de Juan I de Castilla, fuera feliz”, afirma Marsilio Cassotti. “Y ello a pesar de no dar descendencia a su marido, el cual se había casado con ella para fundamentar sus derechos a la corona portuguesa”, añade. Aunque ese plan terminó con la derrota de los castellanos en Aljubarrota, ello no afectó al tratamiento de la consorte. “Por lo menos la documentación muestra que Beatriz fue muy bien tratada por los hijos de un anterior enlace del rey, los cuales, tras la muerte de la madrastra, mandaron levantarle un magnífico sepulcro de alabastro en el convento de Sancti Spiritus de Toro, en el que se la connotaba como reina de Castilla y Portugal”.
Por su parte, Isabel de Portugal, esposa de Carlos I de España, consiguió la admiración de la corte y la veneración de sus súbditos. “Pero en el epistolario de la emperatriz durante sus regencias se vislumbra alguna educada queja sobre la soledad a la que la sometía el cónyuge”, aclara el historiador. Sin embargo, Isabel tuvo la última palabra, sobre el emperador, en la elección del hombre que educaría al heredero, el futuro Felipe II, “quien posteriormente convertiría a su madre en modelo a seguir por las sucesivas reinas consortes españolas”.

Juana de Portugal

                                      Entre todas las infantas portuguesas que acabaron por ser reinas en España el historiador Cassotti no duda en destacar la historia de Juana de Portugal, esposa de Enrique IV el Impotente, a la que ha dedicado recientemente una biografía, “La reina adúltera”. “Una mujer con la capacidad de seducción de una Diana de Gales y la determinación de una Margaret Thatcher, todo ello inoculado con altas dosis de disimulación”, empieza por explicar. “La visión que la historiografía española ha dado de ella está condicionada por la versión del cronista Alonso de Palencia, que la conoció personalmente y la odiaba. Y sobre todo, porque a Juana le tocó el antipático rol de antagonista de una mujer tan emblemática como la futura Isabel la Católica. Pero se olvida que incluso ésta pasó de los once a los diecisiete años de edad en la casa de la reina portuguesa, y que allí adquirió unas destrezas que le permitirían, ya durante su reinado, recibir de un leal y culto súbdito el calificativo de “maestra de disimulaciones”, en el sentido de dominio del arte de gobierno” continúa exponiendo. Mientras Juana había intentado convencer a Isabel de que casara con el rey Alfonso V de Portugal, hermano de la reina, “la infanta castellana había leído, en portugués, una obra de Cristina de Pisán, básica para la formación de las soberanas, que se hallaba en la rica biblioteca de su cuñada. Por otra parte, los once documentos de época que se presentan en su biografía apoyan la hipótesis de que Juana fue sometida a ciertas “maestrías” para solventar la impotencia, que no esterilidad, del marido. Cassoti explica igualmente que el Dr. Maganto Pavón, especialista en urología de un importante hospital de Madrid, considera a alguno de esos documentos como el primer registro histórico conocido de una forma rudimentaria de inseminación artificial o asistida, practicada por físicos judíos a la reina. “Otra cuestión es que el resultado de esas “maestrías” fuera la princesa Juana, la Beltraneja”, puntualiza.

                                        “Mucho antes de que Virginia Woolf escribiera que a una mujer le hacía falta “un cuarto propio” para ser independiente y dedicarse a la escritura, aquella “poderosa señora” portuguesa (según definición del poeta contemporáneo Gómez Manrique), comprendió que una consorte real, si quería llevar adelante sus propias estrategias políticas, debía contar con una sólida base económica”, sigue relatando el historiador. La portuguesa no sólo obtuvo, de su marido, una de las dotes más cuantiosas de la época, sino que la envió a Portugal para ser administrada y mantener a buen recaudo. “Pero su cometido de lograr la “Unión ibérica” por el lado portugués fracasó, porque Juana se topó con alguien más astuto que ella, Fernando de Aragón, el adecuado novio elegido por Isabel”, finaliza Cassotti.

