LA CODOSERA. Una historia de amor en tiempos de guerra, en la frontera del Marco, (Portugal).
En la mayoria de los paises del mundo, la forma de gobierno ha sido y es la Republica pero en España, las dos que hemos tenido a lo largo de la historia, hemos terminado a tiros. La primera en 1873 y duró un año. La segunda en 1931 y duró ocho, hasta el 1939.
João F. Gonçalves.
Nuestro amigo João, que ha sido quien nos ha proporcionado la información sobre el presente trabajo y, al cual vemos en brazos de su madre en la fotografía de arriba, nos hace un relato sobre los hechos ocurridos a su familia en La Codosera cuando las fuerzas militares tomaron el pueblo a comienzo de la Guerra Civil Española en agosto de 1936. .
Carabineros de la época.
El general Franco y el Tte.Coronel Yagüe, a su izquierda, en el año 1936
Sucedió que, la Guerra Civil española, lo que se llamó el Alzamiento Nacional, iniciado en el Norte de Africa, comenzó encabezado por un grupo de militares sin apenas medios materiales, mientras que, el potencial político y militar de la Republica Española era enormemente superior. Al mando de uno de los jefes sublevados, el Tte. Coronel Yague, una columna de legionarios y militares, partiendo desde Sevilla, avanzaron por la carretera, lo que hoy es la A-66 y pueblo a pueblo fueron reduciendo en cada localidad, los mandos politicos y militares dependientes del gobierno de la Republica. Zafra, Los Santos de Maimona, Almendralejo, Merida y por último Badajoz, fueron cayendo. En Badajoz la batalla fue cruel ya que, al estar la ciudad amurallada, ambas fuerzas tuvieron que enfrentarse a fondo con toda la artilleria e incluso, por parte de los atacantes, con el apoyo de la aviación. Esto ocurrió el 14 de Agosto del 36.
Las fuerzas del orden, destinadas en los cuarteles de la Guardia Civil situados en los pueblos y ciudades, eran las encargados de salvaguardar la ley, de acuerdo con el juramento hecho a la República al ingresar en el cuerpo policial. Por tanto, las ordenes recibidas del Gobierno de la Nación sobre el estado guerra declarado, era las de hacerles frente a las fuerzas sublevadas.
En La Codosera, milicianos y carabineros, las ordenes que recibieron de sus superiores, desde el puesto de mandos en Badajoz, iban en el mismo sentido, hacerles frente y no rendirse. Por ello, en el pueblo, en la esquina del edificio de lo que hoy es la calle General Primo de Rivera con General Navarro, en los altos, habia una cafeteria, una especie de Casino, donde por las tardes los hombres echaban la partida y tomaban café. El bar de la cafeteria lo regentaba el señor Francisco "Batane" el cual recibió ordenes de las autoridades de tener que abondarla, al quedar confiscada, por el ser dicho establecimiento el lugar idóneo donde, en sus terrazas o balcones, se montarian piezas de artilleria para hacerles frente a los militares considerados como insurrectos. El pobre hombre tuvo que recoger su cafetera y demas utensilios e irse a su casa.
Pero la situación cambió radicalmente a raiz de la matanza humana que se produjo en Badajoz una vez ocupada la ciudad el 14 de agosto del mismo año. Mas de 5000 personas fueron fusiladas, entre guardias civiles, militares y paisanos, en los dias posteriores a la entrada de las tropas nacionales. Esta horrible masacre humana fué quizás la espoleta que hizo cambiar de opinión al jefe de la plaza de los carabineros de La Codosera, y por ello, una vez que se rumureaba que la llegada al pueblo de los nacionales era inminente, seguramente para el 26 de agosto, como así ocurrió, para que no hubiese enfrentameniento ni corriera la sangre, don Gonzalo reunió a sus hombres y les propuso que la mejor solución era abandonar el pueblo, traspasar la frontera por el paso del Marco, para entregarse a las autoridades portuguesas. Y efectivamente, así ocurrió, aquel mismo día, en dos camiones cargados de falangistas y guardias civiles y algunos militares, despues de dar un par de vueltas por los alrededores del pueblo, desde el Potril a la Tapá La Era, entraron en el Ayuntamiento, encontrándolo sin resistencia alguna, completamente vacio En los dias posteriores hicieron una limpia y detuvieron a veintisiete vecinos del pueblo, todos ellos por el solo hecho de estar afiliados al Partido Republicano o ser sindicalistas. Unos eran concejales, tambien el alcalde y algún que otro simpaticizante, como el médico titular, don Diego Calderon que, en pijama, lo sacaron de la cama por la mañana temprano, delante de su familia, lo detuvieron y lo llevaron hasta Alburquerque, donde lo fusilaron. De los veintisiete vecinos, todos desaparecieron, unos los asesinaron en las paredes del cementerio local y del resto nunca más se supo.Cada tarde llegaba al pueblo una especie de camioneta que la llamaban del "Campanillo", por el cencerro que hacía sonar para llamar la atención como bocina. Su misión era la de cargar a los presos que por la mañana habían detenido y que se encontraban en la cárcel y desaparecer por no sabemos donde, mientras que por las calles del pueblo, los falangistas que patrullaban, exigian a los propietarios mantener las puertas abierta, mientras que reinaba el mayor de los silencios.
