LA CODOSERA Y SUS TRADICIONES.
Bueno, vamos a ver por donde comienzo. El otro día comentaba
en Facebook, que el tema del Aleluya en La Codosera se parece a las procesiones de la Semana Santa,
que cada año por estas fechas se repite y recorremos el mismo camino. En el comentario
publicado hace unos dias, aprovechando que nos encontramos en tiempos de Cuaresma,
indico que es un buen momento, como hizo Jesucristo, para meditar y pedir al
Padre la paz y el perdón, y por ello así lo manifiesto. Pero como en esta
historia, sabida por la mayoria de los vecinos, sobre la suspensión de la Vigilia Pascual la noche del Sábado Santo, existen varios protagonistas, y así lo menciono y, en lo referente
a Francisco Barroso Silva, natural de La Codosera, (le nombre tal cual, como él
firma el escrito que más abajo les incluyo), y no escribo ni más ni menos que las acusaciones
que él mismo publica ante la opinión pública de los codoseranos, para que todos
se enteren y las cosas, según él, queden bien claras. Supongo que mi modesto
trabajo lo habrán leído ya la mayoría de vosotros, a los cuales
se lo agradezco mucho pero, parece ser que algunos de los miembros de su familia, no les ha gustado. Cuando se escribe suele pasar. Podían pedir
disculpas, digo yo, si entienden que el proceder en aquella publicación
insultando a una parte del vecindario, no era la correcta. En fin. El caso es
que, al final la fiesta del Aleluya ha quedado coja y hay vecinos que entienden
que es como un castigo que reciben injustamente ya que, como leerán en el
citado escrito, se les acusa de robar, cuando ni se han presentado denuncias en
todos estos años, ni tampoco hay sentencias judiciales que lo atestigüen. Así
que, no se puede ser denunciante ni juez sentenciador a la vez.
Campanillero.
Y digo que la fiesta de “Correr el Aleluya”, es una tradición
que viene desde nuestros ancestros, cuando los cabreros bajaban del monte
cargados con los cencerros que, previamente le habían quitado al ganado y, con
ellos celebraban la noche del Sábado Santo, la Resurrección de Cristo. Esta
tradición en Extremadura no se conoce otra igual pero, en algunos de los
pueblos del Alentejo portugués, próximos a La Codosera, con más o menos
diferencia, como en Castelo de Vide, se sigue celebrando. Con el paso de los
años, a los cabreros se unió la juventud y chiquillería del pueblo y, todos
juntos recorrían, en la madrugada del Domingo de Resurrección, cada rincón de
la población a la que, en las últimas décadas se han sumado las chicas y
mayores de toda clase y condición social donde, además de recorrer las calles,
entran en las casas que mantenían y aun lo hacen, sus puertas abiertas, tambien en bares y cualquier
local que permanezca abierto de cara al público. Yo recuerdo que, en la panadería
de mi familia, con un pasillo muy largo y la panificadora en el centro, los
panaderos les esperaban con los sacos de harina vacíos, pero que blanqueaban todavía,
y al paso del tropel, se los sacudían, con lo cual algunos salían con la cara
blanca. Pero nadie se enfadaba. Esta tradición hacia que, la casa de todos, la
Iglesia, motor de la fiesta, ya que hasta que el celebrante no cantaba el “grito
aleluyático”, las campanas de la torre que, durante toda la Semana
Santa habían permanecido insonoras, comenzaban a repicar, contagiando el momentos
de júbilo, de alegría y de euforia por la Resurrección de Cristo. Pues bien, la
muchedumbre de aleluyeros, que esperaban el momento culminante a las puertas de
la iglesia, ocupando la explanada de la plaza, se unían al teñir y repique de
campanas, siendo invitados por el oficiante de turno para que, una
representación minoritaria, ya que todos no cabían dentro del templo, se
uniesen a los fieles que asistían en el interior, repicaran los campanillos. Este
momento solía ser breve, regresando todos a la calle donde comenzaba la fiesta
y no pasaba nada. Durante estos últimos años, las cadenas de TV se hacían eco
de esta tradición y la población salía en todos los telediarios hasta que llegó
el tal don Antonio y todo cambió. Y ahí estamos.
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