Investigación

                                       Ha sido un extranjero quien ha traído al conocimiento de los portugueses la vida de estas mujeres olvidadas. Con sus biografías se entiende mejor la historia de Portugal y por consiguiente, la de España. El autor de “Infantas de Portugal. Reinas de España” llevó a cabo una difícil labor de investigación y recopilación de datos porque lo poco que se ha escrito es a través de cronistas e historiadores del pasado que escribieron “con mejor estilo literario que rigor histórico (y un alto grado de intencionalidad política)”. Sus crónicas acabaron por influenciar lo poco que se conoce sobre ellas que responde a clichés o chascarrillos populares. Entre ellos, el que mofaba a Isabel de Portugal, esposa de Fernando VII (“Fea, pobre y portuguesa, ¡chúpate esa!), “olvidando que los estudios de pintura de esa infanta le permitieron aconsejar a su marido la creación de una galería abierta al público donde exponer antiguos cuadros que permanecían arrumbados en un depósito de El Escorial, origen del Museo del Prado de Madrid”, recuerda el historiador.

Las once infantas portuguesas

Doña Urraca. Reina de León (1150?-1222?)
Hija de Don Alfonso Henriques y de Mafalda, se casó con Fernando II rey de León en 1165, después de enviudar de Raimundo de Borgoña. Madre del rey Alfonso IX de León. El Papa Pascual II anula su matrimonio al que se opuso la nobleza de León y Castila generando un clima de guerra civil en el reino. También hizo frente a su hijo, que fue rey de Galicia, para poder mantener el trono.

Doña Teresa.- Reina de León (1176-1250)
Hija de Don Sancho I y de Dulce, casada con Alfonso IX de León en 1191 con quien tuvo tres hijos (Sancha, Dulce y Fernando), y su matrimonio fue invalidado por ser primos. Transformó el convento benedictino, de Lorvão, en un monasterio cisterciense. Fue beatificada por el Papa Clemente XI en 1705.

Doña Mafalda.- Reina de Castilla (1195-1256)
Hija de Don Sancho I de Portugal y Doña Dulce de Barcelona. Se casó en 1215 con Enrique I de Castilla, hijo de Alfonso VIII. Como ambos eran muy jóvenes el matrimonio no se consumó y se disolvió un año después. Fue monja en Arouca y beatificada en 1793.

Doña Constanza.- Reina de Castilla (1290-1313)
Hija de Don Dinis y Doña Isabel de Aragón. Se casó con Fernando IV de Castilla en 1302 para sellar definitivamente la Paz de Alcanizes firmada cinco años antes. Madre de Alfonso XI de Castilla.

Doña María.- Reina de Castilla (1313-1357)
Hija de Don Alfonso IV de Portugal y Beatriz de Castilla. Se casó con Alfonso XI de Castilla y tardó varios años en darle un heredero, que acabaría por convertirse en Pedro I de Castilla. El rey mantuvo abiertamente una relación extraconyugal con Leonor de Gusmão y la joven reina se marchó a Évora donde estaba la corte de su padre, generando un breve conflicto entre Portugal y Castilla.

Doña Beatriz.- Reina de Castilla (1373-1421?)
Hija de Fernando I de Portugal y de Leonor Teles. Se casó con Juan I de Castilla. Al morir su padre en 1383 Leonor Teles asumió la regencia y proclamó a su hija reina de Portugal. El pueblo no lo aceptó porque consideraba que estaba en causa la independencia de Portugal. La crisis con Castilla acabó en la batalla de Aljubarrota, en 1385, donde los castellanos fueron vencidos.

Doña Isabel.- Reina de Castilla (1428-1496)
Hija del Infanta Don Juan. Casó con Juan II de Castilla y fue madre de Isabel, la católica. Su matrimonio fue acordado por el condestable don Álvaro de Luna, valido de Juan II. Al morir el monarca en 1454, Isabel de Portugal se retiró al castillo de Arévalo, donde pasó el resto de su vida. Durante sus últimos años sufrió, según las crónicas, un grave deterioro mental, que degeneró en demencia.
Doña Juana.- Reina de Castilla (1438-1475)
Hija de Don Duarte de Portugal. Se casó con Enrique IV de Castilla y fue madre de la “Excelente Señora”, Juana la Beltraneja, considerada por muchos hija de los amores adúlteros entre Doña Juana y Don Beltrán de la Cueva. .
Doña Isabel.- Reina de España y Emperatriz de Alemania. (1503-1539)
Hija de Don Manuel I y de Doña María, se casó en 1526 con Carlos V. Madre de Felipe II de España (y I de Portugal). Fue regente de España entre 1528 y 1533 y más tarde entre 1535 y 1538, cuando su marido estaba ausente por motivo de guerras. En 1529 firmó el tratado de Portugal sobre sobre las islas Molucas.
Doña Bárbara.- Reina de España (1711-1758)
Hija de Don Juan V de Portugal. Se casó con Fernando VI de España. Ocupó un importante papel en la corte española, especialmente como mediadora entre el rey de Portugal y su esposo. Amante de la música, se sabe que compuso sonatas para una gran orquestra. Promovió la construcción del Convento de las Salesas Reales de Madrid. Su muerte provocó la locura de Fernando VI, que murió un año después