El Viejo Cuartel de la G. Civil en el año 1936
Las fuerzas del orden, destinadas en los cuarteles de la Guardia Civil situados en los pueblos y ciudades, eran las encargados de salvaguardar la ley, de acuerdo con el juramento hecho a la República al ingresar en el cuerpo policial. Por tanto, las ordenes recibidas del Gobierno de la Nación sobre el estado guerra declarado, era las de hacerles frente a las fuerzas sublevadas.
En La Codosera, milicianos y carabineros, las ordenes que recibieron de sus superiores, desde el puesto de mandos en Badajoz, iban en el mismo sentido, hacerles frente y no rendirse. Por ello, en el pueblo, en la esquina del edificio de lo que hoy es la calle General Primo de Rivera con General Navarro, en los altos, habia una cafeteria, una especie de Casino, donde por las tardes los hombres echaban la partida y tomaban café. El bar de la cafeteria lo regentaba el señor Francisco "Batane" el cual recibió ordenes de las autoridades de tener que abondarla, al quedar confiscada, por el ser dicho establecimiento el lugar idóneo donde, en sus terrazas o balcones, se montarian piezas de artilleria para hacerles frente a los militares considerados como insurrectos. El pobre hombre tuvo que recoger su cafetera y demas utensilios e irse a su casa.
El capitán Quintanilla, junto con sus subordiandos, fueron los encargados de tomar el pueblo el 26 de agosto de 1936.
Pero la situación cambió radicalmente a raiz de la matanza humana que se produjo en Badajoz una vez ocupada la ciudad el 14 de agosto del mismo año. Mas de 5000 personas fueron fusiladas, entre guardias civiles, militares y paisanos, en los dias posteriores a la entrada de las tropas nacionales. Esta horrible masacre humana fué quizás la espoleta que hizo cambiar de opinión al jefe de la plaza de los carabineros de La Codosera, y por ello, una vez que se rumureaba que la llegada al pueblo de los nacionales era inminente, seguramente para el 26 de agosto, como así ocurrió, para que no hubiese enfrentameniento ni corriera la sangre, don Gonzalo reunió a sus hombres y les propuso que la mejor solución era abandonar el pueblo, traspasar la frontera por el paso del Marco, para entregarse a las autoridades portuguesas. Y efectivamente, así ocurrió, aquel mismo día, en dos camiones cargados de falangistas y guardias civiles y algunos militares, despues de dar un par de vueltas por los alrededores del pueblo, desde el Potril a la Tapá La Era, entraron en el Ayuntamiento, encontrándolo sin resistencia alguna, completamente vacio En los dias posteriores hicieron una limpia y detuvieron a veintisiete vecinos del pueblo, todos ellos por el solo hecho de estar afiliados al Partido Republicano o ser sindicalistas. Unos eran concejales, tambien el alcalde y algún que otro simpaticizante, como el médico titular, don Diego Calderon que, en pijama, lo sacaron de la cama por la mañana temprano, delante de su familia, lo detuvieron y lo llevaron hasta Alburquerque, donde lo fusilaron. De los veintisiete vecinos, todos desaparecieron, unos los asesinaron en las paredes del cementerio local y del resto nunca más se supo.Cada tarde llegaba al pueblo una especie de camioneta que la llamaban del "Campanillo", por el cencerro que hacía sonar para llamar la atención como bocina. Su misión era la de cargar a los presos que por la mañana habían detenido y que se encontraban en la cárcel y desaparecer por no sabemos donde, mientras que por las calles del pueblo, los falangistas que patrullaban, exigian a los propietarios mantener las puertas abierta, mientras que reinaba el mayor de los silencios.
El alférez don Gonzalo, con los hechos trágicos acaecidos en Badajoz, ya intuia lo que les podia suceder, por ello aquella mañana, junto a su esposa, su hijo varón y sus tres hijas, acompañados de todos sus hombres, a caballo se dirigieron al Marco portugués donde, al cuidado de una familia del lugar, dejó a su familia, a la que ya nunca volvería a ver, mientras que ellos continuaron hasta la Esperanza donde se entregaron al jefe de mando del puesto de los guardias portugueses, donde todos ellos fueron detenidos al carecer de pasaportes y trasladados a la ciudad de Elvas, donde ingresaron en prisión.
Puente del Marco por donde cruzaron la frontera y edificio del Cuartel de los guardias republicamos donde fueron detenidos.
Los dias que pasaron en prisión debieron de ser terribles. Las noticias que les llegaban desde Badajoz, por su proximidad con la frontera, no eran nada alentadoras. El teniente coronel, jefe de la 13 Comandancia de Carabineros de la ciudad, junto con la Plana Mayor habian sido fusilados, ademas de políticos y milicianos. Los atacantes, vencida la resistencia, entraron en la ciudad y, casa por casa, buscaron a los hombres despojándolos de su camisa y, todo aquel, que en el hombro tenía señales de haber estado disparando con un fusil, fue detenido, llevado a la Plaza de Toros y en los dias posteriores fusilados.
