SOBRE LAS RENTAS
SEÑORIALES DE LA VILLA DE LA CODOSERA
Un estudio realizado por Alfonso Franco Silva, profesor de la Universidad de Cádiz, nos desvela algunos secretos de la forma y manera que los vecinos de La Codosera pagaban sus tributos a finales del siglo XIV y principios del siguiente.
A través de estos impuestos vamos a conocer algunas de las circunstancias y características sobre el modo de vivir de aquellos antiguos codoseranos.
Dibujo de como debió ser el castillo de La Codosera.
El 15 de Mayo de 1549 el tercer duque de Alburquerque, don
Beltrán de la Cueva, decidió que le era necesario contar con un libro, en el
que se recogiesen las rentas, impuestos y derechos, que se cobraban en sus
villas de Alburquerque y La Codosera. De esta forma sus contadores tendrían a
su disposición un instrumento útil que les permitiese conocer de una manera clara
los conceptos específicos de los diferentes ingresos en ambas localidades.
Desplazados los tres mayordomos del duque, desde su castillo en Cuellar, se reunieron en el de Alburquerque
con, entre otros mandatarios, Diego López de Hinestrosa, que había sido alcalde
mayor de Alburquerque y La Codosera durante seis años.
Campiña codoserana.
El resultado de una pesquisa tan minuciosa fue la publicación de un libro
llamado del Estado de Alburquerque, que se conserva actualmente en el Archivo
Ducal, en Cuellar, donde se detallan la hacienda de tan poderoso estado
señorial en la villa de La Codosera.
En 1464, el Señorío de La Codosera, junto con Alburquerque
fueron donados por el rey Enrique IV, a su privado don Beltrán, para compensar
a este personaje por la pérdida del maestrazgo de Santiago.
En aquella época, la población contaba con 117 vecinos,
entendiéndose que se refiere a familias completas, lo que equivaldría a unos 500 o 600
habitantes.
Dibujo de como debió ser la iglesia parroquial, con su torre, antes de ser destruida.
La Codosera proporcionaba cada año a su señor una serie de
diversas rentas, de las cuales, éstas eran las fundamentales:
El asedio en 1642
Inauguración de un nuevo puente sobre el Gévora, 1933
El puente medieval.
El Castillo
El río enfurecido.
La Codosera poseía una fortaleza, a la que rodeaba una huerta
cercada por muchos árboles y un pedazo de viña y tierras para sembrar. De todo
esto gozaba el acaide, a quien además le pertenecían los esclavos y bienes
mostrencos, (cuantos bienes hubiera sin dueño conocido).
Raices portuguesas. Codesseira.
El duque nombraba dos alcaldes ordinarios para el gobierno y
administración de la villa. Proveía también dos regidores, un procurador
general, un mayordomo y un escribano de concejo. Todos ellos nombrados a su voluntad,
cuando lo creía conveniente, sin intervención alguna de los vecinos de la villa.
Popularmente conocido como "El Santo"
El señor nombraba también al alguacil, el cual era el
responsable de llevar el control de los derechos correspondientes a cuantos negocios se
ejecutaban por contrato público, sentencia, conocimiento reconocido y confesión
judicial. En esta renta entraban también las setenas y fuerzas, es decir las
multas que equivalían a la séptima parte de una cantidad determinada, y los juegos y marcos de amancebados, conforme naturalmente al arancel del reino.
La Sierra
Como señor jurisdiccional de la villa, al duque le correspondía el control de
la escribanía pública que solía arrendar por subasta.
Asimismo, poseía la propiedad del patronato curado que había en la única
iglesia de la villa, y procedía cada año a presentarlo para su nombramiento por
el Obispo de Badajoz.
Caminos, cuando no había carreteras.
Todo el termino de La Codosera era una dehesa propia de los
duques de Alburquerque. El segundo duque procedio a poblar la villa en la primera década
del siglo XVI y para ello hizo merced de todo el termino a los vecinos nuevos que se
avecindasen en la población. A cambio deberían satisfacerle, a él y a sus
sucesores de una determinada cantidad de dinero en reconocimiento de la propiedad eminente, además de tener que abonar una serie de impuestos llamado derecho de terrazgo, que consistía en la entrega, de cada uno de ellos, de 10
fanegas anuales de pan y de todos los frutos que se cogiesen en esa tierra.