Doña María Isabel .- Reina de España (1797-1816)
Hija de Don Juan VI de Portugal y Doña Carlota Joaquina. Se casó con Fernando VII de España con el objetivo de reforzar las relaciones entre los dos países. Destacó por su cultura y por su gusto por el arte. Partió de ella la iniciativa de reunir obras de arte de monarcas españoles para crear un museo real, el futuro Museo del Prado. Está sepultada en el Monasterio del Escorial.


viernes, 8 de noviembre de 2013

Festividad de San Carlos Borromeo

 

Paisaje de la Raya.

                       El pasado día 4 de Noviembre, festividad de San Carlos Borromeo, patrón de los empleados de la Banca, la asociación de jubilados de Badajoz, coincidiendo con dicha efeméride,  programó una visita a La Codosera, un lugar cercano a la capital, que muchos de los compañeros no conocían. Para tal fin conectaron conmigo para que les acompañara en el viaje y les explicara someramente la historia de este bonito pueblo rayano.

Caserío de El Marco. Puente internacional más pequeño del mundo.

Don Juan Antonio Jimenez Lobato 

La expedición estaba formada por algo más de sesenta personas, a las que acompañaban el capellán don Juan Antonio Jimémez Lobato, quien ofició una misa en el Santuario de la Virgen de Chandavila, como primera visita de la jornada, acompañado por el párroco del pueblo, don Antonio Núñez.

Santuario de Chandavila

Terminada la Santa Misa, y en las escalinatas del Santuario, tuve el honor de exponer como y cuando se produjeron las apariciones de la Virgen en este lugar, allá por el 1945, cuyos hechos conmocionaron a la opinión pública de la época, siendo varios los medios que desplazaron a sus reporteros para dar a conocer cuanto aquí ocurría.


El pueblo


Antonio Rodriguez, persona muy ligada a la Cofradía de la Virgen de Chandavila, a continuación, mostró a los asistentes las obras de arte expuestas en el Museo del Santuario, tallas donadas por el escultor Lázaro Gumiel, así como cuanto material de interés se exhibe en sus instalaciones.

De Chandavila pasamos a visitar la cercana aldea de El Marco, donde pudieron contemplar, sobre las aguas  del arroyo Abrilongo, el puente fronterizo que dicen es el puente internacional más pequeño del mundo. 


El Marco. Puente para llegar al buzón de correos.

Para entonces ya eran algo más de las dos de la tarde y por tanto buena hora para reponer fuerzas. El lugar elegido fue el ya famoso restaurante "Brasería Portuguesa", situado en una de las aldeas codoseranas, La Rabaza, situada junto a la frontera portuguesa y a 9 kms. del casco urbano. Era un día típico de otoño. Las nubes nos acompañaron durante el recorrido y en algún momento la llovizna hizo su presencia. Ante nosotros el paisaje llano junto a la población quedaba atrás y aparecían las pendientes montañosas que nos acercaban a las estribaciones de San Mamede, cercana a las de San Pedro.


Ermita de Chandavila y en su interior el castaño de la Virgen.

 El paisaje verde aparecía salpicado de pinceladas blancas, por la cantidad de viviendas que conforman esta bella campiña rayana.



Vistas del entorno del pueblo

Brasería Portuguesa es un restaurante cuyo prestigio profesional, dando al público un esmerado servicio calidad-precio, traspasa nuestras fronteras. De sus fogones salen a la mesa lo mejor de la gastronomía local, matizada con platos procedentes de la vecina portuguesa. Recetas de cordero, buena ternera, ibérico y cabrito, abundantes en la zona, compiten con las mejores de bacalaos de la cercana portuguesa.



Momentos de la comida

De vuelta al pueblo, una parada obligada era visitar las instalaciones de las Piscinas Naturales, un buen momento para darse un paseo desde la carretera a las orillas del Gévora y contemplar este ejemplar complejo turístico que causa sensación en los meses estivales. Gracias a que las compuertas estaban abiertas, por estar fuera de temporada, fue una delicia contemplar las cristalinas aguas del río y escuchar el sonido del torrente rozando las piedras del lecho.