El teniente coronel Yague, una vez que abandonó la ciudad, en su avance con sus hombres hacia Madrid, manifestó que: "No iba a dejarlos vivos para que fuesen detrás nuestra y nos matasen".
Para entonces, el primer ministro de la Republica Portuguesa, Antonio de Oliveira Salazar, un gran dictador portugués, se habia hecho amigo de Franco con el que posteriormente firmaria el Pacto Ibérico de no agresión, comprometiéndose por tanto a devolver a los militares republicanos, a los comunistas y a los sindicalistas españoles que pisaran suelo portugués, durante todo el tiempo que durase la Guerra. Por ello, los carabineros de La Codosera, a través de la frontera de Caya, fueron devuelttos y entregados a las autoridades de Badajoz, donde los encarcelaron, los juzgaron y los condenaron a muerte.
En el Marco portugués, las cosas tambien se movían. Una vez enterada doña Felicia, esposa de don Gonzalo, recordó que su marido anteriormente, en tiempos, cuando estuvo destinado en Gibraltar, por los servicios prestados y en reconocimiento a sus valores, el Rey Jorge VI de Inglaterra, le había premiado, condecorándolo con una medalla.
El alférez, comandante de puesto en La Codosera, don Gonzalo Guardado Cristo y su esposa en el año 1935.
Enterados los ingleses, las autoridades se desplazaron hasta el caserio del Marco para ayudar a su viuda y tambien a sus hijos, ofreciendoles la oportunidad de trasladarse a Inglaterra donde serían bien recibidos. Todos marcharon menos una de sus hijas, Felicia, toda vez que durante el tiempo que llevaban viviendo en el Marco, habia conocido a un joven, con el que mantenía relaciones, Francisco Lucas, conocido como "Xico Lucas", un agricultor de la zona de la Raya, tambien vecino de la misma pedanía, con él que ya esperaban una hija, la que luego seria madre de nuestro amigo João. En tiempos de guerra, una española, vecina de La Codosera, como tantas chicas del pueblo les ha sucedidó, sin imaginárselo siquiera, habia encontrado el amor de su vida aquí, junto al fronterizo Abrilongo, cuyas aguas, desde siglos atrás, han sabido formalizar relaciones entre parejas enamoradas, sin leyes ni corta pisas impuestas por gobernantes políticos, de uno y otro lado de la frontera. Después del nacimiento de la niña a la que bautizaron con el nombre de María, con el tiempo, hubo otró otro bebé más, Pilar. La abuela de João, Felicia, rechazó la oferta de Londres y deseó vivir el resto de su vida en este rinconcito de la Raya, rodeada de huertas, junto a la ribera, con sus aves de corral, Su bisabuela tambíen, cuando los tiempos fueron favorables, dejó Londres y marcho a su ciudad natal, Alicante, desde donde se trasladaba periodicamente a La Codosera para visitar a su familia. Llegaba en tren hasta Badajoz, donde tomaba el autobús de La Estellesa que la conducía hasta La Codosera, allí, su familia la esperaba, marchando todos juntos al Marco. Los vecinos del caserío tambien la recuerdan. De ella, comentan que era una señora muy educada y elegante y que, de pequeños, les agradecían los regalos y chucherias que les traían cuando eran escolares en la escuela primaria del caserio, donde tambien estudiaban sus bisnietos.
María, la madre de João, se casó con un guardia fiscal con el que, durante su matrimonio, viajó por diferentes pueblos y ciudades, viviendo siempre en cuarteles situados proximos a la frontera con España. Degolados, Campo Maior, Elvas etc., para que, al final y una vez jubilado éste, fijar su residencia en una población cercana a Lisboa. Allí vive tambien su hijo João junto con su familia, hoy ya tambien jubilado. Al igual que su abuelo Gonzalo, carabinero español, el tambien quiso tener su misma profesión, guardia fiscal. Amante de las motos, cada vez que puede, le gusta desplazarse por estas tierras de La Raya, ya sin fronteras, en completa libertad, para visitar a sus amigos de la infancia y al resto de los familiares que aún residen en El Marco.
María, la madre de João, se casó con un guardia fiscal con el que, durante su matrimonio, viajó por diferentes pueblos y ciudades, viviendo siempre en cuarteles situados proximos a la frontera con España. Degolados, Campo Maior, Elvas etc., para que, al final y una vez jubilado éste, fijar su residencia en una población cercana a Lisboa. Allí vive tambien su hijo João junto con su familia, hoy ya tambien jubilado. Al igual que su abuelo Gonzalo, carabinero español, el tambien quiso tener su misma profesión, guardia fiscal. Amante de las motos, cada vez que puede, le gusta desplazarse por estas tierras de La Raya, ya sin fronteras, en completa libertad, para visitar a sus amigos de la infancia y al resto de los familiares que aún residen en El Marco.
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