martes, 3 de febrero de 2015

Las Fuentes de La Codosera

Campo de encinares.



LAS FUENTES DE LA CODOSERA.


                              Fuente Foncho, en La Changarrilla

Vivimos demasiado rápido y a veces olvidamos como éramos no hace tantos años. Todos hemos cambiado bastante, pero las gentes de más edad, los abuelos, mucho más.  La forma de vida de los ciudadanos de entonces, mayormente los residentes  en núcleos rurales alejados de las grandes ciudades, se ceñía a vivir cerca de la tierra, de la cual obtenían lo necesario para el sustento de su familia. .




En La Codosera existen diferentes tipos de tierras de cultivos. De secano,  de arboledas, de labor,  tierras agrícolas, tierras de regadío, y algunas que otras más donde el hombre, desde tiempos remotos, ha sabido sacarles provecho a todas ellas y obtener suculentos beneficios trabajándolas con su inteligencia y esfuerzo.


Tierra preparada en la ribera del Abrilongo

Surcos junto a la ribera

Las tierras de este lugar no son fáciles de trabajar debido a la dureza  que poseen,  al estar asentadas sobre un subsuelo pizarroso y, ha sido en los diferentes valles que circundan el territorio, donde,  aprovechando las tierras sedimentadas por las corrientes pluviales, el hombre ha logrado crear  espacios fértiles, vegas productivas ricas en multitud de cultivos.


El pueblo visto desde La Lamparona

Esta riqueza ha sido posible principalmente creando canales  gracias a los recursos hidrológicos que aportan los ríos que cruzan este término municipal, logrando con ello que, en el entorno de los valles que conforman el Gévora, Gevorete, el Codosero, Jola y Abrilongo, se cultiven las mejores hortalizas de la comarca.


Una casa con patio típica del pueblo

Y así fue como el hombre de antaño asentó su vivienda cerca del lugar que le daba el sustento de cada día, lejos del casco urbano, a veces en casitas agrupadas con otros vecinos formando caseríos y otras más aisladas pero no muy lejos del resto de construcciones. Casas blancas, encaladas todas ellas con grandes chimeneas, cortijos rayanos, casi alentejanos por su ascendencia portuguesa, son las señas de identidad del paisaje de este pueblo codoserano.


El puente del Marco

Pero la naturaleza fue generosa con estas gentes y no solo les regalo  el preciado liquido del agua que surcaba el valle cerca de sus tierras, sino que también le regaló multitud de fuentes esparcidas por doquier, agua potable necesaria para el consumo humano.


Canta la Rana

En los alrededores del pueblo, desde el norte hasta el sur existen más de un centenar. La principal, sin duda es la situada en el centro del pueblo con el nombre de  Canta la Rana, ya citada por los portugueses en el siglo XIV cuando se refieren a ella.


Fuente Jordana


Restos de lo que fue la Fuente de Arriba

Otras fuentes importantes de la población fueron la Fuente de Arriba, situada en la calle Ventosa, cerca de las defensas del Castillo. La fuente de la Huerta Barroco, en la que, desde ha tiempo, junto a sus aguas, la noche de San Juan, mediante rituales entre un hombre y una mujer, jóvenes ambos, de nombres  Juan y María, con la Luna como testigo, se pasaban a los niños herniados  por las mimbres para tratar  de sanarlos. Una vara de mimbre quebrada, una liana que la une y a esperar el brote de la parte doblada.  Y  por último, nos queda la Fuente del Potril, en una barriada alejada del centro del pueblo.

La fuente y el perro

Hay fuentes cercanas a la población poco conocidas y otras muy importantes con un caudal de agua abundante suficiente para regar la huerta del propietario de la finca, como  la Fuente de Ovidio, cercana al paraje del Puente, en cuyas tierras existía un vivero donde se cultivaban todo tipo de de plantas de hortalizas.
Fuente de la Sierra

De gran caudal es también la Fuente la Rabaza, un venero que han aprovechado los vecinos de San Vicente de Alcantara para llevar el agua corriente hasta sus hogares.

Salto de agua en el río Gévora

Hay fuentes con nombres muy curiosos, una de ellas, cercana a la carretera que va a Chandavila, recibe el nombre de Fuente Jordana,  que tal como dice el pareado, “solo cuando llueve, mana”.

Fuente en La Raya

La mayoría de ellas están huérfanas de nombres propios, siendo conocidas por el nombre o el apodo del propietario de la finca donde se ubican.

Paraje de Bacoco, ( Vao de covo)


 Y así se encuentran, la Fuente de Joaquín da Luisa, de Joaquín da Parra, de los Turriñas, de los Piris, de Pestaña, de don Tomás, de los Secos, la del Sapo, de los Carisas, de los Catramelos, de Baldomero, de Clementa, de Ermelinda, de Dubrasio, de Curro, la Burranchona,  de los Españolitos, de la Vica, de Aurelio, de Anacleto o de Adolfo.

La Tojera ( A Texeira)

Otras están situadas en cañadas y reciben el nombre del lugar, como la Fuente la Cañá los Pollos, la Cañá la Manta, la Cañá del Carril, la Cañá Borrego o  la Fuente de  la Cañá de Carcabón.

La Rabaza ( A Rabaça)


Los caserios también tienen la suya, Fuente de Bacoco, Lavarse, El Marco, La Tojera, Monteviejo, la Rabaza, La Vega, la Calera, Marbanejo, Los Bastos, Los Corchos, Valdepontones, Valongo o Valle Chico.


Fuente del Malladil

Existen muchas más, como ya dije  al principio, pasan del centenar. Muy pocas se han adecentado y el resto se encuentran en mal estado, quizás porque los dueños de la finca emigraron y nadie se ocupa de ellas. Una pena. Sería interesante legarle a las generaciones más jóvenes este patrimonio en buen estado de conservación para que no olvidaran de dónde procedemos y que gracias a ellas este pueblo se fue transformando hasta llegar a nuestros días.

Anochecer en La Codosera

 Dejarlas huérfanas de nombres no es bueno. Ahora todo se bautiza. Catalogarlas y repararlas sería interesante, como se ha hecho con los dólmenes. Darles el valor que se merecen, repararlas y vestirlas guapas, con materiales duraderos, utilizando materiales cercanos,  la piedra de roca, la pizarra, el cemento o el ladrillo, cada una con un estilo diferente. Con gusto, con imaginación y con ganas se conseguiría.




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