Piscinas naturales sobre el cauce del Gévora

La tarde terminaba y llegaba la hora de la despedida. Santos Ramos, anfitrión y organizador del evento, aprovechando las instalaciones de este hermoso lugar, nos tenía preparada una nueva sorpresa. El día había sido bien aprovechado y los componentes de la expedición estaban contentos. Después del paseo una copita no vendría mal. Por allí apareció una cesta de mimbre repleta de productos de la tierra. Perrunillas, mantecados y otros dulces, mojados por el anís de la Tierra de Barros, fue un buen broche de despedida. La noche caía y los autobuses partían camino uno, hacia Cáceres capital y el otro a Badajoz.


La hora de partir rumbo a Badajoz. 












viernes, 11 de octubre de 2013

LAS RENTAS DEL SEÑORÍO DE LA CODOSERA.



La Codosera año 1974 
SOBRE LAS RENTAS SEÑORIALES DE LA VILLA DE LA CODOSERA
Un estudio realizado por Alfonso Franco Silva, profesor de la Universidad de Cádiz, nos desvela algunos secretos de la forma y manera que los vecinos de La Codosera pagaban sus tributos a finales del siglo XIV y principios del siguiente.
A través de estos impuestos vamos a conocer algunas de las circunstancias y características sobre el modo de vivir de aquellos antiguos codoseranos.

Dibujo de como debió ser el castillo de La Codosera.

El 15 de Mayo de 1549 el tercer duque de Alburquerque, don Beltrán de la Cueva, decidió que le era necesario contar con un libro, en el que se recogiesen las rentas, impuestos y derechos, que se cobraban en sus villas de Alburquerque y La Codosera. De esta forma sus contadores tendrían a su disposición un instrumento útil que les permitiese conocer de una manera clara los conceptos específicos de los diferentes ingresos en ambas localidades. Desplazados los tres mayordomos del duque, desde su castillo en Cuellar,  se reunieron en el  de Alburquerque con, entre otros mandatarios, Diego López de Hinestrosa, que había sido alcalde mayor de Alburquerque y La Codosera durante seis años.  


Campiña codoserana.



El resultado de una pesquisa tan minuciosa fue la publicación de un libro llamado del Estado de Alburquerque, que se conserva actualmente en el Archivo Ducal, en Cuellar, donde se detallan la hacienda de tan poderoso estado señorial en la villa de La Codosera.

 Vistas del casco urbano en la actualidad.

En 1464, el Señorío de La Codosera, junto con Alburquerque fueron donados por el rey Enrique IV, a su privado don Beltrán, para compensar a este personaje por la pérdida del maestrazgo de Santiago.

En aquella época, la población contaba con 117 vecinos, entendiéndose que se refiere a familias completas,  lo que equivaldría a unos 500 o 600 habitantes.


Dibujo de como debió ser la iglesia parroquial, con su torre, antes de ser destruida.

La Codosera proporcionaba cada año a su señor una serie de diversas rentas, de las cuales, éstas eran las fundamentales:


El asedio en 1642



Inauguración de un nuevo puente sobre el Gévora, 1933


El puente medieval.


El Castillo


El río enfurecido.

Esta villa, mucho más pequeña que Alburquerque, se gobernaba por un corregidor, nombrado por el duque, cargo que recaía en la misma persona que ejercía de alcalde mayor en la villa principal. Este magistrado conocía y juzgaba todas las causas civiles y criminales en primera instancia, así como a las sentencias emitidas por los alcaldes ordinarios.

La Codosera poseía una fortaleza, a la que rodeaba una huerta cercada por muchos árboles y un pedazo de viña y tierras para sembrar. De todo esto gozaba el acaide, a quien además le pertenecían los esclavos y bienes mostrencos, (cuantos bienes hubiera sin dueño conocido).




Raices portuguesas. Codesseira.

El duque nombraba dos alcaldes ordinarios para el gobierno y administración de la villa. Proveía también dos regidores, un procurador general, un mayordomo y un escribano de concejo. Todos ellos nombrados  a su voluntad, cuando lo creía conveniente, sin intervención alguna de los vecinos de la villa.


Popularmente conocido como "El Santo"

El señor nombraba también al alguacil, el cual era el responsable de llevar el control de  los derechos correspondientes a cuantos  negocios se ejecutaban por contrato público, sentencia, conocimiento reconocido y confesión judicial. En esta renta entraban también las setenas y fuerzas, es decir las multas que equivalían a la séptima parte de una cantidad determinada, y los juegos y marcos de amancebados,   conforme naturalmente al arancel del reino.


