LA CODOSERA TIENE UN CASTILLO
Hace de esto unos ochenta años, llegó al pueblo un importante personaje
que, posteriormente, fue muy conocido tambien por aquí, se llamaba don Genaro y se
enamoró del lugar, sobre todo de Chandavila y de su Virgen y como era un gran
escultor y uno de los mejores imagineros del país, se ofreció a realizar la imagen de la Virgen y a
contribuir económicamente en la construcción del Santuario.
Tenía su estudio en Madrid y durante el tiempo que duraron
las obras, periódicamente pasaba largas temporadas en el pueblo. Era un vecino
más, por ello y por su generosidad, fue nombrado hijo adoptivo.
La imagen le quedó preciosa y del Santuario ya ni os digo. En
su interior todo lo que allí relumbra, de su fina mano ha salido y sin cobrar
ni un duro.
En el pueblo estaba lo que más quería y un día decidió
cambiar su residencia y venirse a vivir aquí, donde montó el taller de trabajo como
escultor. Por ello, se compró los terrenos donde estaban las ruinas del
Castillo medieval, por lo menos nueve huertos de olivos, y lo acondicionó para
vivir, reconstruyó la torre principal y en lo más alto ubicó una colosal imagen
del Corazón de Jesús.
Pasó el tiempo y, como era un hombre soltero y sin familia
cercana, pensó que lo mejor era dejar solucionado su patrimonio y quienes serían sus
herederos. Por ello decidió que lo mejor era hacer un Fundación y que sus
beneficiarios herederos fuesen los vecios del pueblo de La Codosera y así lo hizo constar ante un Notario Madrid, cuyo documento tenemos por ahí. Su repentina muerte
dejó a todos sorprendidos. Le hicieron el entierro y posteriormente sus restos fueron trasalados para que reposaran en el interior del Santuario de Chandavila, tal como fue su voluntad.
En los últimos años de vida, uno de sus amigos intimos, sacerdote salesiano secularizado, llamado don Victor, pasaba largas temporadas
en el pueblo, ganándose la confianza del escultor y este le dio poderes para
realizar las obras que se habían programado en el Castillo, un Centro de
Formación de Artes Popularas que nunca vieron la luz.
Un dia, de repente, de un infarto, el escultor falleció y nadie preguntó ni se informaron de cómo estaba su patrimonio o su herencia. Esto sucedió, como cuando se derrumbó el arco central del Puente Medieval, que los gobernantes locales miraron para otro lado. Igual. Cuantos menos lios mejor, pensarian. Al tal don Victor, este no proceder le vino de perilla y, por ello, el dinero de don Genaro, en vez de invertirlo en La Codosera, se lo gastó en construir una residencia para que regresasen los represaliados españoles, de nuestra Guerra Civil, que quedaban en Méjico, un país donde, en su época de sacerdote, había vivido como cura.
El tiempo transcurría y don Víctor continuaba como el señor del Castillo
donde, la antigua asistenta de don Genaro, la tenía contratada para las tareas del hogar. Fatalidades
de la vida, lo que mal anda mal acaba, y el buen hombre, don Víctor, al cabo de unos años murió. Los gobernantes locales no
movieron ni un papel, mientras que, la señora asistenta se quedó viviendo en el
castillo, pues ningún responsable le pidió información para ver en qué
situación se encontraba, ni cualquier cosa por el estilo.
Por lo que me han
dicho, cuando ocurren estos desaguisados, la justicia es quien marca el rumbo a
seguir.
Aquí tenemos el caso de un señor que ha fallecido y que ha dejado un
patrimonio, el cual hay que repartir para quien o quienes le corresponda. La Fundación ya no existe
Hace años se dieron de baja y en el registro de la Propiedad las posesiones siguen figurando a nombre de la misma. Nosotros tenemos un documento notarial donde
el testador lega sus bienes a los habitantes del pueblo de La Codosera, luego no creo que haya
muchas dudas al respecto. Aquí parece que hay miedo a pedirle las llaves a la
persona que allí viva o ir al Juzgado y presentar la demanda para que el juez
decida.
Esto lo escribo porque me he acordado de la cantidad de pueblos en Extremadura que celebran sus “Acontecimientos históricos” y es que, nosotros, en relación con el Castillo, tenemos un evento muy importante y además está documentado por el grabado que nos dejaron los portugueses en el año 1642. “Codiçeira sitiada por el ejército portugués” en la Guerra de su Independencia.
Estamos de acuerdo que la guerra la ganaron ellos, pero eso
ahora no es obstáculo. Somos hermanos, nos llevamos muy bien entre nosostros y ya no
importa quién ganó o perdió la contienda, el caso es recordar la historia, lo nuestro, y que
la gente venga al pueblo, que haya mucha fiesta y se lo pasen bien.
Rescatar el Castillo no creo que sea muy difícil. Limpiarlo
adecentarlo e iluminarlo y prepararlo a una función que muy bien podrían ensayar
la Compañía de Teatro local, los cuales estarían encantados. La indumentaria,
seguro que nuestros vecinos de Marvao, expertos en estos tinglados, nos las prestarían
y seguro que también accederían a contribuir con lo que fuera menester. Y, nada más. Que haya suerte.
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