lunes, 2 de marzo de 2020

LA CODOSERA Y SUS TRADICIONES.


LA CODOSERA Y SUS TRADICIONES.




                               Bueno, vamos a ver por donde comienzo. El otro día comentaba en Facebook, que el tema del Aleluya en La Codosera se parece a las procesiones de la Semana Santa, que cada año por estas fechas se repite y recorremos el mismo camino. En el comentario publicado hace unos dias, aprovechando que nos encontramos en tiempos de Cuaresma, indico que es un buen momento, como hizo Jesucristo, para meditar y pedir al Padre la paz y el perdón, y por ello así lo manifiesto. Pero como en esta historia, sabida por la mayoria de los vecinos, sobre la suspensión de la Vigilia Pascual la noche del Sábado Santo, existen varios protagonistas, y así lo menciono y, en lo referente a Francisco Barroso Silva, natural de La Codosera, (le nombre tal cual, como él firma el escrito que más abajo les incluyo), y  no escribo ni más ni menos que las acusaciones que él mismo publica ante la opinión pública de los codoseranos, para que todos se enteren y las cosas, según él, queden bien claras. Supongo que mi modesto trabajo lo habrán leído ya la mayoría de vosotros, a los cuales se lo agradezco mucho pero, parece ser que algunos de los miembros de su familia, no les ha gustado.  Cuando se escribe suele pasar. Podían pedir disculpas, digo yo, si entienden que el proceder en aquella publicación insultando a una parte del vecindario, no era la correcta. En fin. El caso es que, al final la fiesta del Aleluya ha quedado coja y hay vecinos que entienden que es como un castigo que reciben injustamente ya que, como leerán en el citado escrito, se les acusa de robar, cuando ni se han presentado denuncias en todos estos años, ni tampoco hay sentencias judiciales que lo atestigüen. Así que, no se puede ser denunciante ni juez sentenciador a la vez.


               
                  Campanillero. 

                     Y digo que la fiesta de “Correr el Aleluya”, es una tradición que viene desde nuestros ancestros, cuando los cabreros bajaban del monte cargados con los cencerros que, previamente le habían quitado al ganado y, con ellos celebraban la noche del Sábado Santo, la Resurrección de Cristo. Esta tradición en Extremadura no se conoce otra igual pero, en algunos de los pueblos del Alentejo portugués, próximos a La Codosera, con más o menos diferencia, como en Castelo de Vide, se sigue celebrando. Con el paso de los años, a los cabreros se unió la juventud y chiquillería del pueblo y, todos juntos recorrían, en la madrugada del Domingo de Resurrección, cada rincón de la población a la que, en las últimas décadas se han sumado las chicas y mayores de toda clase y condición social donde, además de recorrer las calles, entran en las casas que mantenían y aun lo hacen,  sus puertas abiertas, tambien en bares y cualquier local que permanezca abierto de cara al público. Yo recuerdo que, en la panadería de mi familia, con un pasillo muy largo y la panificadora en el centro, los panaderos les esperaban con los sacos de harina vacíos, pero que blanqueaban todavía, y al paso del tropel, se los sacudían, con lo cual algunos salían con la cara blanca. Pero nadie se enfadaba. Esta tradición hacia que, la casa de todos, la Iglesia, motor de la fiesta, ya que hasta que el celebrante no cantaba el “grito aleluyático”, las campanas de la torre que, durante toda la Semana Santa habían permanecido insonoras, comenzaban a repicar, contagiando el momentos de júbilo, de alegría y de euforia por la Resurrección de Cristo. Pues bien, la muchedumbre de aleluyeros, que esperaban el momento culminante a las puertas de la iglesia, ocupando la explanada de la plaza, se unían al teñir y repique de campanas, siendo invitados por el oficiante de turno para que, una representación minoritaria, ya que todos no cabían dentro del templo, se uniesen a los fieles que asistían en el interior, repicaran los campanillos. Este momento solía ser breve, regresando todos a la calle donde comenzaba la fiesta y no pasaba nada. Durante estos últimos años, las cadenas de TV se hacían eco de esta tradición y la población salía en todos los telediarios hasta que llegó el tal don Antonio y todo cambió. Y ahí estamos.


Los aleluyeros, como cada año, esperando que las campanas repiquen, que las puertas de la iglesia se abran y que la normalidad y la cordura se normalicen. 


                      


                       Castillo "Juana la Beltraneja".

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