La Sierra

Como señor jurisdiccional de la villa, al duque le correspondía el control de la escribanía pública que solía arrendar por subasta.

Asimismo, poseía la propiedad  del patronato curado que había en la única iglesia de la villa, y procedía cada año a presentarlo para su nombramiento por el Obispo de Badajoz.


Caminos, cuando no había carreteras.

Todo el termino de La Codosera era una dehesa propia de los duques de Alburquerque. El segundo duque procedio a poblar la villa  en la primera década del siglo XVI y para ello hizo merced de todo el termino a los vecinos nuevos que se avecindasen en la población. A cambio deberían satisfacerle, a él y a sus sucesores de una determinada cantidad de dinero en reconocimiento de la propiedad eminente, además de tener que abonar una serie de impuestos llamado derecho de terrazgo, que consistía en la entrega, de cada uno de ellos, de 10 fanegas anuales de pan y de todos los frutos que se cogiesen en esa tierra.  



Germán, soldado en África

Le correspondía al duque por merced real, el derecho a la posesión de todas las minas de oro, plata y cualquier otro metal que se descubriese en el término municipal.

La renta del pan y del vino. De cada 100, 27 partes. Media fanega de cada simiente, si pagaban de cinco fanegas para arriba, las cobraba el cura de la iglesia.




Los churreros, Dolores y Joaquín

De cada diez becerros, se pagaba uno.

Corderos, quesos y lanas. Enjambres, pollos patos, cabritos, así como linos y legumbres, el 10%.  La partida de los linos se cobraba en la ribera cuando los metían en el agua por algunos días para su maceración.
                                                         Festejos en la plaza

Los tejeros tenían que entregar 200 tejas de cada hornada y por el ladrillo, según costumbre,  no pagaban nada.

A todo el que vendía algo en la villa como en su término, le cobraba un maravedí por cada veinte unidades.



                                                        A todas partes se iba andando.

Todos los molinos que había en la villa y su término pertenecían al duque. Ningún vecino podía construir uno nuevo y, todos sin excepción estaban obligados a moler su trigo en los molinos señoriales, pagando una medida de trigo de cada doce que se moliesen.

El único  mesón que había  era propiedad del duque. Ningun vecino podía tener mesón en la villa.




El primer autobús de servicio público. La Estellesa

El señor poseía también los hornos que había en la población. Ningún vecino podía tener horno en su casa ni fuera de ella. Los usuarios pagaban un pan por cada 30 que se cociesen y dos si la cantidad sobrepasaba los 30 y no llegaba a los 40.




                                                La primera banda de música

Hubo años en los cuales, por mandato del duque, las rentas de la villa fueron arrendadas en bloques a través de subasta pública. Con respecto a La Codosera, varios años fueron adjudicadas a Gaspar Rodriguez, vecino de Alburquerque, por la cantidad de 342.000 mrs.anuales.



                     Arando la tierra, como en tiempos de los romanos. Familia Perera

Con respecto a los aranceles por aduanas, consecuencia de la situación estratégica que tenía la villa con respecto a otros reinos de Castilla y Portugal, los ingresos fueron importantes. Cobraban por cada cabeza de ganado que entraba, así como también por la venta de esclavos.

De la misma manera también se pagaban tributos por el ganado que se sacrificase, teniendo que abonar el cazador un cuarto de cada res  por cada ciervo, gamos o puercos que así murieren.


Otro de los impuestos que hacen referencia, eran conocidos como montazgo y montazguillo.  Eran las cantidades que habrían de entregar los ganaderos por el ganado que transitaba de paso por el término de la villa.

De todo ello llegamos a la conclusión que los vecinos de aquella época deberían de estar hartos de pagar impuestos por todo cuanto se movía. Con estos ingresos los señores feudales tenían que sufragar los gastos tan importantes que le suponía estar en guerras constantes con sus vecinos de donde fuera.

También deducimos que La Codosera era una tierra codiciada donde abundaban los bosques y las tierras de labor, además de terrenos fértiles regados por caudales de ríos abundantes. El ganado era abundante y en su término la caza de jabalíes, ciervos y gamos era habitual.



                                                                       El Corpus








jueves, 3 de octubre de 2013

LA CODOSERA, EL PUEBLO QUE NO PARA DE CRECER.



