Como cada año, el día primero de este mes, acabamos de
celebrar en el pueblo la que tradicionalmente es conocida como la Fiesta
de los Mayos, una tradición que, por suerte, no se ha perdido pero que en los últimos años
ha sufrido algunas modificaciones en su carácter orgiástico.
Así hemos pasado de representar escenas donde el fin principal era festejar la llegada de la primavera y la germinación de los campos, utilizando a la mujer en edad de procrear junto a su pareja, a exponer otro tipo de muñecos representando acontecimientos de nuestra sociedad actual.
Así hemos pasado de representar escenas donde el fin principal era festejar la llegada de la primavera y la germinación de los campos, utilizando a la mujer en edad de procrear junto a su pareja, a exponer otro tipo de muñecos representando acontecimientos de nuestra sociedad actual.
La festividad
de los Mayos, también conocida por Festa
dos Maios en los pueblos situados de la Raya para allá, es una fiesta
popular. Sus orígenes son tan arcaicos como paganos, y se remontan a antiguas
civilizaciones, dándonos una idea de la cantidad de años que tiene nuestro pueblo. Los fenicios y los
griegos fueron los primeros que manifestaron su adoración a los dioses y lo que
esto significaba de exaltación para acontecimientos que para ellos tenían
importancia. La fiesta mayumea
fenicia exaltaba la primavera. Esta tradición fue asimilada por los romanos en su adoración y culto a multitud de dioses.
Todo poblado romano tenía además de sus dioses oficiales los propios
autóctonos.
Seguramente esta tradición sufrió variación con la llegada de los árabes a nuestra región y posteriormente el Cristianismo ha asimilado multitud de fiestas paganas que se profesaban con anterioridad a su implantación en fiestas religiosas. En años anteriores, al ser una fiesta pagana, recibió las críticas por parte de la Iglesia católica en no pocas ocasiones.
Seguramente esta tradición sufrió variación con la llegada de los árabes a nuestra región y posteriormente el Cristianismo ha asimilado multitud de fiestas paganas que se profesaban con anterioridad a su implantación en fiestas religiosas. En años anteriores, al ser una fiesta pagana, recibió las críticas por parte de la Iglesia católica en no pocas ocasiones.
En los años
posteriores a nuestra Guerra Civil, el poder civil fue incapaz de impedir que
en los barrios más humildes del pueblo se colocaran junto a los portales de sus
viviendas parejas de muñecos de trapos con sus viejas ropas rellenas de paja,
representando a parejas de jóvenes enamorados en edad de procrear.
Lo cierto es
que, con anterioridad, el carácter trascendental de tales rituales, que siempre
acusaban algo de orgiástico, por lo que implicaban de celebración la llegada de
la primavera, el rejuvenecimiento de los campos, el renacimiento de la vegetación
y en la incitación tácita o ambiental a la fertilidad de la mujer, ha
propiciado su implantación universal al par que la supervivencia a los largo de
los tiempos.
La pareja de
muñecos, a las que se les llama “Mayos”,
en cada ocasión, eran elaborados manualmente y, desde primeras horas de la
mañana, expuestos sentados en los soportales de las viviendas que se
sumaban a la fiesta. Mujeres y hombres
representados, ellas y ellos con caras pintadas sobre un trapo blanco. Labios
provocativos y miradas atrevidas en las féminas, madurez y sonrisas en los
varones incitaban a los visitantes a muchos y variados comentarios. En esta
época de nuestra historia, en la que a
las mujeres no les era permitido enseñar sus partes íntimas, a las “mayas” se les veía con el vestido
arremangado enseñando todos sus encantos, mientras que el hombre se presentaba
como un ser varonil con sus atributos al descubierto en forma de una mazorca de
maíz sin descamisar.
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