Germán, soldado en África
Le correspondía al duque por merced real, el derecho a la posesión
de todas las minas de oro, plata y cualquier otro metal que se descubriese en
el término municipal.
La renta del pan y del vino. De cada 100, 27 partes. Media
fanega de cada simiente, si pagaban de cinco fanegas para arriba, las cobraba
el cura de la iglesia.
Los churreros, Dolores y Joaquín
De cada diez becerros, se pagaba uno.
Corderos, quesos y lanas. Enjambres, pollos patos, cabritos,
así como linos y legumbres, el 10%. La
partida de los linos se cobraba en la ribera cuando los metían en el agua por
algunos días para su maceración.
Los tejeros tenían que entregar 200 tejas de cada hornada y por el
ladrillo, según costumbre, no pagaban
nada.
A todo el que vendía algo en la villa como en su término,
le cobraba un maravedí por cada veinte unidades.
Todos los molinos que había en la villa y su término
pertenecían al duque. Ningún vecino podía construir uno nuevo y, todos sin
excepción estaban obligados a moler su trigo en los molinos señoriales, pagando
una medida de trigo de cada doce que se moliesen.
El único mesón que había era propiedad del duque. Ningun vecino podía tener
mesón en la villa.
El primer autobús de servicio público. La Estellesa
El señor poseía también los hornos que había en la población.
Ningún vecino podía tener horno en su casa ni fuera de ella. Los usuarios
pagaban un pan por cada 30 que se cociesen y dos si la cantidad sobrepasaba los
30 y no llegaba a los 40.
Hubo años en los cuales, por mandato del duque, las rentas de la villa
fueron arrendadas en bloques a través de subasta pública. Con respecto a La
Codosera, varios años fueron adjudicadas a Gaspar Rodriguez, vecino de
Alburquerque, por la cantidad de 342.000 mrs.anuales.
Con respecto a los aranceles por aduanas, consecuencia de la
situación estratégica que tenía la villa con respecto a otros reinos de
Castilla y Portugal, los ingresos fueron importantes. Cobraban por cada cabeza
de ganado que entraba, así como también por la venta de esclavos.
De la misma manera también se pagaban tributos por el ganado que se sacrificase, teniendo que abonar el cazador un cuarto de cada res por cada ciervo, gamos o puercos que así murieren.
Otro de los impuestos que hacen referencia, eran conocidos como montazgo y montazguillo. Eran las cantidades que habrían de entregar los ganaderos por el ganado que transitaba de paso por el término de la villa.
De todo ello llegamos a la conclusión que los vecinos de aquella época deberían de estar hartos de pagar impuestos por todo cuanto se movía. Con estos ingresos los señores feudales tenían que sufragar los gastos tan importantes que le suponía estar en guerras constantes con sus vecinos de donde fuera.
También deducimos que La Codosera era una tierra codiciada donde abundaban los bosques y las tierras de labor, además de terrenos fértiles regados por caudales de ríos abundantes. El ganado era abundante y en su término la caza de jabalíes, ciervos y gamos era habitual.
De la misma manera también se pagaban tributos por el ganado que se sacrificase, teniendo que abonar el cazador un cuarto de cada res por cada ciervo, gamos o puercos que así murieren.
Otro de los impuestos que hacen referencia, eran conocidos como montazgo y montazguillo. Eran las cantidades que habrían de entregar los ganaderos por el ganado que transitaba de paso por el término de la villa.
De todo ello llegamos a la conclusión que los vecinos de aquella época deberían de estar hartos de pagar impuestos por todo cuanto se movía. Con estos ingresos los señores feudales tenían que sufragar los gastos tan importantes que le suponía estar en guerras constantes con sus vecinos de donde fuera.
También deducimos que La Codosera era una tierra codiciada donde abundaban los bosques y las tierras de labor, además de terrenos fértiles regados por caudales de ríos abundantes. El ganado era abundante y en su término la caza de jabalíes, ciervos y gamos era habitual.
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