                                                         LA CODOSERA
 
Al día de hoy los españoles no somos ajenos a la crisis por la que atraviesa el país, donde la principal preocupación es conservar el puesto de trabajo o conseguir uno nuevo, para aquellos que no lo tienen. Estas circunstancias, penosas para las personas que las sufren, están haciendo cambiar algunos hábitos cotidianos que los medios de comunicación se encargan de publicar cada día. Una de las consecuencias de este fenómeno es el regreso al pueblo de algunas de las familias que en su día emigraron buscando bienestar para sus familias y, ante la adversidad, están optando por volver a su tierra.


 
El pueblo los recibe con los brazos abiertos y su deambular por las calles se nota cada día. Saludos, abrazos, besos de bienvenida y apoyos incondicionales de sus paisanos, encuentran a su llegada. Como en casa en ninguna parte, apostillan.



                                               Es un pueblo rayano.
 
En estos años de bonanzas, de dispersión y de cambios, el pueblo ha permanecido activo gracias al tesón y al trabajo, en diferentes facetas de sus vidas, de los que aquí permanecieron. Hace dos años, el diario Hoy publicaba un reportaje sobre La Codosera, cuyo texto les transcribo.
 

Donde abundan ríos y riachuelos

"2.320

son los habitantes que oficialmente viven en La Codosera, según el Instituto Nacional de Estadística. Más de 700 de ellos están empadronados fuera del núcleo central, en aldeas y caseríos circundantes, según apunta su alcalde, Manuel Viles Piris.

 
Con bellos parajes para caminar

1.000

personas más se suman cada fin de semana a esa población, según Viles. La mayoría de ellos proviene de Badajoz. Muchos tienen sus propias casas de fin de semana, otros las alquilan. Durante los puentes oficiales, esta cantidad se dispara hasta las 2.000 o 2.500 personas más.

 
Una historia milenaria.

5.000

veraneantes se suman a los vecinos habituales del pueblo durante el periodo estival y durante unos días de agosto se supera incluso esta cifra.


 
Puentes internacionales.

Confiesa Celia Morato que ella no fue consciente de la buena reputación de la que goza su pueblo hasta que hace unos días en Badajoz escuchó sin querer una conversación entre dos personas. «Hablaban de lo que harían si les tocara la lotería de Navidad. Uno de ellos decía que compraría una casa en la playa y un coche, pero el otro aseguraba que cumpliría el mayor sueño de su vida: tener una casa en La Codosera. En ese momento me di cuenta de la suerte que tengo de vivir aquí», relata orgullosa esta concejala del Ayuntamiento y madre de dos hijos.
 
 
Excursionistas que llegan procedentes de otros lugares

Situada a cinco minutos de Portugal, al noroeste de la provincia de Badajoz (a unos 60 kilómetros de la capital) este municipio de 2.300 habitantes se ha convertido en un refugio para personas muy distintas y de diversas nacionalidades.
 
Reporteros atraídos por nuestro entorno.

 Algunos visitan el municipio solo por unos días, pero otros tantos compran una vieja casa, muchas de ellas en ruinas, y la restauran para convertirla en una segunda vivienda en la que pasar los fines de semana y días de asueto. Aunque también hay quien se establece allí de forma definitiva seducido por sus espectaculares paisajes, su tranquilidad y su gastronomía.


 
Procesiones en un paraje único.


En el pueblo existen al menos tres corredores de fincas que se encargan de hacer de intermediarios entre las familias interesadas en vender casas o terrenos y los que quieren comprar.


                                           Es un pueblo religioso

Manuel Piris lleva unos seis años desempeñando esta tarea. Asegura que lo que mejor funciona es el boca a boca. «Los que se compran casas aquí son nuestros mejores embajadores», subraya.

 Con devoción mariana.

Normalmente son las empresas constructoras del pueblo las que se encargan de las labores de rehabilitación, por lo que durante algunos años este sector tenía el trabajo prácticamente asegurado.


Un castillo con leyendas.
 
 
El alcalde, Manuel Viles Piris, que lleva gobernando ocho años, admite incluso que hubo un momento en el que llegó a haber demasiados constructores para un pueblo tan pequeño al calor de esta particular 'burbuja inmobiliaria'.


 
Un pasado festivo.
 

El mandatario del Partido Popular explica que no hay ninguna normativa establecida en lo que a restauración de viviendas se refiere, aunque reconoce que se favorece, a la hora de conceder los permisos, a aquellos que no rompen el paisaje. «Intentamos que la gente mantenga la estética de aquí: piedra, madera, teja envejecida y mucha pizarra», apunta. Añade que un 95% de sus 'nuevos habitantes' se mudan para vivir en el campo.

 
Lleno de tradiciones familiares.

Las limitaciones que sí existen son las impuestas por el hecho de que el pueblo se encuentra dentro de una zona ZEPA, LID y de la Red Natura 2000 (tres figuras de protección medioambiental) y eso supone que en un terreno inferior a ocho hectáreas no se puede construir una casa.

 
                                  "Asador Raíces" paraje de Bacoco

«Lo que sí se puede es transformar o reformar lo que ya existía», explica el alcalde codoserano señalando un viejo molino de aceite que un constructor de Madrid ha convertido en una preciosa casa de campo. «Si alguien quisiera ahora construirse una casa a esa distancia del río sería imposible, pero como el molino ya existía...», puntualiza.

 
Con viviendas renovadas.

Entre 30.000 y 40.000 euros

El corredor Manuel Piris opina que precisamente si no se venden todavía más casas en la zona es por todas las limitaciones que existen. Asimismo añade que, pese a que ha habido cierto 'boom' inmobiliario, los precios se han mantenido en los últimos cinco o seis años. Según él, las viviendas no demasiado grandes oscilan entre los 30.000 y 40.000 euros, dependiendo de si hay que hacer la casa desde los cimientos o si se trata de rehabilitarla, aunque apunta que suele costar lo mismo. En cuanto a los precios del alquiler, están entre los 200 y 300 euros mensuales.

 
Nuevas y modernas construcciones

Para hacer frente al meteórico desarrollo turístico de su pueblo y el consiguiente aumento de población que acarrea, dependiendo del día de la semana o la época del año, Manuel Viles reconoce que tiene que hacer verdaderos malabarismos para que los servicios estén a la altura.
 
 Chalets de emigrantes trabajadores.

«Nuestra aspiración es de calidad y excelencia. Los caseríos funcionaban a nivel autónomo en el tema del agua, por ejemplo. Pero en los últimos años hemos hecho un esfuerzo de saneamiento, equipamiento, alumbrado e infraestructuras en todas estas zonas», argumenta el alcalde.
 
Nuevas barriadas.

Añade que en todo lo demás, comercio, hostelería, limpieza y seguridad, el pueblo está a la altura de las circunstancias. «Primero por tradición y segundo porque todo el mundo está interesado en que el turismo siga funcionando bien, porque viven de ello», apostilla.
 
 
 
   Donde han surgidos bloques de viviendas unifamiliares.

El perfil de los 'nuevos habitantes' es muy variado. Aunque cuenta Viles Piris que la mayoría son funcionarios de Badajoz que llegan a La Codosera a partir del viernes por la tarde y se van el domingo. Buena cuenta de ello es el tráfico que 'colapsa' las carreteras que unen estas dos poblaciones en las 'horas punta' los fines de semana.

 
                                       Con el senderismo en auge.

Pero también vienen de más lejos. Ángela Santos, al frente de la Oficina de Turismo del municipio desde 2005, señala que en este momento conviven americanos, holandeses, belgas, alemanes, ingleses, portugueses, rusos y extremeños en un pueblo donde se hablan tres idiomas: español, portugués y 'portuñol'.


 
                                                            Viviendas con vistas.

Otros han regresado después de muchos años. «Yo llevaba dos décadas viviendo en Cataluña. Me quedé sin trabajo y mi mujer, que es maestra, consiguió plaza en el colegio de La Codosera y eso obró el milagro. Estar aquí no se paga con dinero. Tenemos dos niñas de dos y once años y se han adaptado muy bien.
 
                                                                 Nuevas calles

Entiendo perfectamente que la gente se esté comprando casas para descansar o para vivir aquí, aunque cuando yo era pequeño era impensable que algo así pudiera suceder.



                                                       Donde el paisaje se hace notar.


Me encanta cómo eso ha servido para mejorar esta zona y las posibilidades económicas que supone para la gente de aquí de toda la vida. Ha sido un renacer para La Codosera», resume José Teodoro González.

 
 
Restaurante "Braseria Portugal". en La Rabaza


Espíritu emprendedor

Todo este fenómeno de 'expansión turística' ha tenido estos años unos testigos silenciosos de excepción que han sabido adaptarse a las circunstancias con habilidad: los habitantes del pueblo y de la zona. Acostumbrados a vivir en la frontera, han sabido aprovechar su oportunidad. «Este es un pueblo en el que cuando España todavía no estaba dentro de la Unión Europea se vivía del contrabando.


 
Es un pueblo que protesta 
 
Eso supone que la gente utilice la cabeza para sacar el mayor rendimiento a una actividad tan peligrosa y ha desarrollado su potencial de emprendedores. Por eso, desaparecida la frontera, han visto en el turismo una nueva forma de salir adelante», resume el primer edil codoserano.

                                           
                                            Manteniendo sus tradiciones y fiestas.

Es el caso de Soledad T. González, un ejemplo de adaptación a los nuevos tiempos. «Mis abuelos tenían un bar/tienda pequeñito dedicado al contrabando. Mi padre y mis tíos siguieron con el negocio, aunque se centraron más en el bar, pero vinieron tiempos más flojos. Cuando a partir 2004 empezó a resurgir el turismo en la zona pensamos que no había ningún sitio grande para dar de comer a mucha gente y nos animamos, con mucho esfuerzo, a montar un restaurante», explica Soledad.

 
Con un pasado lleno de historias
 

Esa iniciativa se materializó con el nombre 'Brasería Portugal', un acogedor restaurante ubicado en el caserío de La Rabaza. En festividades como el día de los Reyes cuenta Soledad que llenan varias veces el comedor, que tiene capacidad para 120 personas. Su especialidad es el bacalao. Para ella, que La Codosera se haya convertido en un 'refugio' de fin de semana y de verano ha supuesto la oportunidad de poder vivir y trabajar en su pueblo.

 
                                                     Antiguo, incluido hasta en viejos mapas

Algo parecido le ha sucedido a Pío Piris Rodríguez. Un accidente laboral le dotó del dinero necesario para animarse a montar el 'Asador Raíces' en el caserío de Bacoco. Situado en mitad de un impresionante paraje junto a la sierra de Pan de Trigo, este negocio hostelero le permite ganarse la vida y mantener a su familia.

 
                                                  Que cuida su campiña y caseríos

También Rosa Viles decidió apostar por su patria chica y por el negocio de sus ancestros. Su familia se dedicaba al contrabando hace más de cuarenta años.
 
                                Restaurante y Casa Rural "La Tojera"

«Cuando aquello se terminó, la tienda/bar familiar estuvo cerrada durante 20 años. Pero a mí me daba mucha pena, porque aquí estaban mis raíces. Así que entre mi marido, mis hijos y yo, decidimos 


 
Y presume de sus fuentes

 Pero estamos contentos», asegura. El establecimiento, llamado 'La Tojera', recoge en su carta esa mixtura de cocina lusa y extremeña. Y en la actualidad trabajan en la construcción de una casa rural que está encima del restaurante y que esperan abrir para la próxima primavera.


 
La calle Santa María.

También Ana Isabel Cordero creó una microempresa en su patria chica. Junto a su pareja, un holandés enamorado de Extremadura, montó un negocio basado en el turismo de naturaleza: 'Ecoturex', que ofrece servicios de guías ornitológicos especializados, rutas ecológicas y actividades de educación ambiental. Empezó mucho antes del 'despegue' turístico del pueblo, allá por el año 1996, y 'Anica', como la conocen en el pueblo, reconoce que ha tenido épocas mejores y peores. Ahora están encantados con la fuerza que ha tomado la afición por senderismo porque La Codosera dispone de siete rutas.


Y recuerda a sus mochileros

De mucho más lejos vinieron Julia Inozemtseva y su familia. Esta rusa, casada con un español, ha vivido siempre del turismo. «Trabajo en el sector en mi país durante la temporada alta y el resto del tiempo me vengo aquí», resume.


 
El Castillo y el pueblo
 

Junto a su pareja encontró un terreno en el caserío La Tojera donde después de tres años de trámites están concluyendo la construcción de un pequeño hotel. «Nos encantó la zona porque es muy tranquila. Veníamos de Madrid, donde la vida es mucho más ajetreada y esto era un respiro. Esto tiene, además, un microclima especial y un paisaje magnífico.


 
Hotel rural "La Tojera" (detalle)

La gran ventaja es que está muy cerca de Portugal, por lo que nos permite conocer otra cultura. Nuestro plan es dar a conocer esta zona al resto de España y del mundo», asegura. De momento, cruza los dedos para que su negocio pueda estar abierto antes del verano".